La Universidad Iberoamericana Ciudad de México distinguió como Académico Numerario al maestro Germán Plasencia Castellanos, del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas, durante la ceremonia en la cual se le tributó especial y emotivo homenaje a su trayectoria de entrega inclaudicable a la docencia y a la Universidad.
El doctor José Morales Orozco, S. J., Rector de la UIA, destacó del maestro Plasencia Castellanos su profundidad de pensamiento, su erudición y su afición a Jacques Derrida. Asimismo, su proverbial capacidad para socavar certezas e instalar la duda como método, incluso en aquellas verdades y convicciones de donde la vida bebe su sentido más profundo.
Sobre todo, el Rector Morales Orozco resaltó la vocación auténtica de maestro y pedagogo de Plasencia Castellanos, que sabe acompañar y que enseña a pensar, porque sus cuestionamientos filosos no son más que artimañas para que los otros se detengan a pensar. En este sentido comparó la vocación del maestro Germán Plasencia con la de los grandes maestros de la sospecha: Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud.
Para la Universidad Iberoamericana, dijo el Rector, es un orgullo tener a un académico como Germán Plasencia, un gran maestro e intelectual comprometido con la búsqueda de la verdad y la justicia.
Por su parte, el doctor Javier Prado Galán, S. J., Vicerrector Académico de la UIA, mencionó que si la Ibero lleva la delantera en el estudio serio y sistemático de la universidad, eso es gracias al esfuerzo del maestro Germán Plasencia, creador del seminario mensual “Universidad sin condición”, al cual imprimió su sello personal y donde la palabra circulaba en total libertad.
Refirió que Plasencia Castellanos fue también el gestor de los coloquios que la Ibero organizó: uno de rectores, que tuvo impacto en la prensa, y otro donde la UIA convocó a todas las universidad públicas para debatir sobre el futuro de la universidad. Trabajo cuyo fruto son dos publicaciones: Palabra libre: condición de la universidad y Las disciplinas académicas en la aldea global.
Prado Galán también mencionó al Colegio de Saberes, que es la gran obra del maestro Plasencia, donde con ingenio motejó a las aulas de ese centro universitario con el nombre de sus autores predilectos, para que entre la cordura y la locura se desate la creatividad.
El doctor Javier Torres Nafarrate, del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas, dibujó el perfil humano e intelectual del maestro Plasencia, cuyo centro de gravidez está puesto no en la grandiosidad sino en la continencia de lo mínimo y que con sus cortantes provocaciones dialécticas lleva siempre a no dejarse engañar por el dulce idealismo o la creencia en las bondades de la naturaleza.
Torres Nafarrate recordó que gracias al maestro Germán Plasencia, a su libertad de espíritu, más allá de todo egoísmo y respeto humano, el Departamento de Ciencias Sociales y Políticas ahora tiene organización y trabajo, aunque poco se habla de las decisiones fundamentales que lo hicieron posible y que tuvieron a Germán Plasencia como artífice.
La postura de su cuerpo, apuntó, se fue haciendo cada día un poco más encorvada y sus pasos se volvieron más estrechos. Se volvió venerable y sus ojos empezaron a reflejar –como lo dice Rilke- el gozo de la mirada del pastor cuando apenas despierta: “Fondo todo silencio y miel de abejas de donde sus extasiadas mariposas partían”. Por eso, no era por buscar conocimiento por lo que sus discípulos le solicitaban insistentemente asesoría, sino por sentirse cercanos a la piedad.
En su mensaje, el maestro Germán Plasencia dijo que recibía los dones de la Universidad con la palabra gracias, para él la más detestable porque siempre responde a una petición. Recordó a Marcel Proust en el sentido del tiempo perdido que jamás se recupera, “pero que ustedes hoy han recuperado” al evocar sus 40 años de trayectoria docente.
“Hace mucho tiempo –dijo- mi primera clase fue una de piano, y espero que la última de mi vida también lo sea”.