¿Qué pasó en juego Querétaro-Atlas? Docentes analizan fenómeno violento

Lun, 14 Mar 2022
Querétaro vs Atlas tuvo que haberse manejado como partido de alto riesgo
Los protocolos de seguridad en muchos estadios del país son deficientes
Académicos analizan la ‘Violencia en el futbol mexicano: caso Estadio La Corregidora de Querétaro’
  • La policía es un tercer protagonista que debe de mantener una comunicación con los barristas (Pixabay).

El encuentro Querétaro-Atlas, del pasado sábado 5 de marzo, tuvo que haberse manejado como partido de alto riesgo, como un América-Pumas o un Pumas-Cruz Azul, mencionó Mónica de la Vega, académica enfocada en grupos organizados de aficionadas femeninas en porras y barras, durante el conversatorio Violencia en el futbol mexicano: caso Estadio La Corregidora de Querétaro.

En esta actividad del Seminario itinerante de estudios sociales del deporte, coorganizada por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, dijo que, “sin quitarle responsabilidad al que golpeó y al que incitó, de las dos barras”, también era parte de la responsabilidad de la seguridad pública el poder manejar la situación. Sin embargo, a ella le “movió mucho” ver la falta de seguridad que hubo, los escasos elementos de seguridad, públicos y privados, dentro del estadio.

El Dr. Roger Magazine Nemhauser, director del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la IBERO, añadió que durante los últimos 20 años los integrantes y líderes de las barras han insistido en la necesidad de crear protocolos de seguridad dentro y fuera de los estadios, para evitar enfrentamientos entre aficionados rivales. Mas reclaman que han sido ignorados por las autoridades estatales, por la Federación Mexicana de Futbol y por los clubes y, por lo tanto, “los protocolos de seguridad en muchos estadios del país son deficientes”.

Los integrantes de las barras, “quienes han sido prácticamente demonizados por muchos medios de comunicación y varios legisladores”, insisten en que su propósito de ir al estadio es apoyar a su equipo y, definitivamente, no para pelear contra los rivales. A pesar de esto, reconocen que su pasión por sus equipos puede llegar a generar conflictos con los rivales, por lo tanto, quieren protocolos de seguridad que eviten conflictos y violencia.

Los medios, insistió, han declarado como culpables a las barras de los dos equipos, pero aparte de estas conclusiones, no han hablado del papel “jugado, o más bien no jugado”, por los elementos de seguridad, las autoridades estatales y los clubes. Y aunque Magazine opina que todos los culpables deben ser juzgados y castigados según la ley, es necesario no sólo culpar a los barristas “si otros estuvieron involucrados o no hicieron su trabajo de forma apropiada”.

Tampoco es apropiado culpar a las barras como una categoría amplia, sin tomar en cuenta quiénes fueron realmente los que causaron los problemas. “Es importante que no generalicemos y no culpemos a todos los barristas, a todos los jóvenes aficionados al futbol, porque muchas veces no podemos distinguir quiénes son o no son de las barras”.

Para el Lic. Eduardo Santillán, profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM y especialista en legislación de estadios, lo que se percibió en el partido en Querétaro es que la seguridad la brindaba una empresa privada, “que no tenía los elementos técnicos ni humanos para poder enfrentar una situación de violencia dentro del estadio”; mientras que la seguridad ciudadana (pública) tardó mucho en poder ingresar al Corregidora.

Agregó que debe establecerse con claridad a quién corresponde salvaguardar la seguridad dentro del estadio y en las inmediaciones del mismo. Pero no se trata sólo de tener elementos de seguridad dentro de un estadio, “sino que existan los protocolos y la capacitación adecuada, porque es muy fácil caer en el abuso o en el exceso policiaco o, por el contrario, que se vean rebasados los elementos de seguridad”.

Y para Sergio Fernández, Doctor en Antropología Social por la IBERO y especialista en estudios sociales del futbol, la policía es un tercer protagonista que debe de mantener una comunicación con los barristas, desde una posición de “vamos a ayudarnos”.

Se supone, dijo, que hay reuniones previas entre los barristas y la policía, en donde detallan de dónde van a llegar y cuántos van a llegar, para que la policía esté al pendiente. “Yo lo llegué a ver en otro momento, dándole seguimiento al barrio de Iztapalapa, donde puntualmente había patrullas escoltando a pie y en patrulla a los barristas… Esto no lo vimos en Querétaro”.

Señaló que la seguridad en los estadios va acompañada por tres protagonistas: la barra visitante, la barra local y la policía; y esta última debe mantener su función de proteger y disuadir a los otros dos protagonistas, nunca confabular, “como lo hemos observado, hipotéticamente en Querétaro, al ver varias imágenes cuando abren los cercos”. Y es que, en las imágenes de los propios aficionados, grabadas con sus celulares, se observa “cómo la policía abre las vallas, las rejas”.

Esa acción, de darles acceso al campo, fue uno de los errores, pues en ese momento los desprotegieron. Y lo que se propone (para preservar la seguridad) es lo contrario, dividir a las facciones, alejarlas y crear espacios libres donde no se puedan acercar.

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