Por ser jóvenes y migrantes los discriminan doblemente

Mar, 19 Abr 2016
• En la Ibero realizan “Mesa de diálogo con personas refugiadas y retornadas”
  • Andremar Galván, integrante del Colectivo de Apoyo para Personas Migrantes
  • Nélida Herrera y su hijo David, refugiados colombianos en México
  • José Luis Loera, de Casa de Refugiados

Por ser jóvenes y migrantes las personas retornadas a México son discriminadas doblemente por una sociedad adulto-céntrica y patriarcal, dijo en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México Andremar Galván Serrano, integrante del Colectivo de Apoyo para Personas Migrantes (Coami).

Durante el V Encuentro "Ellas y ellos tienen la palabra", organizado por el Programa de Asuntos Migratorios de la Ibero, Galván habló en la "Mesa de diálogo con personas refugiadas y retornadas" sobre las juventudes migrantes retornadas, las cuales poseen un alto capital social, humano y cultural, y contribuyen al desarrollo y beneficio de las comunidades que les acogen.

El perfil de estos jóvenes en México, quienes concentran un gran porcentaje de los migrantes indocumentados, es: tener entre 16 y 35 años y provenir principalmente de Honduras, El Salvador y Guatemala, de donde migraron por la violencia generalizada y normalizada en sus contextos.

Dentro de este grupo, los jóvenes de entre 15 y 17 años son uno de los más vulnerables al no existir protección jurídica para ellos; pues cuando son detenidos quedan en un estado jurídico indeterminado, porque no pueden ser canalizados al DIF -como sucede con los niños, como establece la Ley de Migración- y por tanto son enviados a estaciones migratorias, y son a quienes el Instituto Nacional de Migración intenta deportar inmediatamente.

En el caso de los migrantes mexicanos en Estados Unidos su perfil es haber nacido en México y desde pequeños haber migrado a la Unión Americana, donde hicieron amistades y realizaron estudios, la mayoría hasta bachillerato. Empero, en ese país están en una encrucijada porque aunque podrían ingresar en la universidad viven con el constante riesgo de ser deportados, y sufren discriminación, violencia física, verbal y psicológica, por su condición racial y migratoria.

Al ser retornados a México son discriminados por otros mexicanos por hablar inglés, y generalmente no cuentan con recursos económicos para cursar estudios universitarios, ya que deben trabajar para ayudar a la economía familiar. Estos jóvenes migrantes se establecen principalmente en las ciudades de Tijuana, Monterrey, Guadalajara, Ciudad Juárez; y en los estados de Tamaulipas, Michoacán, Chiapas y Ciudad de México.

Entre los principales problemas que enfrentan están el que no se les garantice el ejercicio efectivo y pleno goce de sus derechos humanos, por no contar con un documento de identidad acreditado por instancias públicas o privadas, y por no existir políticas de inclusión para los jóvenes migrantes retornados.

Sus principales derechos vulnerados son: a la identidad, a la salud, a la educación y al trabajo digno. El primero, al carecer de documentos de identidad (mexicanos), lo que les impide tener acceso a programas sociales públicos, a abrir cuentas bancarias y hasta se pone en tela de juicio sus lazos consanguíneos, necesarios para el trámite de documentos oficiales -como actas.

El segundo los deja sin acceso a la seguridad social, a una atención médica y a acompañamiento psicológico. En el ámbito educativo no se les reconocen sus certificados de estudio; no existen mecanismos para que estos jóvenes puedan participar en procesos de selección a las universidades públicas mexicanas, no hay programas de inclusión para ellos que tienen como lengua materna el inglés. Y en el panorama laboral suelen sufrir explotación en centros de atención telefónica y no se les permite ingresar al seguro de desempleo.

Por lo anterior, Galván Serrano mencionó que es una tarea pendiente del Estado mexicano estar preparado para recibir a estas juventudes migrantes, independientemente del contexto del que provengan.

Refugiados

En la "Mesa de diálogo con personas refugiadas y retornadas" también participaron Nélida Cecilia Herrera y su hijo David, refugiados colombianos con 18 años de residencia en México, quienes huyeron de la violencia en su país.

Nélida recordó cómo varios miembros de su familia fueron asesinados, por lo cual emigraron a Costa Rica, país que en ese entonces no solicitaba visa; pero después por iniciativa de su esposo decidieron venir a México en busca de mejores oportunidades de trabajo.

Su hijo recordó que recién llegados a nuestro país, mientras vivían en un hotel de paso, él la pasaba jugando con otros niños migrantes, procedentes de Honduras, Haití y Congo.

Y aunque desde el año 2010 él y su familia se naturalizaron mexicanos, David nunca ha dejado de reconocer que es refugiado, pues esta experiencia le ha ayudado a crecer y fortalecerse como persona en muchos aspectos.

Hoy David colabora con Casa de Refugiados, desde donde envía el mensaje de que en la sociedad tenemos que trabajar en tener mejores procesos de integración y en abrir espacios de ayuda a los refugiados, con el fin de crear un mundo mejor.

José Luis Loera, de Casa de Refugiados, comentó que han hecho un proceso muy rico de integración de los refugiados en México, nación en la que se puede apostar por la justicia, el trabajo y la dignidad.

Para la integración de los migrantes, dijo tener centrada su esperanza en la sociedad civil, en aquellos microempresarios dispuestos a dar trabajo a las personas refugiadas.

Pedro Rendón

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