#ANÁLISIS AMLO gana, Anaya miente, Meade pontifica y ‘el Bronco’ se cuela

Lun, 21 Mayo 2018
La académica detalla el papel de cada uno de los candidatos durante el segundo debate rumbo a la Presidencia
  • De izquierda a derecha: Jaime Rodríguez, candidato independiente; Ricardo Anaya, candidato de la coalición PAN-PRD-MC; Lorenzo Córdova, presidente del INE; José Antonio Meade, de la coalición del PRI-PVEM-Panal; y Andrés Manuel López Obrador, de Morena-PES-PT (Tomada de Azteca América).
Por: 
Dra. Ivonne Acuña Murillo*

Con un nuevo formato tuvo lugar el segundo debate presidencial entre los cuatro candidatos que pretenden gobernar México de 2018 a 2024. Andrés Manuel López Obrador, de la Coalición ‘Juntos haremos historia’, gana al marcar claramente su diferencia con quienes le siguen en intención de voto; Ricardo Anaya Cortés, de ‘Por México al Frente’, reta y miente en su afán por alcanzar a AMLO en las encuestas; José Antonio Meade, de ‘Todos por México’, pontifica a partir de su experiencia como funcionario; y Jaime Rodríguez Calderón, el independiente, se mete de manera tangencial a la discusión.

Con público presente y seis preguntas; una moderadora, Yuriria Sierra, un moderador, León Krauze; la posibilidad de moverse en el escenario y con algunas violaciones al acuerdo entre candidatos, se llevó a cabo la segunda confrontación de propuestas, ataques y puntos de vista.

Definir al ganador del debate supone analizar las necesidades y estrategias de cada candidato. Para AMLO, lo importante era mantener la ventaja, no enojarse y no caer en las provocaciones de sus adversarios y, como algo extra, mostrarse más activo en el debate; para Anaya, exponerse como un buen debatiente, como quien domina el escenario y quitarle puntos a López Obrador; para Meade, dar un salto que le permitiera replantear su imagen, rebasar a Anaya y colocarse en posibilidades de competir con López Obrador; para Jaime Rodríguez, ‘el Bronco’, hacer presencia, provocar y tratar de verse como un candidato serio a ocupar la silla presidencial.

Si todos lograron su objetivo se podría afirmar que ¡todos ganaron!; sin embargo, esta salida fácil no aporta elementos para un análisis más detallado de lo que sucedió durante este segundo debate, por lo que se proponen aquí algunos elementos, comenzando por el puntero y terminando con el candidato que en las encuestas ocupa el último lugar.

AMLO

Al parecer, el candidato atendió algunos comentarios vertidos por la opinión pública en relación con su actuación en el primer debate, en el que pareció en ocasiones distraído, poco interesado en aquello que sus oponentes tenían que decir; en otras, enfadado, poco preparado para este evento, con un mal manejo del tiempo, incluso fuera de lugar.

En esta ocasión, por el contrario, López Obrador cuidó con bastante precisión sus tiempos; respondió a las acusaciones que le parecieron más relevantes, no para dar gusto a quien las formuló, sino para no dejar en la audiencia la idea de que rehúye responder. Y, a pesar de que afirmó ir en son de paz y no estar dispuesto a dejarse provocar, logró fijar perfectamente la distancia entre él, Anaya y Meade, en términos de continuidad y en torno de quién es la responsabilidad de que el país se encuentre cursando una de las peores crisis en términos de inseguridad, violencia, corrupción, impunidad y desigualdad, además de lanzar a su vez algunas acusaciones y calificativos.

Logró, además, desactivar por momentos la embestida de Anaya, en particular cuando éste se paró frente a él, violando uno de los puntos del Código de Conducta acordado por los cuatro candidatos previo a este segundo debate, de acuerdo con el cual “los candidatos deberán respetar el espacio personal de sus contrincantes y no entrar al espacio del público”. En este caso, Anaya invadió el espacio personal de AMLO tratando de intimidarlo, en lugar de guardar la distancia entre ambos, a lo que el candidato de la coalición encabezada por Morena respondió con humor “poniendo a salvo su cartera”, dada la cercanía del candidato de la coalición que comanda el PAN. Esta salida permitió ridiculizar al candidato panista y restar importancia a lo que en esos segundos decía.

