Ciclos vitales y el solsticio de verano (en la esfera armilar)

Vie, 24 Jun 2016
Por: Dr. Alfredo Sandoval Villalbazo, académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
  • Esfera armilar

“Cuando estuviera terminada, la Máquina presentaría un aspecto exterior
semejante al de las esferas armilares de los astrónomos renacentistas.
¿Qué hubiera pensado Johannes Kepler de todo eso?”.               
CARL SAGAN Contacto (1985).

Imaginemos un viaje espacio-temporal en una esfera armilar (conjunto de varios círculos que representan el cielo y el movimiento de los astros, que en el centro tiene una esfera que representa a la Tierra) hasta un apartado rincón de la Vía Láctea.

Supongamos que en esa región encontramos un sistema solar semejante al nuestro. Es posible  afirmar con seguridad que los hipotéticos habitantes de un tercer planeta en órbita alrededor de un sol promedio no serían nuestras imágenes gemelas. Muchas de las características distintivas de la vida en nuestro planeta se deben a procesos físicos particulares que tienen una probabilidad muy baja de ocurrir en otros puntos de la galaxia.

Los distintos movimientos de la Tierra producen variaciones importantes en las magnitudes de energía solar que da lugar a nuestros procesos vitales. El proceso más evidente de todos es el de la rotación terrestre alrededor de su propio eje. Este movimiento es el origen de amaneceres y crepúsculos. La duración de nuestros periodos de actividad, esparcimiento y sueño se encuentran esencialmente determinados desde hace millones de años por una simple división en tres partes aproximadamente iguales de un periodo de rotación.

Un poco menos evidente es la traslación orbital de la Tierra alrededor del sol, la cual al combinarse con una inclinación del eje rotación de la Tierra con respecto al plano de la órbita (aproximadamente 7°) y a una notable inclinación axial de casi 23° da origen a las estaciones del año.

Cuando una porción de la superficie terrestre da “de frente al sol”, los días tienen mayor duración y la temperatura superficial aumenta; en contraste, cuando la radiación solar está orientada de manera oblicua la región se hace más fría. Cerca del Ecuador las estaciones están muy poco diferenciadas, mientras que en los trópicos las variaciones de temperatura son significativas en función de la época del año. Si bien este escenario parece obvio, en realidad es poco frecuente en la galaxia y depende en gran medida de las características de la luna.

Si pudiéramos utilizar nuestra esfera armilar para viajar cuatro mil 500 millones de años en el pasado, observaríamos una Tierra con días que únicamente durarían… ¡cinco horas! Esto, de haberse mantenido, hubiera originado escenarios evolutivos completamente diferentes en todas las formas de vida presentes en el planeta. 

Al formarse nuestro atípico satélite por medio de un impacto muchas veces más intenso que el que ocasionó la extinción de los dinosauros, éste ha actuado como un freno al movimiento rotatorio (ralentización), originando las 24 horas de duración de un día. Más aún, este tremendo impacto causó la inclinación actual del eje de rotación terrestre, el cual condiciona los ciclos de temperaturas en diferentes latitudes, y por tanto numerosas actividades de nuestra civilización incluyendo los ritmos de reproducción que dan pie a la diversidad de especies que hoy observamos.

Es interesante hacer notar que la inclinación del eje orbital terrestre es más del doble de la de Venus y más del triple que la de Marte. Como exploradores en la esfera armilar quizás hubiéramos pensado que el suceso de hace cuatro mil 500 millones de años hubiera interferido con la creación, pero de aquel cataclismo ha surgido un éxito ecológico sin paralelo observado en el universo.

Existen otros movimientos periódicos de nuestro planeta, varios de ellos son semejantes a los observados en los trompos infantiles. Estos movimientos también tienen impactos sutiles en los ciclos de vida de planetarios, pero su descripción deberá ser abordada en futuros viajes en nuestra esfera. Sirva el solsticio de verano del año 2016 como un acercamiento a los procesos que condicionan las actividades humanas, contribuyendo a situar al hombre en su real dimensión cosmológica.

prl/ ah

 

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