La singular democracia mexicana: De las elecciones del hambre a la simulación

Lun, 5 Jun 2017
Los resultados permiten simular la existencia de una democracia, afirma investigadora de la IBERO
  • (Tomada de 8 columnas).
Por: 
Dra. Ivonne Acuña Murillo*

¡Singular es la democracia mexicana, por decir lo menos!

Singular, cuando nadie respeta las leyes electorales ni a la autoridad electoral. Poco después de las seis de la tarde, en que cerraron las casillas electorales, los dirigentes y representantes de los diversos partidos salieron a autodenominarse ganadores, a pesar de llamado del consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, a no hacerlo, a respetar las reglas del juego y conducirse con responsabilidad.

El primero en hacerlo fue Ricardo Anaya, quien afirmó que su partido, el PAN, ya había ganado en tres estados (Coahuila, Nayarit y Veracruz). A los pocos minutos, lo siguió Alfredo del Mazo y más tarde, para no dejarse, Horacio Duarte de MORENA. No fueron ellos los únicos, antes de que la autoridad electoral en Coahuila hiciera lo propio, ya los candidatos de las coaliciones del PRI y del PAN se declararon vencedores. 

Singular, cuando aquellos encargados de elaborar dichas leyes son los primeros en violarlas. Todo lo consignado en las leyes electorales referente a los topes de campaña, el financiamiento de las mismas, los tiempos en radio y televisión, la organización y calificación de las elecciones, las atribuciones de la autoridad electoral, etcétera, fue acordado por los partidos mayoritarios para contener a quien consideran su peligro mayor, pero no para acatar las reglas que ellos mismos se han dado.

Singular, cuando en un proceso electoral puede ganar el que más recursos tiene y al que más se le permitió violar la ley. Es el caso del Estado de México, donde a la vista de México y el mundo, el PRI rebasó con mucho los topes de campaña, desvió recursos estatales y federales, condicionó y compró votos, voluntades y autoridades, utilizó programas sociales, echó mano del voto corporativo, puso en práctica sus artimañas tradicionales e inventó otras nuevas.

Singular, cuando a la vista de todos y todas se rebasan, y con mucho, los topes de campaña fijados por la autoridad electoral y no pasa nada, o más bien sí, ridículas multas cuando el candidato o candidata del partido que violó la ley ya ha asumido el poder.

Singular, cuando la autoridad electoral levanta la mano del “ganador” que, a los ojos de la ciudadanía, las y los observadores internos y externos, pero sobre todo de las autoridades electorales, inhibió, compró, coaccionó el voto y violentó la equidad.

Singular, cuando los medios, no todos, se diría los de siempre, proclaman al supuesto ganador y refuerzan la idea de que el perdedor perdió y como “ya se sabe” impugnará, como es su costumbre, pasando por alto las anomalías de un fraude anunciado. Fue el caso de la mesa de análisis en Televisa, la cual tuvo lugar entre las 11 y las 12 de la noche, donde participaron Leo Zuckermann, Denise Maerker, Javier Tello, Carlos Loret de Mola, Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín.

Pero no se crea que se olvidaron de Andrés Manuel López Obrador, “el eterno perdedor”, a quien le asignaron la gloriosa labor de sacar la basura que la campaña del PRI dejó en el Estado de México. Es decir, la importantísima “tarea” de contener la protesta social que su inconformidad, y no lo que ya podría denominarse una elección de Estado, dejó tras de sí. Tal vez con un plantón afuera de la oficina del que reconocen como próximo gobernador alcance.

Singular, cuando del voto del hambre, ese comprado por los partidos a los pobres, con el PRI a la cabeza, permite simular que lo que México tiene es una democracia.

Así entonces, el que vota simula elegir a quien ha de ser gobierno, cuando la decisión se ha tomado, si acaso al interior de los partidos políticos, cuando no en espacios de poder en los cuales los institutos políticos son sólo una de las piezas de una estructura más amplia.

El que gana, “haiga sido como haiga sido”, simula haber ganado “limpiamente”, sin que las autoridades electorales digan “esta boca es mía”.

El que pierde simula haber perdido si le dan algo a cambio o le prometen que a la otra le toca, a menos que represente a la izquierda antisistema y no se deje maicear.

El PAN simula ser la oposición al PRI y éste simula ser la oposición del PAN.

PRI y PAN simulan competir entre ellos, “se pelean” las presidencias municipales, las gubernaturas y hasta la presidencia.

PRI y PAN simulan contender con la izquierda representada por el PRD, cuando este partido ya no presenta riesgo alguno y cuando está a punto de convertirse en satélite del segundo.

PRI, PAN, PRD simulan competir con MORENA, la MORENA de Andrés Manuel López Obrador, a sabiendas de que, aunque gane, no ganará.

Esto es, el sistema se va cerrando para no dejar pasar a la izquierda antisistema, esa que amenaza sus pactos de poder, sus pactos de impunidad, sus pactos de corrupción, la serie de intereses creados entre quien gobierna y grupos fácticos como los medios, otra vez, algunos; los empresarios, no todos; el Ejército, sus élites; la Iglesia, sus altas jerarquías; el narco y la delincuencia organizada, no los infelices que delinquen por hambre, sino los de mero arriba.

Es el caso entonces que la ciudadanía, aquella que vota, está presenciando como una y otra vez PRI y PAN se reparten el poder, ganado primero uno y luego el otro, y luego el otro y después el uno. ¿Lo anterior hará suponer que el próximo año el PAN volverá a la presidencia? Es pregunta.

Los resultados de las elecciones del hambre que permiten simular la existencia de una democracia podrían dar como los principales ganadores al PRI en el Estado de México, si el fraude anunciado continúa y se confirma; al PAN, en Nayarit y Veracruz, mientras aún se discute el triunfo de uno de ambos en Coahuila; al PRD, que con Juan Zepeda se da un respiro para frenar unos días más su debacle.

Se podría afirmar que MORENA también gana al colocarse como “supuesta” segunda fuerza en el Estado de México y en Veracruz, y como posible tercera fuerza en Coahuila y Nayarit. Aunque cabe preguntarse si eso le da para competir por la presidencia en el 2018, ganarla y “perderla” por tercera vez.

*La Dra. Ivonne Acuña Murillo es académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México 

 

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