El segundo momento se dio cuando Anaya ‘denunció’ que uno de los hijos de Obrador había hechos estudios en España, como si ese solo hecho fuera prueba de algo ilícito o como si un líder político preocupado por los grupos menos favorecidos tuviera que vivir con la misma precariedad. Idea muy utilizada en contra de luchadores de izquierda de mucho tiempo atrás.

Igualmente, AMLO se dio tiempo para hacer algunas propuestas como: un trato amistoso, respetuoso y digno con el gobierno de Donald Trump; la creación de un Instituto de Migración con sede en Tijuana; el fortalecimiento de la economía interna, incluyendo elementos de autosuficiencia alimentaria, lo cual permitirá al país negociar con Estados Unidos en mejores condiciones de fuerza; una política de Estado que permita resolver los problemas de pobreza y desigualdad interna para disminuir la necesidad de migrar a otras naciones; convertir los consulados en procuradurías en defensa de los migrantes; proponer a Alicia Bárcena como embajadora de México ante la ONU, y propiciar la firma de un tratado para el desarrollo entre América del Norte y Centroamérica.

Anaya

Se mostró como en el debate anterior: seguro, preparado, asertivo, elocuente, con buen manejo de su tiempo e intervenciones. Se esforzó por dejar claro que la mejor opción presidencial es él. Buscó no sólo destacar por su capacidad discursiva, propuestas y manejo del espacio y el tiempo y su habilidad para responder a las y los ciudadanos que hicieron las seis preguntas, refiriéndose a ellas y ellos por su nombre, al buscarlos entre el público y acercarse a ellos. Igual fue directo y asertivo en su relación con quienes moderaron el debate, elogiando a alguno de ellos previamente a responder sus cuestionamientos.

Se movió con seguridad en el escenario, enfatizó claramente aquello que quería dejar en la mente de las y los escuchas; hizo propuestas, definió con fuerza la postura que asumirá frente a Trump en caso de ganar la Presidencia, afirmando que para ganar en una negociación con Estados Unidos habría que poner todo en la mesa de negociación, incluida la aportación mexicana a la seguridad de este país en cuanto al manejo de la frontera y la política migratoria, la cual podría ser suspendida en caso de que Trump no cambie su actitud. En este punto, destaca el hecho de que mientras Obrador propone una relación de amistad y respeto, Anaya comience proponiendo una relación que podría llegar a un enfrentamiento directo entre los gobiernos de México y EU, en lugar de acudir a instancias mediadoras internacionales.

A diferencia del debate anterior, disminuyó el número de ataques al puntero y se centró en causar un efecto más efectivo al enfrentarlo físicamente, con los resultados ya mencionados. De esta manera, Anaya violó el punto del Código de Conducta ya mencionado y uno más, aquél según el cual “los candidatos sólo podrán mostrar sus apoyos visuales, como gráficas y cartulinas, cuando hagan uso de la voz”, pues presentó, cuando ya no estaba en uso de la palabra sino en el tiempo asignado a López Obrador, una portada de la revista Proceso, en la que se puede leer: “Los ricos de López Obrador”, del lado derecho, y del lado izquierdo se puede ver una imagen de Meade con Rosario Robles, con la leyenda “Pacto de impunidad”.

Pero lo más preocupante de Anaya no fueron estas estrategias efectistas sino su tendencia a mentir o desvirtuar los hechos. De acuerdo con el sitio digital Verificado, Ricardo Anaya dio información engañosa al mencionar que “han aumentado 40% las deportaciones de EU a México en lo que va de este año”. Que expresó una verdad a medias cuando dijo que “cruzando aquí, en Tijuana, la frontera a California es legal (el uso de la marihuana) y así en todos los estados hasta llegar a Washington State, en todo Canadá, es decir, de aquí hasta prácticamente hasta el Polo Norte, es legal”. A esto habrá que agregar el momento cuando, a la vista de todos, el candidato Anaya buscó tergiversar lo dicho por AMLO en torno al tren de Veracruz, afirmando que el morenista pretendía construir un tren donde ya existía, ignorando la precisión hecha por éste, para luego rematar con un “serénate, como dices tú, no te enojes”.

