El mercado se ha apropiado de la educación; necesitamos reinventarla: Rector

Mié, 21 Nov 2018
El Mtro. David Fernández Dávalos afirma que la educación ya no lucha contra el sometimiento, ahora tiene un valor de intercambio
Señala que las escuelas que necesitamos favorecen el equilibrio entre la iniciativa individual y el trabajo en equipo
  • Mtro. David Fernández Dávalos, S. J., Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y Tijuana.
  • La Dra. Hela Varela, el Mtro. David Fernández, la Mtra. Alma Polo y el Mtro. Juan Luis Hernández, tras inaugurar la 'Cátedra Ignacio Ellacuría'.

“La primera tragedia que debe ser urgentemente reparada es la desvalorización de sí mismo que siente el hombre y que conforma el paso previo al sometimiento y a la masificación. Hoy el hombre no se siente un pecador, se cree un engranaje, lo que es trágicamente peor”. Ernesto Sábato

´Para una educación distinta’

Primera parte: ¿Todavía se necesita una educación distinta?

En este siglo XXI, el de la humanidad integrada, el mercado se ha apropiado de la educación, que ya no es más el instrumento para luchar contra el sometimiento y la ignorancia, “sino un bien que se adquiere y se posee, que tiene un costo de producción y un valor de intercambio”; por tanto, no son pocos los estudiantes que creen que el profesor les vende sus conocimientos, que les abrirán las puertas del éxito individual, dijo el Mtro. David Fernández Dávalos, S. J., Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México·Tijuana.

En su conferencia magistral ‘Para una educación distinta’, que dictó en la ‘Cátedra Latinoamericana Ignacio Ellacuría: fronteras ellacurianas para encargarse de la realidad’, agregó que como corolario de lo anterior existe una tendencia a concebir los recursos que el Estado destina a la educación, ya no como un acto de justicia o de cumplimiento de un deber público, sino como un gasto, una inversión, un subsidio.

En consecuencia, el derecho a la educación se ha convertido en derecho a tener servicios educativos, se ha convertido en demanda, y ésta se ha convertido en 'clientela escolar'. El proyecto de formar sujetos autónomos y libres se ha transformado en producción de recursos humanos, y los antiguos criterios de evaluación son ahora estándares de calidad. “Se transforman así los ciudadanos en demandantes y clientes de servicios educativos, de la misma manera que son demandantes o clientes del servicio de agua o de electricidad”.

Los conceptos que ahora empujan la educación hacia el mercado son la globalización y la sociedad del conocimiento, donde la primera se presenta como el principal valor productivo y social. Así, la educación es vendida como la vía privilegiada, abierta para todo el mundo, dicen, “sin acepción de personas ni de grupos sociales para tener acceso a la clase mundial”, señaló el maestro Fernández.

Mencionó que el investigador de temas educativos, Pedro Gerardo Rodríguez, hizo notar que antes el horizonte de la escuela era el mundo del trabajo. Sin embargo, hoy el referente es un mundo sin trabajo; por empresas que ya no pretenden generar nuevos puestos de trabajo, sino transformarlos y sustituirlos por o con las nuevas tecnologías. “Para la globalización, como ideología del libre mercado irrestricto y totalizador, sin controles éticos, políticos o legales, ya no existen ciudadanos, sino consumidores, clientes potenciales que demandan servicios”.

A partir de este diagnóstico, el Rector consideró que “nos resulta urgente encarar la necesidad de inventar, de impulsar, de desarrollar una educación diferente a la que nos han venido ofreciendo en nuestro subcontinente y en el mundo quizá; o de la que hemos venido nosotros mismos impartiendo”.

Porque el humanismo que ha caracterizado al pensamiento occidental desde su origen ha sido “expulsado por el embate de la racionalidad económica, productivista, que todo lo arrasa. La fe en el ser humano, en las fuerzas que lo sostenían, se ha quebrado en el corazón de la humanidad”.

