Museos mexicanos, en crisis de público, recursos y operación

Vie, 13 Mayo 2016
Muchos museos inviables sobreviven a la espera de ser cerrados o rescatados por el Estado: Alberto Soto, coordinador de la Maestría en Estudios de Arte de la Ibero
Recintos no pueden limitarse a ser el sustento ideológico del régimen político, ni salones de banquetes para funcionarios
  • Alberto Soto, nuevo coordinador de la Maestría en Estudios de Arte de la Ibero

Con la proliferación cada vez mayor de museos en México, estos atraviesan una grave crisis no sólo de público y de recursos, sino de posibilidades, pues la mayoría sigue operando con los mismos esquemas, señaló el doctor Alberto Soto Cortés, coordinador de la Maestría en Estudios de Arte de la Universidad Iberoamericana.

En el marco del Día Internacional de los Museos, a celebrarse el próximo 18 de mayo, apuntó que existen muchos museos que no tienen viabilidad con los esquemas actuales, por lo que sólo sobreviven a la espera de ser cerrados o rescatados por el Estado.

“Esto lo hemos visto no sólo con la reorganización del sector cultural en México y con la realidad económica nacional, sino también en el hecho de que no hay alternativas financieras para las instituciones culturales con los esquemas actuales”, añadió.

Los museos mexicanos como instituciones que tuvieron o tienen objetivos directamente ligados con la educación, y como un espacio donde todos pueden tener acercamiento al patrimonio, y por lo tanto al conocimiento, “nacieron bajo una visión extremadamente optimista”, señaló el experto, quien precisó que ha llegado el momento de replantear por completo a las instituciones culturales y museísticas del país.

El académico lamentó que no ha sido posible contar con instituciones que cumplan con sus misiones básicas y que hayan logrado el acceso libre y democrático para todos los sectores culturales. A esto se suma que no han podido establecer programas de generación de conocimiento y áreas de investigación, limitándose a efectuar revisiones temáticas de sus propias colecciones, desarrollando pocas innovaciones pedagógicas.

Por el lado de la tecnología, “esta se abría hace 10 o 15 años como una oportunidad pedagógica que no ha rendido los frutos buscados en ese momento”.

“Muchos estamos convencidos de que esta crítica a los museos es necesaria para profundizar en las alternativas que necesitan. Creemos que la propia crítica tendría que incidir ya en políticas públicas”, añadió.

“Nos enorgullecemos de la enorme cantidad de museos en México, se les ve como entidades turísticas que visten el ser cultural del país, pero poco se hace para que estos museos correspondan a las necesidades de las realidades mexicanas”.

El problema, aseguró, proviene de la visión del Estado, que desconoce la función de las instituciones museísticas.

“Un museo nacional no puede ser el sustento ideológico del régimen político, no puede ser el salón de banquetes del presidente en turno. Estaríamos desperdiciando las oportunidades que manan de la reflexión para hacer de estas instituciones actores que cumplan con sus cometidos, muchas veces desconocidos incluso por nosotros”, dijo.

“No es posible tener museos nacionales que sólo son museos de la Ciudad de México, que no tienen alcance nacional”, añadió.

A esto se suma la autocomplacencia de los actores culturales en congresos, coloquios y seminarios, en los que sólo presumen sus experiencias y logros desde un punto de vista positivo, sin autocrítica de por medio.

Como propuesta, el académico señaló la necesidad de generar vías para que la industria y las empresas conozcan la importancia de la investigación patrimonial. El sector inmobiliario, dijo, debería trabajar y apostar a la investigación dentro de los museos, o a la colaboración entre universidades y museos para mantener el patrimonio inmueble nacional.

“Existe una serie de actores que podrían tener cabida dentro del financiamiento de las instituciones museísticas, sean públicas, privadas o de asociación mixta. Comúnmente se asume que es tarea única del Estado dotar de esos recursos”, indicó.

Un ejemplo de buenas prácticas ha sido el Museo Nacional de San Carlos, institución federal que ha establecido un programa para llevar contenidos del museo a comunidades marginadas, en el entendido de que es un museo nacional que no puede limitarse a lo urbano. 

JTGI/ ah

 

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