El despliegue de 6 mil 60 elementos de la Guardia Nacional (GN) en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México anunciado esta mañana, genera más preguntas que respuestas. Ernesto López Portillo, coordinador del Programa de Seguridad Ciudadana de nuestra IBERO, destaca y desglosa los cuestionamientos más preocupantes, los cuales, por sí mismos y quizá precisamente porque no han sido respondidos, llaman la atención para su análisis.

Esta mañana, durante la conferencia presidencial en Palacio Nacional, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, señaló como “fuera de lo normal” episodios en el Metro que han ocurrido en los últimos meses, tales como el choque de trenes en la Línea 3 el reciente sábado, que dejó una persona fallecida y un centenar de lesionados, por lo que indicó que “me permití hablar con el presidente de la República y solicitarle la presencia de la Guardia Nacional en el Metro de la Ciudad de México”.

Surge la pregunta: ¿Por qué la GN al Metro? “No sabemos”, lamenta López Portillo. No se sabe si el diagnóstico que fundamenta la decisión es técnico o político. En caso de ser técnico, explica, hay riesgos y amenazas que requieren la intervención inmediata de la GN, por lo que cabe preguntar: ¿cuáles son esos riesgos y amenazas? Y en cuanto a la expectativa, ¿dónde está la información que nos enseñe que la GN dará una respuesta mejor, o diferente, o complementaria respecto de la Policía de la Ciudad de México?, cuestiona el académico.  

“El Gobierno de la Ciudad nos ha dicho y nos ha demostrado una importante inversión para mejorar a la Policía de la CDMX”, dice el especialista en seguridad. “En este Programa podemos decir que hemos logrado confirmar algunas mejoras importantes a la Policía de la Ciudad de México, como la estrategia Alto al fuego”. Por ello, él pregunta: ¿Por qué si el Gobierno nos enseña y nos dice frecuentemente que la Policía de la CDMX mejora, necesitamos a la GN?

No se conoce con precisión la utilidad de la Guardia Nacional

La implementación de la GN en el Metro, que de acuerdo con Sheinbaum durará “algunos meses, y se va a ir evaluando conforme vayan pasando los días”, nos recuerda que aún “nos falta información para saber para qué sirve la Guardia Nacional”, con base en evaluaciones técnicas hechas con las herramientas adecuadas, indica López Portillo. El Programa que coordina ha preguntado insistentemente, sin conseguir respuesta, sobre las evaluaciones de impacto de procesos, de resultados y presupuestal de la GN.

Otra pregunta inquietante es: ¿hay cambios en las dinámicas de las organizaciones delictivas en los lugares donde ha intervenido la GN? ¿Hay cambios en las dinámicas de otras violencias: en violencia familiar, contra las mujeres, en los espacios laborales, en transporte público, en otros delitos? Nuestro especialista IBERO señala contundente que “no tenemos una respuesta formal del Estado Mexicano que nos permita hacer relaciones causales comprobadas de la utilidad de la GN”, no se sabe bien a bien cuál ha sido su impacto.

Otro punto no resuelto es el estatus jurídico de esta institución de seguridad, menciona López Portillo, pues aún está en litigio su adscripción a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), “no tenemos todavía las decisiones de la Suprema Corte que estamos esperando para que se responda a todos los recursos que se han interpuesto para interpelar el carácter militar de la Guardia Nacional”.

En realidad, nos comenta, hay dos diferentes representaciones, dos Guardias Nacionales: la constitucional, que es civil, y la real, que es militar. Y desde la perspectiva del Programa de Seguridad Ciudadana de la IBERO “es evidente que la GN no cumple con el perfil que la Constitución ordena”, por lo que hay una contradicción estructural de gran calado.

Texto: Yazmín Mendoza

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