Jueves 7 de diciembre de 2006
 
 
Filipinas, trampolín comercial para México en Asia

Dar un nuevo impulso a la relación con Filipinas permitiría a México tener un trampolín y punto de apoyo para entrar al mercado asiático, sobre todo de China, Japón e incluso la India, zona comercial que recupera el lugar que históricamente siempre ha tenido.

La doctora Cristina Barrón Soto, historiadora y académica del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, señaló que el turismo entre México y Filipinas también podría fomentarse con la Virgen de Guadalupe como eje conductor (a través de visitas a la Basílica), que también es venerada en ese país del Pacífico.

Con la reactivación de la relación México-Filipinas se podría crear identidad y acercamiento a Asia, si se rescata la conciencia del pasado histórico compartido como provincias del Virreinato de la Nueva España, de la que Filipinas también formaba parte política, jurídica y administrativamente.

Barrón recordó que entre el siglo XVI y principios del XIX –antes de la Independencia de México–, la Nueva España tenía la primacía, casi la hegemonía, de la navegación en el Pacífico y del comercio con el mercado asiático, entonces la economía más grande del mundo, a la que querían acceder los europeos.

Esta relación de 300 años entre México y Filipinas (53 como países independientes), se vislumbraba en los constantes viajes que efectuaba el Galeón de Manila (la Nao de China), que además de mercancías transportaba normalmente a filipinos y mexicanos de un lugar a otro.

Algunas de estas personas eran soldados mexicanos –indígenas– que fueron llevados al Pacífico para defender al puerto de Manila de la piratería holandesa, inglesa, francesa, musulmana, china y japonesa.

En la época contemporánea, durante la II Guerra Mundial, el Presidente Manuel Ávila Camacho entró junto con Estados Unidos en el conflicto, al mandar al Escuadrón 201, que contribuyó a la liberación de Manila de la ocupación japonesa, punto estratégico para el país del Sol Naciente, cuya pérdida significó a la postre la derrota en la guerra.

Pese a tantos lazos, la doctora Barrón, quien curso su maestría en la Universidad de Filipinas, dijo que México volteó la espalda a Asia Pacífico una vez que alcanzó su independencia “y en gran medida se cierra por años las puertas a este mercado, al preferir voltear a ver a Estados Unidos y Europa”.

Empero, hoy México y Filipinas quieren reactivar su relación, como demuestra el seminario que recientemente se realizó en aquel país asiático, adonde asistió Barrón, quien en su libro Filipinas ¿un país latinoamericano del sureste asiático?, destaca el pasado hispano de Filipinas, país descontextualizado en ese continente, “y que es más latinoamericano, porque al igual que México fue un pueblo catolizado durante la Nueva España”.

 
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