Las redes sociales no han matado a la literatura: por el contrario, han recuperado ciertas tradiciones anteriores al libro impreso, reflexionó el reconocido escritor Juan Villoro en el Auditorio San Ignacio de Loyola de la Universidad Iberoamericana.

“Lo que antes se decía en torno a una hoguera, ahora se dice en torno a la hoguera invisible de Internet”, dijo el periodista, cronista y cuentista en su charla  “La desaparición de la realidad. La literatura ante los desafíos de la sociedad y la era digital”, que formó parte de la Semana de Posgrados de la Ibero.  

El ganador del Premio Herralde de Novela 2014 centró su plática en el desempeño que Internet y redes sociales como Twitter han tenido para la literatura; también habló sobre el papel que juega la re-presentación de la realidad en el periodismo ante la violencia que experimenta México hoy.

Con respecto a las nuevas posibilidades para la literatura que presentan las redes, el autor de Los culpables señaló: “En los últimos tiempos, parece que nos encontramos ante un relativo repliegue de lo real. Nos comunicamos de manera diferente, nos representamos a nosotros mismos por medio de alias en Twitter… Podemos asumir identidades fantasmas o paralelas en la red. Llevamos una doble existencia a partir del advenimiento de la cultura digital y las redes sociales”. 

Sin embargo, aclaró que nos encontramos ante un paradigma similar al ocurrido en el siglo XII, cuando fue inventado el libro como objeto. La red, como el libro, se ha aproximado a una nueva cultura de la letra:

“Ha reavivado nuevas formas de comunicación que para muchos se habían convertido en formas arcaicas. Una de las grandes paradojas de la tecnología es que recicla elementos que consideramos atávicos. Por ejemplo, formas literarias como el aforismo o el apotema, han tenido una nueva oportunidad en Twitter”, afirmó.

Las nuevas formas de representación de la realidad, aclaró, tienen un impacto ante los hechos violentos que se han manifestado recientemente en nuestro país. Lo denominó una “gramática del espanto”.

Villoro explicó que la forma en la que se comunica la violencia en México está encaminada para que ésta cuente con una autoría, un discurso preciso para duplicar el espanto; es decir, expresó, “no se trata únicamente de golpear en el mundo de los hechos, sino también en el mundo de la representación”.

Para contrarrestar esta dinámica del horror, llamó a los periodistas a no convertirse en una caja de resonancia de los actos violentos, y a “desviar la atención de los autores de los crímenes a las víctimas de los crímenes”.

De igual manera, criticó el concepto de “verdad histórica”, al aducir que esta declaración significa una falsificación aberrante de los hechos, pues confirma una ausencia de una explicación verosímil y confiable de los sucesos. Recordó que, de acuerdo con las organizaciones Reporteros Sin Fronteras y Artículo 19, “México se ha convertido en el país más peligroso para ejercer el periodismo”.

Por último, hizo una reflexión sobre el papel de la ficción y la importancia de la literatura. Señaló que “la ficción también puede ser una versión de la verdad”, y el objetivo del relato narrativo es dar un sentido y una lógica a lo vivido y experimentado.

“La imaginación más rica no es aquella que alude a lo sobrenatural o estrafalario, a las cosas imposibles, la imaginación más rica es aquella que da una nueva significación a lo ordinario”, habló, en alusión a los precursores del realismo mágico, como Gabriel García Márquez. 

LLCh/ ah