Más preocupante aún fue cuando Anaya acusó a López Obrador, cuando este lo llamó “mentiroso y farsante”, de “haberle vendido la banca a Estados Unidos” cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal (hoy de la Ciudad de México), primero, en 2001, a Banamex y, en 2004, a Bancomer, a lo que AMLO no tuvo tiempo de responder y a lo que no volvió en réplicas posteriores. Aquí una pregunta: ¿Anaya actuó con dolo intentando sorprender a quien no sabe de estos asuntos o por ignorancia, dado que la venta de la banca no es algo que el jefe de Gobierno de cualquier entidad federativa pueda realizar, al ser un asunto estrictamente federal?

Meade

El candidato de la coalición del PRI, ‘Todos por México’, mejoró su desempeño con relación al primer debate. Se vio con un buen manejo de la información, del espacio y la palabra, se le vio cómodo, acercándose a la gente, a la y el moderador, a sus adversarios. Se mostró relajado y concentrado, conocedor del tema desde su posición como funcionario en tres administraciones y en carteras tan importantes como Hacienda, Sedesol y, en especial, Relaciones Exteriores.

Buscó en todo momento verse como el candidato idóneo, como aquél que conoce de la administración del Estado y los asuntos tratados; sin embargo, nuevamente no fue capaz de hacer un deslinde del gobierno federal actual, sus políticas migratorias y su débil posición frente al gobierno de los Estados Unidos.

En términos generales, su actuación fue buena si de un docente se tratara, de alguien que acude a un foro para dar una conferencia especializada, de alguien que acude a un examen de oposición para obtener una cátedra en una universidad prestigiosa y tratara de vencer sus oponentes, en la búsqueda de una plaza. Esta postura le llevó a pontificar, a presentarse como el que llega a ilustrar a todos los demás en función de sus amplios conocimientos, intentó incluso interrumpir a quien moderaba mostrando una posición de superioridad que Sierra y Krauze no compraron. Incluso, cuando este último lo presionó para que respondiera si se equivocó el presidente Peña Nieto al invitar a Donald Trump, Meade dio un paso atrás, para luego caminar de lado y seguir dando pasos atrás, para al final no responder con un sí o un no, sino con evasivas.

No logró mostrarse como un candidato presidencial capaz de liderear una nación, como alguien que haría las cosas diferentes cuando no ha podido o querido deslindarse de la actual administración; como alguien capaz de concitar el consenso y sobre todo llamar a la reconciliación ante la falta de una personalidad carismática capaz de mover a la gente, en un momento de gran enojo social, y unirla en un proyecto común.

Por añadidura, echó mano de un recurso poco ético al acusar a Nestora Salgado, candidata de la coalición de Morena a una senaduría, de secuestradora y afirmando que ella está libre por una “falla de la policía”. En este caso, nuevamente en Verificado se sostiene que dicha afirmación es falsa toda vez que la persona aludida fue declarada inocente por los tres jueces que llevaban los casos en su contra.

Meade al igual que Anaya, invadió el espacio personal de López Obrador, cuando llegó hasta su lugar para dejarle el papel donde tenía escrita dicha acusación.

Al final, terminó dirigiéndose a las y los votantes como si estuviera grabando un spot más.

Jaime Rodríguez

‘El Bronco’ mejoró igualmente con relación a su presentación del primer debate, se acercó a la imagen que debe dar todo candidato que pretende la Presidencia de un país, hizo propuestas no todas descabelladas, mostró cierto conocimiento relacionado con la frontera norte y los migrantes. Por ejemplo, destacó su idea de designar el 5% de los 585 mil millones de pesos que los migrantes envían a México para atenderlos; designar más presupuesto a la atención de la frontera sur de México; hacer de Chiapas la ‘California mexicana’, sin más datos; terminar con el asistencialismo y dedicar ese dinero a la atención del comercio y la migración, etc.