Cátedra Latinoamericana Ignacio Ellacuría

El Mtro. Fernández Dávalos consideró que la 'Cátedra Latinoamericana Ignacio Ellacuría' fue una oportunidad inmejorable para compartir “el proyecto de Universidad que queremos impulsar, y preguntarnos si de veras esto es posible o si no estamos soñando”. Si lo que él pretende hacer en la IBERO es verdaderamente posible o es algo ilusorio, y no será posible presentar ninguna alternativa a un proyecto económico “que nos va a avasallar”.

Su conferencia ´Para una educación distinta’ la presentó en tres partes. En la primera, partió de preguntarse si todavía se necesita una educación distinta, o no; en la segunda, abordó qué intentaría hacer el Sistema Universitario Jesuita (SUJ) en México –al que pertenece la IBERO- para apuntalar esa educación distinta que sí se necesita; y en la tercera, habló de qué posibilidades ofrece la realidad para que pueda realizarse o no esta educación distinta.

Pero no sólo habló de una Universidad distinta; sino también de un proyecto educativo diverso para México, para la educación pública, para la educación privada, para la educación básica, la media y la superior.

Así pues, durante su ponencia, el Padre David Fernández compartió lo que considera tienen como tarea para el futuro los educadores y los funcionarios educativos en el impulso de una educación pertinente para este siglo XXI; y lo hizo desde la inspiración de Ignacio Ellacuría. “Lo hago, como diría Kierkegaard, con temor y temblor, pero sin duda esperanzado”.

Para una educación distinta

¿Por dónde iría una educación distinta? Frente a una orientación hacia al mercado, el Informe Delors (1996) postulaba para todos los países en el mundo la necesidad de una nueva idea de educación, orientada a valores. Decía que lo hay que hacer es: aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a convivir. “Estas cuatro, son las divisas torales para una educación pertinente para el mundo de hoy, según este informe”; y “estos aprendizajes han querido guiar el trabajo educativo de nuestras universidades jesuitas en el último tiempo”.

Un grupo de Premios Nobel tradujo esas intenciones en seis principios clave que también pueden indicar qué tipo de educación se requiere hoy, y que son necesarios incorporar en la educación para este siglo XXI.

  1. Respeto por la vida. Una concepción y práctica educativas que se opongan al racismo, la discriminación en la educación y la sociedad por motivos de estado civil, orientación sexual, religión, opinión política, situación económica, etcétera; y que en cambio promueva el respeto por distintas tradiciones y culturas en los países, y que procure la igualdad de género.
  2. Que mueva a rechazar la violencia. Sea física, sexual, económica, social o psicológica. Que capacite para la resolución pacífica de las controversias y eduque para la paz.
  3. Que enseñe a compartir con los demás. Que esté cercanamente vinculada con valores como justicia social y justicia económica.
  4. Que lleve a escuchar para entender. Que acoja la diversidad cultural, provea de elementos para el entendimiento y garantice la libertad de expresión.
  5. Conservación del planeta. La educación ha de impulsar el uso racional de los recursos, para un desarrollo sostenible.
  6. Ha de hacer redescubrir la solidaridad. Propiciar la plena participación de todas las personas. La incorporación con equidad, de las mujeres, de los indígenas, de todos los sectores marginados del desarrollo.

Necesaria, una educación que condene el individualismo

Al tomar como referencia a Ernesto Sábato, el Rector comentó que el escritor y ensayista dijo que es crucial comprender que la primera huella que la escuela y la televisión imprimen en el alma del chico es la competencia, la victoria sobre sus compañeros y el más enfático individualismo; ser el primero, ser el ganador.

“Junto con el argentino, pienso que la educación que damos procrea el mal; porque lo enseña como bien. La piedra angular de nuestra educación se asienta sobre el individualismo y la competencia. Genera una gran confusión enseñar cristianismo y competencia, individualismo y bien común, y dar a nuestros alumnos largas peroratas sobre la solidaridad, que se contradicen con la desenfrenada búsqueda del éxito individual para lo cual los preparamos”.

Así por el contario, las escuelas que se necesitan son las que favorecen el equilibrio entre la iniciativa individual y el trabajo en equipo; que condenan el feroz individualismo, “que parece ser la preparación para generar seres humanos que son lobos para otros seres humanos”.

