La orquesta de Cámara de Verona “Risonanza” dio un concierto en el Auditorio José Sánchez Villaseñor de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, donde ofreció un repertorio con obras de Vivaldi (Concerto per 2 violini in La Minore), Carrasco (El adiós de Carrasco), Tartini (Adaggio), Piazolla (Libertad), Zárate (Navarra), Brauss (Danza húngara), entre otros.
Juan Carlos Rybin, director de la orquesta, fue el encargado de presentar el recital y a los integrantes de Risonanza (dos de ellos mexicanos: Alejandro Correa y Fernanda Villalvazo), que captaron a los cerca de 500 miembros del público con el sonido proveniente de sus violines, Correa, Lucía Luque, Matteo Marzaro, Érica Mason, Armando Valenta y Villalvazo; violas, Federico Serafín y Andreas Toffanin; cello, Alessandro Menegardi, y contrabajo, Anna Zerlotto.
Ante el afloramiento de sentimientos del público que rompía en aplausos al final de cada interpretación, el maestro Rybin dijo que lo más increíble que ha aprendido durante su vida es que quien no arriba prevenido a un concierto y sabe menos de música, es más instintivo y comprende mejor que aquellos estudiosos o seudo músicos dicen saberlo todo. “Muchos sólo asisten para criticar, pero ustedes vinieron a escuchar y recibieron lo que nosotros les dábamos, y eso es más directo”.
Sobre la característica de esta Orquesta de Cámara, tocar sin director, Rybin explica que esto se logra con músicos buenos y disciplinados que previamente prepara, “es como un cuarteto grande, de 11, 12 o 13 integrantes que respiran juntos, comparten juntos, viven juntos y se unen en un solo sentimiento” .
Y es que la filosofía de Risonanza es tener cerca a las personas dejándolas libres. “Trabajamos con gran disciplina y seriedad, pero somos libres, y eso se percibe en todo, en la forma de mirarnos, de sentirnos, de comprendernos”.
Llegado el momento, el maestro Rybin avanzó al centro del escenario -y como Tartini hacía con la espada-, empuñó su violín Amati o su Guarneri, valiosos instrumentos del Siglo XVII, y dirigió de magistralmente a la orquesta a su manera, tocando, mirando, sintiendo. Ahí, en medio, el Director expresó que quisiera quedarse, siempre joven, entre jóvenes que le brindan su “pureza instintiva”.