#DEBATEIBERO: Luis Barragán y el anillo de la polémica

Jue, 4 Mayo 2017
Se trata más de una crítica artística que a un tema de patrimonio nacional y profanación de restos: Dr. José Luis Barrios
  • Los participantes ofrecieron puntos de vista sobre la producción artística (Alberto Herández/IBERO).
  • El Dr. José Luis Barrios refrendó el valor artístico de la exposición de Jill Magid (Alberto Herández/IBERO).
  • Asistentes al Cex ande Lunch (Alberto Herández/IBERO).
  • El evento fue organizado por el Centro de Exploración y Pensamiento Crítico, CEX (Alberto Herández/IBERO).
  • Roberto Morris, de barba, publirrelacionista de algunos familiares de Luis Barragán (Alberto Herández/IBERO).

Para el Dr. José Luis Barrios, profesor-investigador del Departamento de Historia del Arte de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, el caso del anillo fabricado con las cenizas del arquitecto tapatío Luis Barragán responde más a una crítica artística que a un tema de patrimonio cultural y profanación de restos.

Durante el encuentro Cex ande Lunch: Desayuno en Tiffany’s, organizado por el Centro de Exploración y Pensamiento Crítico (CEX), el académico y curador del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) explicó lo que rodea a la polémica pieza creada por Jill Magid, La propuesta (2016), y que se ha convertido en tema dentro y fuera de México.

La artista estadounidense preparó la exposición “Una carta siempre llega a su destino. Los Archivos Barragán", un proyecto a largo plazo y con varias etapas, para examinar el legado del arquitecto mexicano, y criticar las “formas de poder, el acceso del público y los derechos de autor que construyen el legado artístico”, se lee en la página del MUAC.

Uno de los capítulos es La Propuesta, que consiste en la fabricación de un diamante con parte de las cenizas de Luis Barragán, enterrados en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, para engastarlo en un anillo. La artista se sirvió de él para “negociar” con Federica Zanco, directora de la Fundación Barragán en Suiza, para repatriar los archivos del arquitecto.

“Todo lo que ha rodeado el caso del anillo no es más que un problema mediático, no está más que para jugar con los ratings”, y de alguna forma dejar que algunos intelectuales hagan crítica, “pero muy mal porque hacen lírica, hacen apología, no hacen análisis de las prácticas artísticas”, expresó el académico de la IBERO.

“Es privilegio del arte poner siempre a la institución en vilo, no habría práctica de arte contemporáneo si efectivamente no puede poner en el límite la institucionalidad. Sería un arte domesticado por los sistemas de poder, los sistemas de mercado, los sistemas del discurso”.

¿Cuál es el problema?

Tras la muerte de Luis Barragán, su legado se dividió en dos partes: la primera se concentra en México y en la Casa Luis Barragán; la segunda, fue adquirida por el empresario Rolf Fehlbaum, dueño de Vitra, quien lo dio supuestamente como regalo de compromiso a su hoy esposa, Federica Zanco, y es resguardado por la Fundación Barragán en Basilea, Suiza.

A partir de esta historia, Jill Magid decidió crear el anillo de compromiso, al estilo de la famosa joyería Tiffany’s, para proponer a Federica intercambiar la joya confeccionada con los restos del arquitecto por los archivos que están bajo su custodia. La propuesta fue rechazada por Zanco.

El objetivo de la artista es que los archivos de Luis Barragán regresen a México, pues se han vuelto inaccesibles para quienes desean investigar sobre el legado del creador tapatío.

Sin embargo, el problema radica, según los detractores de la obra artística, en que se profanaron los restos del arquitecto; se violentó el patrimonio nacional con la exhumación y todo se hizo bajo una lógica comercial, es decir, para lucrar con el escándalo, el anillo y las obras periféricas.

