Análisis académico: Migración, a debate con visita del Papa Francisco

Lun, 25 Ene 2016
Según la Organización Internacional para las Migraciones, si los 214 millones de migrantes en el mundo vivieran en un mismo lugar, habitarían el quinto país más poblado de la Tierra
Llegada del Papa visibilizará este problema, tentáculo de una crisis global en una modernidad tardía donde el capital no entiende de fronteras
  • Imagen de José Alberto Donis Rodríguez

Con motivo de la próxima visita del Papa Francisco, el doctor Sergio Rodríguez Blanco, coordinador de subsistema de Periodismo de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad Iberoamericana, investigador y periodista, comparte las siguientes líneas:

Cuando el presidente Enrique Peña Nieto visitó de forma oficial el Vaticano en 2014, el Papa Francisco le dijo que estaba preocupado por los problemas migratorios que atestan a México. En general, siempre que en México se habla de migración, la sociedad piensa automáticamente en los connacionales que cruzan a Estados Unidos, que ascienden a un millón al año, entre documentados e indocumentados, según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones, OIM. Sin embargo, el Papa se refería a los abusos que sufren otros migrantes: específicamente los centroamericanos indocumentados que transitan hacia Estados Unidos desde la frontera con Chiapas.

Ese México que también es un lugar de recepción y tránsito de migrantes, no es hoy un tema prioritario en las agendas mediáticas. Tampoco lo es ese México en el que las políticas migratorias están llenas de deficiencias y ambigüedades. Son invisibles los 150 mil migrantes indocumentados que, según la OIM, atraviesan la frontera sur de México (principalmente por Chiapas) con intención de llegar a Estados Unidos. Esta cifra se eleva a más de 400 mil migrantes indocumentados al año provenientes de Centroamérica según organizaciones civiles. Pocos de ellos escapan a las redes de trata de personas, que generalmente están ligadas con las redes de tráfico de drogas y de armas. Una encuesta conservadora de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra), arroja que seis de cada diez mujeres migrantes se ven afectadas por la trata de personas a su paso por México. Las asociaciones civiles van más allá: dicen que cualquier mujer migrante irregular que transite por México será violada al menos una vez.

El pasado 22 de septiembre de 2015, mientras el Papa Francisco volaba desde Santiago de Cuba a Washington, habló a los periodistas sobre la visita que preparaba para México. Su intención original no era volar al vecino del norte desde Cuba, sino cruzar a Estados Unidos desde México, igual que lo hacen miles de migrantes al día: “Yo pensaba entrar en Estados Unidos por México al principio, la primera idea, Ciudad Juárez, el límite, ¿no?”. El trayecto habría sido simbólico. La razón que el Papa Francisco dio para justificar el cambio de planes fue que pasar por México sin visitar la Virgen de Guadalupe “hubiera sido una bofetada”.

Días más tarde, durante su visita oficial a Estados Unidos, el Papa insistió en el problema migratorio en varios foros. El 25 de septiembre de 2015, durante el primer discurso pronunciado por un Papa en el Congreso de Washington, Francisco se refirió a los migrantes indocumentados provenientes de América Latina: “Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste”. En relación con las políticas migratorias de Estados Unidos, dijo que un país de migrantes no debería darle la espalda “al extraño que está entre nosotros”. Al día siguiente, el 26 de septiembre, en Filadelfia, Francisco se dirigió a los migrantes en un encuentro con la comunidad hispana: “Muchos de ustedes han emigrado a este país con un gran costo personal, pero con la esperanza de construir una nueva vida. No se desanimen por los retos y dificultades que tengan que afrontar”.

Queda claro que al Papa le interesa abordar la migración. De hecho, no parece una coincidencia que en su agenda en México estén incluidas las ciudades de San Cristóbal, en Chiapas (frontera sur) y Ciudad Juárez, en Chihuahua (frontera norte). Su visita oficial del próximo febrero podría suponer la oportunidad para abonar el terreno y generar debate social y político sobre un tema que actualmente sólo aparece en los medios de forma parcial y oficialista. Generalmente, la información que se difunde sobre el tema se reduce a las políticas estadounidenses sobre migración. Los migrantes no mexicanos quedan excluidos de la agenda mediática, mientras que los migrantes mexicanos aparecen retratados de forma estereotipada: o bien son el héroe que manda remesas a su familia, o bien son la víctima de los agentes fronterizos.

Según la OIM, si los 214 millones de personas que actualmente son migrantes en el mundo vivieran en un mismo lugar, habitarían el quinto país más poblado de la Tierra. La visita del Papa puede hacer visible que el problema de la migración en México es, en realidad, el tentáculo de una crisis global en una modernidad tardía donde el capital no entiende de fronteras.

Los flujos migratorios (y sus relaciones directas con los mecanismos de control gubernamental y con las prácticas de exclusión social, cultural, política y económica) son, desde hace una década, el problema central de la globalidad. 

Fuentes de consulta

 

JTGI

 

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