Análisis académico: 2016, un año de incertidumbre

Vie, 22 Ene 2016
  • Aparentemente los inversionistas tienen confianza en el país. (Foto: Pixabay)
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Por: Mtro. Abraham Isaac Vergara Contreras, académico del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

 

Este año empezó como concluyó el 2015: derrumbe en el precio del petróleo (72 por ciento), tendencia bajista en el precio de las materias primas, movimiento de capitales hacia economías más seguras (desprotegiendo a las emergentes como Brasil, y otras), incremento de la tasa de interés en Estados Unidos y el fortalecimiento del dólar; que generó gran volatilidad en un considerable número de monedas.

China con su falta de transparencia en datos trazó un camino de pérdidas en sus bolsas, en las de sus vecinos y contagió a otras más, lo que pareciera la segunda parte de una película de horror que bien podría titularse El efecto dragón II.

Aunado a lo anterior, se presentaron problemas de terrorismo y guerra, corrupción e impunidad generalizada; toda una mezcla de factores que hace estremecer hasta a los más optimistas. Dentro de este panorama, ¿hacia dónde irá la economía mundial? y ¿qué pasará en México?

En este momento los especialistas en economía, finanzas y negocios se debaten entre si seguimos en crisis o estamos ante una nueva crisis superior a la de 2008; me decanto por pensar que nunca hemos superado la que se inició hace ocho años. Es verdad que hubo momentos de mejora, pero todo indica que es como un partido de fútbol, salen unos y entran otros, hoy entre los principales protagonistas están las economías emergentes. Si separamos de este grupo de emergentes a China, el caso extremadamente más negativo es Brasil, y el mejor ubicado Corea del Sur.

La afectación actual y muy probablemente la continuación en el deterioro de los precios de las materias primas, aunado al endurecimiento monetario de Estados Unidos que se espera siga incrementando sus tasas de interés durante el año, pone a estos países en graves problemas ante la fragilidad de su situación económica, por lo que sus perspectivas de crecimiento son muy pequeñas y en algunos casos hasta negativas. Así, los focos rojos se encenderán y generarán un ambiente de alta incertidumbre y debilidad.

México, que forma parte de este grupo de países emergentes, presenta señales encontradas. Por un lado, por el momento cuenta con una estabilidad macroeconómica reflejada, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la menor inflación en los últimos 45 años, el gobierno ha logrado colocar deuda por un monto aproximado de dos mil millones de dólares y con un apetito del mercado del triple.

Además el mercado accionario dio la bienvenida a una oferta pública nueva de la empresa JAVER, perteneciente al sector de las vivienderas que han sido fuertemente castigadas en los últimos años, levantando recursos por más de mil 800 millones de pesos (poco menor a lo esperado).

Aparentemente los inversionistas tienen confianza en el país. Sin embargo, no son ajenos a los problemas en los precios del petróleo y materias primas, a la creciente depreciación de la moneda y a los constantes señalamientos de corrupción e impunidad en los sectores políticos y empresariales, lo que afecta al paupérrimo nivel de crecimiento del producto interno bruto (PIB).

Se vive un momento crítico ya que psicológicamente existe un vínculo entre la depreciación del peso con una crisis económica y un sentimiento de baja en la actividad económica (motivada por las constantes disminuciones del PIB), en la creación de empleos (no han sido suficientes) y un incremento en la inflación (por el momento controlada), sin olvidar las turbulencias y golpeteos políticos por las elecciones estatales.

En otra escena, China, donde la fuerte caída de las bolsas prevén un descenso brutal en su economía durante 2016. El país asiático dejará de ser el motor de impulso del crecimiento mundial y afectará a sus socios comerciales, incluyendo a Estados Unidos y Alemania. Parece que en China no será el mejor momento para hacer la transición de su modelo económico; de la inversión al consumo. Queda claro que con la desaceleración de la economía asiática se afectará a los países emergentes productores de materias primas. Sencillo: a menores compras menor flujo de efectivo.

Existen los primeros indicios de una crisis deflacionaria en países con mayores importaciones; una vez más el causante son los niveles de exceso de oferta del petróleo y su reflejo en los precios. Los analistas más pesimistas dicen que puede llegar a 10 dólares por barril. En tanto que la menor actividad industrial seguramente pasará factura en este 2016.

La siguiente burbuja financiera podría estar ligada a la deuda de los países, en específico al mercado de obligaciones. Los países emergentes ofrecen mejores rendimientos; sin embargo, hoy con el alza en las tasas de Estados Unidos los capitales podrán conseguir mejores beneficios poniendo el riesgo del pago al vencimiento de las economías con más problemas, incluyendo algunos otros países de Europa. La prima de riesgo en los países emergentes se puede disparar hacia arriba generándoles problemas en sus financiación y con ello provocar una crisis de confianza en los mercados.

Por último, hay aspectos regionales que no son ajenos a la situación económica mundial, como la tensión en las relaciones de Irán y Arabia Saudita, los supuestos ensayos nucleares de Corea del Norte y la elección presidencial en Estados Unidos; también pueden generar volatilidad en los mercados.

Afortunadamente algunos sucesos deportivos servirán de bálsamo en esta situación económica: los Juegos Olímpicos en el cadencioso Brasil, la Copa América en Estados Unidos y la Eurocopa en Francia servirán de un gran distractor mundial.

 

 

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