El Dr. José Luis Barrios aseguró que la operación es legal, pues Jill Magid tuvo el permiso de familiares directos, a quienes les pertenece la potestad de los restos del arquitecto, para realizar la exhumación. Respecto a daños al patrimonio nacional, comentó que en “realidad responde más a teología política que a teoría política.

“Al final del día, en términos jurídicos lo que manda en el derecho mexicano es un aspecto liberal del derecho, entonces decir que hay una violación del estatuto patrimonial en función de una profanación que es de orden teológico no puede ser sancionada en términos jurídicos”.  

Sobre el aspecto comercial de la obra, el académico de la IBERO dijo que es falso, pues por contrato, el anillo, que está bajo copropiedad entre la creadora y la familia, no puede ser vendido; funge como objeto de intercambio y el atributo artístico a partir de una historia construida por Jill Magid.

Por su parte, Roberto Morris, publirrelacionista de los familiares que se opusieron a la exhumación comentó que su queja no es contra la artista, sino contra el gobierno de Jalisco por permitir este acto irregular, sobre todo porque una vez que el Congreso aprobó que los restos estarían en la Rotonda, la “familia cedía la custodia” al Estado.

Aunque el anillo no está en venta, comentó, al usarlo como forma de trueque, ya se define “como objeto comercial”. Además, criticó que Jill Magid esté lucrando con obra periférica, como postales, que de acuerdo con su testimonio se venden por 7 mil dólares; y hacer publicidad a la exposición montada en el museo universitario.

Señaló que es extraño que su obra se base en un mito —del compromiso— y se justifique su producción.

Anillo, un dispositivo para criticar a las instituciones

El anillo es un dispositivo que está poniendo en crisis precisamente las relaciones de poder del intercambio que se tiene en el arte contemporáneo, es decir, es más una crítica a la institución que un intento iconoclasta, agregó José Luis Barrios.

“Ella se inventa un cuento en que van a dar un anillo de compromiso a cambio del regreso de los archivos. El compromiso no es más que la operación conceptual que pondrá en jaque la relación entre el artista, el archivo y la lógica de negociación de un archivo que eventualmente pudiera regresar a México si el anillo se intercambia, pero con el anillo no se puede intercambiar por contrato, lo importante es poner en crisis la relación. Eso se llama arte conceptual.

“Puestos en el contexto del arte contemporáneo, es mucho más radical la crítica del artista al sistema, al poder, y las formas de distribución de los valores, porque lo que nadie toma aquí en cuenta es que la gran discusión es cuál es el valor especulativo de los archivos en el orden del capitalismo cognitivo”, enfatizó.

Recordó que el archivo se ofreció a museos mexicanos, pero no había quién pudiera pagarlo, por lo que al final, los suizos lo adquirieron. “Lo que ello muestra es la perversión, de la manera más radical, qué tal si yo pongo, en la lógica del intercambio, que regrese el archivo de Barragán, que nadie puede pagar, contra los huesos de Barragán, lo que muestra es no si se profanó el cadáver sino cómo se sacralizó el archivo”. 

Manifestó que desde hace más de cien años el predominio del objeto dejó de ser un tema prioritario para el arte, y a cambio de eso se han generado una lógica de producción del arte que trata de entender cuál es la lógica de este proceso. En el caso de Luis Barragán, “hay una fetichización del personaje, que da lugar a la discusión pública. 

Por parte de la artista, logró poner en crisis “esa relación entre archivo y cadáver, entre archivo y restos, es una gran operación artística y es una gran operación conceptual, y es una gran operación teórica, que evidentemente puede tener sus fallas, pero la operación fue absolutamente efectiva”.

Concluyó que en el arte contemporáneo, “hoy por hoy, el valor de archivo es infinitamente mayor que el del objeto. Es una lógica de la producción del arte. Hoy pagan más un archivo que los objetos”. 

Dato de la exposición

“Una carta siempre llega a su destino. Los Archivos Barragán", de Jill Magid, estará en el MUAC hasta el 8 de octubre.

Iván Cabrera

 

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