Fátima Meléndez Gómez, estudiante de nuestra Maestría en Comunicación analiza la transformación que ha sufrido el consumo musical y revela cómo plataformas como Spotify, Apple y YouTube Music categorizan y promueven ciertos géneros y artistas, a menudo perpetuando estereotipos y limitando la visibilidad de músicos afroamericanos.

Señala que las plataformas de streaming han revolucionado el consumo musical, facilitando el acceso y permitiendo que artistas independientes lleguen a audiencias masivas. Sin embargo, persisten desigualdades y discriminaciones, especialmente en países como Estados Unidos, donde la lucha por la inclusión de artistas marginalizados continúa.

Para la estudiante de Maestría, la industria enfrenta acusaciones de racismo estructural, evidenciado en la falta de reconocimiento y en la forma en que los algoritmos de plataformas como Spotify, Apple y YouTube Music categorizan y promueven ciertos géneros y artistas, a menudo perpetuando estereotipos y limitando la visibilidad de músicos afroamericanos.

Artistas como Tyler, The Creator, Kendrick Lamar y Beyoncé muestran cómo las dinámicas del sistema y las decisiones de las plataformas afectan la distribución de oportunidades y reconocimiento, incluso en contextos de gran éxito.

El caso de Kendrick Lamar ejemplifica cómo la censura y la categorización errónea afectan a artistas que abordan temas políticos y sociales, con su música enfrentando menor promoción en algoritmos y listas de reproducción.

La categorización de artistas en géneros específicos y la influencia de algoritmos en la difusión de contenido refuerzan desigualdades existentes y limitan la diversidad musical.

Subraya Fátima Meléndez Gómez que el uso de tecnologías en la industria ha transformado el racismo estructural, favoreciendo ciertos artistas y géneros mientras margina otros. Aunque plataformas como Bandcamp ofrecen alternativas más justas, aún falta mayor transparencia en los procesos de selección y recomendación algorítmica.

La lucha de artistas destacados evidencia que la industria sigue operando con reglas desiguales, y que el streaming, en lugar de democratizar, a menudo refuerza las dinámicas de exclusión y discriminación racial en la música. La diversidad en la música requiere cuestionar y transformar los mecanismos tecnológicos y comerciales que perpetúan estas desigualdades, concluye.