Además se tiene que reaprender lo que es gozar. “Estamos tan desorientados que creemos que gozar es ir de compras. Un lujo verdadero, insiste Sábato, es un encuentro humano, un momento de silencio ante la Creación, el gozo de una obra de arte o de un trabajo bien hecho”. Pero los estudiantes están estresados como nunca en la historia de la humanidad, precisamente por los imperativos de triunfo y de competencia.

Asimismo, si no se realiza  una educación que muestre la realidad desnuda -la nuda realidad dice Zubiri, y que retoma a Ellacuría-, que a la vez promueva el desarrollo de facultades humanas que están deteriorándose, o que la razón instrumental ha menospreciado, como la imaginación, la creatividad, la intuición y el juego, entonces lo que se va a perder es el ser humano.

El Padre mencionó que aparte de estos principios que atienden a los contenidos de la educación distinta que se requiere, existen otros rasgos imprescindibles del entorno o del sistema educativo para que éste sea pertinente a la realidad: participación social, acceso equitativo, justicia y derecho a la educación.

“Todo el mundo está de acuerdo, al menos en teoría, en que para la gestión de la escuela se requiere hoy de un enfoque democrático participativo. Pero tanto la escuela, como el sistema educativo y el aula misma, tienden a funcionar de manera autoritaria y autárquica. El conocimiento escolar tal cual lo reproducimos es generalmente autoritario en sí mismo, descansa en informaciones ciertas, incuestionables, en explicaciones; y no en comunicaciones o en procesos de búsqueda”.

En el proceso educativo pesan más las certezas del maestro, no las intuiciones o saberes previos de los educandos; y como las verdaderamente importantes, pesan más las preguntas que plantea el profesor, que las que tienen los alumnos. 

En la escuela, en palabras de Pedro Gerardo Rodríguez, los maestros sufren el Síndrome de Penélope, lo que ellos quieren tejer de día, los padres y las pantallas lo destejen de noche. “Por eso se resisten precisamente a la participación de los papás o a la participación social en la educación. Además, el imaginario social ubica al Estado mexicano como un Estado educador, por lo que resulta superflua la participación de la sociedad civil en la educación”, dijo el Rector.

¿Equidad y justicia en la educación?

Además, en todo el sistema educativo nacional perviven todavía “a pesar de esa mal llamada reforma educativa, los rasgos burocráticos y de gestión corporativista que lo han caracterizado en los últimos 70 años”, y una creciente desigualdad social y pobreza que afligen a la mayoría de mexicanos y mexicanas, que hacen más difícil la participación de amplios sectores de la sociedad.

Se requiere entonces de un nuevo concepto de participación ciudadana que implique necesariamente que es la sociedad la que educa a sus miembros. “Necesitamos un cambio de actitud de los maestros, tanto dentro como fuera del aula, e incentivos también sistémicos, para que esa participación se dé” y se supere el aislamiento del propio sistema educativo del conjunto social.

Respecto de la equidad y la justicia en la educación, dijo que es fácil constatar que la educación que hoy  se imparte en lugar de ser un mecanismo para la igualdad se ha convertido en un mecanismo más de segregación social.

“Educación de primera calidad para los sectores pudientes de la población; y mediocre o francamente mala para los grupos mayoritarios, económicamente desfavorecidos. Esto es así porque ha sido la demanda, como dije, el mercado, lo que ha determinado el funcionamiento del sistema educativo”.

En ese sentido, el Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México·Tijuana advirtió que las oportunidades reales no pueden medirse sólo por la posibilidad de acceso a la escuela -en México se tiene cobertura universal en primaria y secundaria-, sino por los resultados del paso por la escuela. “Tener igualdad de oportunidades significa hoy, tener resultados educativos equivalentes; cosa que no se verifica en absoluto”.

“Por todas estas razones que he esgrimido, porque la educación en su corazón se ha pervertido y porque el funcionamiento del sistema educativo y de la escuela también resulta hoy un problema social mayúsculo, es que necesitamos una educación diferente”.

Texto y fotos: PEDRO RENDÓN/ICM

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