Durante sexenio de EPN no se valoró a empleados con posgrado: investigador

Vie, 19 Oct 2018
El descenso de ingresos fue mayor en quienes tienen más años de experiencia
Reforma laboral de 2012 se dirigió a abaratar la contratación y despido de los empleados
La productividad aumentó, pero los salarios se redujeron
  • (Imagen: pixabay.com).

‘El sexenio del empleo precario y los bajos salarios’

Tercera de tres partes

El análisis coyuntural ‘El sexenio del empleo precario y los bajos salarios’, hecho por investigadores del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y Puebla, develó que durante el periodo 2012-2016, en la presidencia de Enrique Peña Nieto, la brecha salarial entre los trabajadores con doctorado y maestría cayó en promedio 30%.

Ciertamente, la caída en los ingresos de los asalariados en la parte más alta de la distribución, los mejor pagados y más calificados, reduce la desigualdad salarial. Sin embargo, hay que aclarar que este es un cambio en la composición de los pobres hacia estratos más educados, como da cuenta la caída en el poder adquisitivo del personal remunerado y subordinado con mayor escolaridad y mayor experiencia, pues el salario real de quienes tienen doctorado y maestría es el que mayor caída presenta en el período, con un 12% y un 11%, respectivamente.

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Las personas con doctorado, con 11 a 13 años de experiencia, recibían como salario promedio mensual, en 2012, $23,604 pesos; sueldo que para el 2016 se redujo a $20,666 pesos (-12%). En ese mismo periodo, los trabajadores con doctorado, con 2 a 4 años de experiencia, sufrieron un decremento de sus percepciones del 1%, al pasar de $14,553 a $14,367 pesos.

La gente con maestría, con experiencia de 11 a 13 años, ganaba en promedio $22,373 pesos en 2012; y en 2016 sólo obtenían $19,981 pesos de ingreso (-11%). La que tiene 2 a 4 años de experiencia vieron reducir sus ingresos de $15,188 a $14,818 pesos (-2%).

Reforma laboral abarató contratación y despido de trabajadores

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En América Latina, las reformas laborales de principios de los años 90 desvincularon los salarios de la productividad y la demanda. En México, la reforma laboral de 2012 se dirigió a abaratar la contratación y despido de los trabajadores, dado que la desvinculación, desde los años 90 también, se presenta mediante el mecanismo de precios, al indexar el salario mínimo con la inflación esperada y, los demás salarios de la economía con aumentos al mínimo, dando lugar a lo que el Banco de México documenta como el ‘efecto faro’. Este efecto consiste en una correlación de 85% entre aumentos de salario mínimo y los demás salarios de la economía.

Al analizar la evolución de los salarios reales con la productividad, se observa cómo mientras los salarios muestran tendencia decreciente, la productividad muestra tendencia creciente, esto da cuenta de su completa desvinculación. Los índices salariales de la industria manufacturera y de los salarios mínimos muestran evidencia del ‘efecto faro’, amarrados a partir de las expectativas de inflación, pero con dinámica opuesta a la productividad, a la baja ambos (Gráfico 4).

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Entre 2007 y 2017, los salarios promedio de la industria manufacturera perdieron 10.1%, pese a que la productividad aumentó 18.5%. Mantener la distribución neutral entre capital y trabajo implicaría que el aumento salarial hubiera sido de 28.6%, lo que recupera pérdida de poder adquisitivo y aumento proporcional de la productividad. Esto significa que el salario medio diario para 2017, en lugar de $375 pesos diarios, debió haber sido de $492.

Situación similar se presenta con el salario mínimo. Si para aumentos del salario mínimo se hubiera tomado en cuenta como indicador de productividad proxy, la productividad por trabajador en la industria manufacturera, el salario mínimo para 2018 debió ser de $112.5 pesos diarios y no de $88.36.

Recomendaciones

De acuerdo con el Observatorio de Salarios de la IBERO, una propuesta de estrategia salarial integral que incluya el monto en que debiera aumentarse el salario mínimo, y los criterios de política salarial que vinculen el salario con la productividad, debe contener al menos, lo siguiente:

1. Indicador de poder de compra. Aumento base de salarios indexado a un Índice de costo de vida (ICV).

2. Indicador de eficiencia. Para mantener al menos la misma distribución factorial (participación de los denominados factores de la producción -capital y trabajo- en el ingreso nacional), el salario debiera aumentar proporcionalmente a la productividad media del trabajo por sector, rama o clase de actividad.

3. Indicador regional. Captura el efecto conjunto sobre las remuneraciones de varios factores:

  • Índice de costo de vida por región.
  • Patrones de consumo diferenciados.
  • Divergencia de productividad por región.

4. Indicador de equidad. El factor de equidad se establece como respuesta a una desigualdad en la productividad, construyéndose con un inverso de la productividad.

El presente Análisis de Coyuntura fue realizado por el equipo de investigación del Observatorio de Salarios (OS), y es parte de un esfuerzo conjunto de las ‘Redes de pobreza y Desigualdad’ de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL) y de la ‘Red de Observatorios de la Deuda Social de América Latina’ (ODSAL). El OS es un proyecto interinstitucional de las Universidades jesuitas en Ciudad de México y Puebla.

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PEDRO RENDÓN/ICM

 

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