En general, se abstuvo de hacer declaraciones estridentes, aunque no pudo evitar mencionar de nuevo su propuesta de ‘mochar manos’. En este sentido, Yuriria Sierra buscó provocarlo con preguntas que le llevaran a eso, pero se contuvo. No así cuando propuso “expropiar Banamex” y acabó aceptando que esa era su idea o cuando dejó para otro momento una respuesta que al final no dio en torno a si pensaba expropiar algo más.

Propuso igualmente, cobrarle a Estados Unidos lo que el gobierno mexicano invierte en la preparación de quienes se van.

Al final, logró meterse no a la discusión de los temas que sostuvieron los otros tres candidatos, pero si al evento como tal, al hacer que López Obrador le diera la mano a Anaya y a Meade, ‘cuidando su cartera’, por supuesto, estrategia que bien pudo favorecer a AMLO al mostrarlo capaz de conciliar con sus adversarios políticos. Se coló también cuando de nuevo entregó a Obrador el compromiso escrito para renunciar al presupuesto de los partidos que lo apoyan, con algunas de sus propuestas que pueden parecer sensatas o cuando al finalizar el evento llamó a votar por él haciendo a un lado a “los otros tres” y trayendo a la memoria a su madre que es su “héroe”.

Suponiendo sin conceder que:

AMLO no hubiera ganado el debate, mejoró su desempeño y eso le alcanza para mantener la ventaja que ya tiene, misma que va de 13 a 20 puntos, respecto del segundo lugar y de cerca de 30, en relación con el tercer contendiente.

Anaya hubiera vencido a sus contrincantes, en especial a López Obrador, y suponiendo que suba cuatro puntos en intención de voto como en el primer debate y, más aún, que a esos cuatro puntos se le sumen el 50% de los votos que serían para Margarita Zavala, alrededor de 4.0% (2.0%), su avance sería de 6.0%, aproximadamente, que sumado al 26% de intención de voto que llevaba antes del debate y reconociéndole el límite más alto según las diversas encuestas, llegaría a un 32.0% de intención de voto contra el 44.0% que la Poll of Polls de Oraculos, del 18 de mayo, en promedio, le reconoce a AMLO, seguiría quedando a 12.0% del puntero, que no se sabe si ya dejó de crecer.

Meade haya sido el vencedor, su triunfo le alcanzaría para acercarse al segundo lugar, representado por Anaya, suponiendo que pueda subir ese mismo 4% que Anaya en intención de voto. Si fuera el caso, Meade alcanzaría el 24.0% de los votos, partiendo de los mismos datos de Oraculus, que lo reportó con el 20.0% promedio de intención de voto. A pesar de lo anterior, Meade se quedaría ocho puntos abajo de Anaya si las elecciones se realizaran esta semana. Esto es, no le alcanza para derrotar al segundo lugar, menos para acercarse al puntero, del que le separarían 20 puntos.

'El Bronco' haya ganado el debate, sumándole el mismo 4% que a Anaya y Meade, en este caso, al 3.0% promedio que Oraculus reporta, alcanzaría un 7.0% de votos, con lo cual evidentemente queda fuera del grupo que de alguna manera podría alcanzar la silla presidencial.

Lo anterior implica que el triunfo en el debate de cualquiera de los candidatos que pretenden alcanzar en intención de voto a AMLO no modifica las tendencias de intención del sufragio, de tal manera que se pudiera pensar en otro escenario que no fuera la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República.

Últimas anotaciones

Hubiera sido interesante que el tiempo que no ocupó Margarita Zavala, 22 minutos, se asignara al público para que tuviera la oportunidad de formular preguntas espontáneas a los candidatos en función de lo que iban respondiendo y proponiendo. Asimismo, que quien preguntó tuviera la oportunidad de decir si se le contestó o no.

El formato fue interesante, más ágil y menos acartonado, pero se debe seguir puliendo para que permita una mejor confrontación de ideas entre los candidatos, y entre éstos y el público, disminuyendo a su vez los errores en la moderación, mismos que no restaron valor a las preguntas planteadas y a la presión ejercida sobre los candidatos con el fin de que dieran respuestas puntuales.

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*La Dra. Ivonne Acuña Murillo es académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

 

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