Procrastinación en la vida universitaria: ¿De la frustración al fracaso?

Jue, 29 Mar 2018
Este proceso de posponer tareas pueden derivar en problemas más complejos, afirma especialista
  • Procrastinar es una condición que puede derivar en problemas serios (Pixabay).
Por: 
Mtra. Laura Echeverría González*

Los seres humanos, en ciertas ocasiones, tendemos a posponer tareas que nos resultan aburridas, difíciles o molestas. Estas conductas se pueden presentar de forma esporádica sin que afecte nuestro proyecto de vida; sin embargo, se convierten en un problema cuando son comportamientos frecuentes y permanentes que provocan dificultades en nuestras áreas social, laboral, escolar, etcétera. Se les conoce como procrastinación.

Ejemplos típicos de procrastinación serían: dejar nuestras entregas finales del semestre para la última semana, lo que elevaría nuestros niveles de estrés y ansiedad, y el rendimiento escolar se vería afectado; también tenemos el típico propósito de fin de año de lograr un estilo de vida más saludable al asistir al gimnasio cuando menos dos veces por semana, que en realidad puede no pasar de una búsqueda de 15 minutos en internet del gimnasio más cercano, la cual quedará ‘en pausa’ hasta la siguiente cena de Año Nuevo, en donde con seguridad habrá una uva designada para retomar la tarea.

La procrastinación es un comportamiento que aparece en diferentes áreas de la vida, sin embargo, en este momento sólo nos enfocaremos al área escolar, pues sabemos la importancia que tiene para tus estudios universitarios. ¿Qué se esconde detrás de la procrastinación?

Existen muchos factores detrás del tema de postergar situaciones, el principal se relaciona directamente con el miedo. Pero te preguntarás, ¿miedo a qué?, ¿cómo es posible que el miedo tenga que ver con dejar las cosas para el último momento? Veamos los siguientes ejemplos:

Caso 1: Carlos tiene que entregar un trabajo muy importante, el cual tiene un valor considerable para la calificación final; éste tendrá que cumplir los requisitos de cualquier artículo publicable, por lo que necesitará realizar una investigación detallada y la búsqueda de bibliografía, además de otros detalles como la redacción, ortografía, etc. Carlos sabe que tiene que dedicarle mucho tiempo para su elaboración, por lo que aporta varios días de la semana, al menos hora y media, para ir a la biblioteca a buscar información, así como otro tiempo similar para sentarse a construir el contenido.

En total, dedica tres semanas para elaborarlo y lo entrega a tiempo, contento y satisfecho por haber realizado un buen trabajo. Llega el día de la entrega de calificaciones y Carlos recibe su trabajo un siete de calificación.

Caso 2. Carlos tiene que entregar el mismo trabajo descrito con anterioridad y aunque sabe que debería dedicar un tiempo considerable para su elaboración, no lo hace ni reserva tiempos específicos para avanzar en ello. Casi todos los días se acuerda que tiene pendiente un trabajo muy importante para entregar y que la fecha límite se aproxima. Intenta un par de veces sentarse a medio organizar lo que tiene que hacer, aunque siempre surgen cosas más interesantes que lo llevan a ‘abortar la misión’. 

El malestar acerca de este pendiente se mantiene a flote en sus pensamientos y aumenta conforme se acerca la fecha límite. Una noche antes de la entrega se sienta frente a la computadora, se la pasa en vela y al día siguiente entrega un trabajo de mediana calidad, del cual no se siente confiado. Llega la entrega de resultados y Carlos recibe su trabajo con un seis de calificación.

¿Cuál es la diferencia principal entre ambos casos? ¿Te das cuenta de que aunque son situaciones diferentes, se llega a un resultado muy parecido? ¿Cómo relacionas esto con el miedo al fracaso que se esconde tras la procrastinación?

Al analizar el primer caso, Carlos dedica el tiempo suficiente para realizar la actividad y hace su mejor esfuerzo por obtener un buen resultado, lo cual no fue suficiente. Imagina los sentimientos que le surgieron después de esta situación, la frustración y, sobre todo, el sentimiento de fracaso luego de haber dedicado tiempo y esfuerzo a una actividad importante.

Ahora Carlos tendrá que lidiar con esto que por supuesto le pega directo en su autoestima y reconocimiento de sus errores, situación que lo llevará a un quehacer emocional en donde se verá obligado a aceptar que no siempre salen las cosas como uno las espera y que el fracaso también es parte de la vida y es una situación con la que lidiaremos seguramente no una, sino varias veces.

En el segundo caso, podemos pensar que Carlos pospone de manera indefinida el trabajo porque quizá le resulte más sencillo saber que su calificación final fue equivalente al esfuerzo invertido en la tarea. Se dirá: “Pues claro que me saque un seis, hice mi trabajo al aventón, no puedo esperar una calificación mayor… Antes me pasó el profesor”.

Este diálogo interno lo mantiene en una zona ‘segura’ y mucho menos amenazante para su autoconcepto y autoestima, situación que no le hará enfrentarse a los sentimientos de frustración y fracaso de forma tan clara como en el primer caso; es decir, procrastinar aparentemente te mantiene ‘a salvo’ de los sentimientos generados frente a un fracaso.

*La Mtra. Laura Echeverría González es colaboradora del Programa de Desarrollo de Habilidades Emocionales y Prevención del CAEU de la IBERO

 

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