Violencia del crimen y del Estado están ligadas a la masculinidad

Lun, 16 Oct 2017
La respuesta del Estado mexicano al crimen se enmarca en una visión androcéntrica, de quién es más fuerte: presidente de la CEAV
  • Jaime Rochín, presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas.

Las manifestaciones violentas de la criminalidad se encuentran íntimamente ligadas al mantenimiento de una masculinidad agresiva, toda vez que existe una relación entre la violencia machista y misógina con las relaciones de poder y la lucha por el poder, dijo el maestro Jaime Rochín del Rincón, presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).

Esa violencia celebra lo macho mediante terribles despliegues de saña, opulencia y dominio de unos sobre otros, y supedita lo femenino. “Basta recordar numerosos casos en los que se han abandonado cuerpos de hombres vestidos con ropa íntima de mujer, como una forma de dominar a la persona, de humillarla, de ridiculizarla. Lo vuelven femenino, como si fuera eso algo negativo”.

Rochín mencionó esto en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, a la que acudió como ponente de la conferencia ‘Cultura machista en México y cómo afrenta a la protección de los derechos LGBTTTIQ y la equidad de género’, que formó parte del ‘Congreso Cultura IBERO 2017’, organizado por la Sociedad de Alumnos de Relaciones Internacionales.

Ahí, el titular de la CEAV añadió que esa violencia machista se extrapola a las relaciones políticas de la construcción del Estado, que en México ha tomado la posición “del macho poderoso que va contra el otro macho que comete el delito; y a ver quién puede más”.

Esa forma que tiene el Estado mexicano de responder al crimen se enmarca en una visión androcéntrica  que configura estructuras de violencia entre éste y su contraparte. “Las estrategias de combate a la criminalidad, dentro y fuera del país, reproducen las técnicas masculinistas de despliegue extremo de fuerza, para ver quién es más fuerte; exponiendo a la ciudadanía a una alta condición de vulnerabilidad”.

Todo lo anterior deja ver que la misoginia y la homofobia son dos caras de la misma moneda masculinista que cobra numerosas víctimas. “Si estamos tan obsesionados con el tema de la violencia, de que pare la violencia, y no más violencia y no más sangre, etcétera, lo que hay que combatir en buena medida es el machismo, es la misoginia, que es la causa en buena medida de estas relaciones de poder”.

Mucho se transformaría la sociedad mexicana, en los temas ordinarios de la vida y de la política, si se cambiara esa lógica machista y misógina, de no respetar al diferente, de no respetarse entre todos, consideró.

Violencia de género en familias tradicionales

Jaime Rochín también comentó que de acuerdo con el investigador Carlos Fonseca Hernández, en las sociedades occidentales actuales existe un sistema jerárquico de valores para los actos sexuales. 

Al respecto, el Presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas explicó que hay una ‘frontera imaginaria’ que divide al sexo en bueno y malo. El primero es el natural y sagrado, es el que es heterosexual, monógamo, reproductivo y no comercial. El malo, es el sexo homosexual, promiscuo, no procreador y que está fuera de matrimonio; por lo que se considera anormal y antinatural.

Esta distinción “se enmarca en un límite trazado por las instituciones que en la modernidad se han erigido protectoras de lo que muchos llaman la familia tradicional, rechazando otros modelos de convivencia social, bajo el argumento de que dichas relaciones, en el terreno de lo malo, son repulsivas, son corruptas, son violentas”.

Empero, tal dicotomía “ignora el hecho de que muchos esquemas de violencia familiar, sexual y de género se dan precisamente en el seno de las familias tradicionales y de relaciones heterosexuales con cierta permisividad. Lo que ellos llaman sexo bueno está lleno de permisividad de cosas absolutamente violentas, violatorias de los derechos de las mujeres, y son permitidas porque están de lado bueno”.

Texto y foto: PEDRO RENDÓN/ICM

 

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