Temporada de huracanes 2016: paradigmas en contraposición

Vie, 20 Mayo 2016
Por: Dr. Alfredo Sandoval Villalbazo, director del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México
  • Dr. Alfredo Sandoval, director del Departamento de Física y Matemáticas de la IBERO

Las imágenes de destrucción asociadas con el término huracán son muy conocidas por todos nosotros. De acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), el número de desastres naturales asociados con huracanes se ha incrementado de manera significativa en las últimas décadas.

Si bien no es correcto asociar cada suceso extremo con el fenómeno de cambio climático, es un hecho que el aumento del nivel del mar debido al calentamiento global agrava los efectos de tormentas tropicales, ciclones y huracanes.

Un caso paradigmático es el del huracán Sandy, el cual afectó gravemente la ciudad de Nueva York en el año 2012, en coincidencia con una etapa de marea alta, y generó un aumento atípico del nivel del mar costero, de 4.2 metros en las costas de Manhattan. Este tipo de sucesos obliga a las sociedades a incrementar sus conocimientos especializados sobre estos meteoros y a establecer medidas de alerta temprana para proteger a las poblaciones.

Contrariamente a lo que ocurre con fenómenos cuyas leyes físicas son de carácter lineal, fenómenos como los huracanes no admiten la posibilidad de ser anticipados oportunamente más allá de unos cuantos días.

En los fenómenos deterministas, tales como las órbitas planetarias y el movimiento de proyectiles, la capacidad de predecir efectos y resultados es prácticamente ilimitada y permite planeaciones rigurosas con un margen de error mínimo.

En contraste, los sucesos climáticos son un tipo de fenómeno aleatorio cuya descripción matemática involucra el uso de promedios estadísticos que evolucionan en el espacio y en el tiempo de manera compleja.

La herramienta para establecer analíticamente los rasgos fundamentales de un huracán, tales como la intensidad de los vientos y su trayectoria, corresponde al estudio de las llamadas ecuaciones de transporte de la física de fluidos; desafortunadamente éstas se encuentran alejadas del ámbito profesional de la mayor parte de las poblaciones.

Sin embargo, los resultados del tratamiento matemático son fácilmente visualizables utilizando mapas dinámicos en los cuales es posible identificar escalas, temperaturas e intensidades de las ráfagas de los vientos. Los modelos matemáticos son fácilmente verificables con fotografías satelitales y con lecturas de los sensores de alta precisión (que funcionan con GPS) que desde hace años han sido instalados en diversos puntos de riesgo en todo el planeta.

Un término común que puede orientar al lector para comprender por qué se tiene una capacidad muy limitada de prevención ante este tipo de catástrofes es el llamado efecto mariposa. Pequeñas perturbaciones sobre un sistema complejo son capaces de generar grandes efectos en tiempos relativamente cortos.

Las perturbaciones en un sistema atmosférico usualmente se amortiguan por efectos disipativos tales como la viscosidad del aire y la aleatoriedad de los movimientos a nivel molecular. Sin embargo, la presencia de fuerzas termodinámicas, tales como diferencias de temperatura y presión en distintos puntos del sistema, pueden activar efectos turbulentos de alta intensidad.

Dado que la temperatura del mar aumenta ligeramente debido al cambio climático, en principio se incrementa el valor de las fuerzas termodinámicas y, por tanto, la magnitud del meteoro1. Sin embargo, es pertinente considerar fenómenos más locales, como la corriente El Niño (ésta corresponde a un aumento anómalo de la temperatura de las aguas en épocas navideñas).

Dado que este fenómeno finaliza un ciclo durante mayo, es posible que en este 2016 los mares no sean lo suficientemente cálidos como para originar catástrofes como las causadas por los huracanes Katrina y Odile.

Ambos factores parecen estar enfrentados, por lo que no existe un panorama claro en referencia a la actual temporada de huracanes, la cual oficialmente comenzó el pasado 15 de mayo.

El pasado miércoles 17 de mayo, el National Hurricane Center anunció completa tranquilidad tanto en las costas del Atlántico como en las del Pacífico, en el hemisferio norte del continente americano, pero el pronóstico es cauteloso y es únicamente válido por 48 horas2.

La existencia de contingencias derivadas de la presencia de huracanes durante los siguientes meses es inevitable, pero dado que es imposible establecer un cronograma de fechas y lugares para ellos, es esencial contar con las previsiones apropiadas para afrontar eficientemente las emergencias, y para aumentar el acervo de información necesaria para comprender con mayor profundidad la ciencia inherente a estos sistemas complejos.

1   K. Emanuel, “Hurricanes: Tempests in a greenhouse”, Physics Today 59 (8) pp 74-75 (2006).
2       La formación y evolución en trayectoria e intensidad de huracanes que pueden afectar el hemisferio norte de nuestro continente puede seguirse en tiempo real en la dirección  electrónica    http://www.nhc.noaa.gov/

prl/ ah

 

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