Investigadora: El futbol es un espacio donde la violencia tiene permiso
Los comentaristas del futbol que exaltan y crean rivalidades entre los clubes, los encontronazos entre jugadores, árbitros, entrenadores y cuerpo técnico en el campo de juego y la falta de seguridad en los estadios son el germen de las violencias alrededor del espectáculo sociodeportivo del futbol soccer, expresó la Dra. Natalia D’Angelo, coordinadora académica de la División de Investigación y Posgrado de la IBERO.
La Dra. Natalia D’Angelo analizó este tema luego de que el pasado 5 de marzo de 2022, en el estadio Corregidora de Querétaro ocurrieron disturbios que dejaron alrededor de 26 personas lesionadas al disputarse el encuentro entre Los Gallos Blancos del Querétaro y el Atlas del Guadalajara. Los actos violentos comenzaron en las tribunas cuando se enfrentaron las barras u organizaciones de fanáticos o hinchas de los equipos rivales. La violencia escaló hacia el campo de juego, donde familias completas buscaron ponerse a salvo en medio de la gresca.
La Dra. Natalia D’Angelo respaldó su análisis, publicado en el canal de YouTube de la División de Investigación y Posgrado, a partir de su tesis de doctorado titulada Violencia en el fútbol argentino: redes sociales y políticas estatales, la cual fue galardonada con el premio de la Academia Mexicana de las Ciencias a las mejores tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2012.
En su tesis, la Dra. Natalia D’Angelo se concentró en analizar la existencia de las barras bravas en Argentina que gozan de reconocimiento institucional y son las causantes del 60% de las violencias que se generan en los estadios y de las 341 muertes relacionadas al espectáculo del futbol, argumentó la socióloga.
Sin embargo, de acuerdo con la literatura académica sobre el futbol, existe un 40% de acciones violentas que son toleradas y son el germen que hace explotar las demás violencias. Éstas son fomentadas por periodistas, jugadores, cuerpo técnico, directivos, encargados de la seguridad y otros fanáticos que no son parte de alguna barra.
“El futbol es un espacio de permisividad de la violencia porque está basado en unas normas y valores asociados a la dicotomía entre gloria y humillación”. Expuso que el fenómeno de la violencia en el estadio Corregidora de Querétaro superó nuestra tolerancia. Pero hay niveles previos de violencia que no se condenan y son el detonante.
Este deporte tiene un doble discurso, reflexionó la investigadora: por un lado está lo colorido y pasional del negocio y, por otro lado, se condena cuando ocurren episodios de violencia y se responde de forma punitiva. Sí, hay que actuar contra todas las violencias que existen en el espacio sociodeportivo, pero no sólo contra la violencia de las barras.
En este sentido, vale la pena un mayor acercamiento, un conocimiento a fondo de las barras, conocer sus dinámicas y sus propósitos explícitos e implícitos. Indagar si todas se equiparan al manejo de un negocio asociado al futbol y a las violencias.
Las barras bravas en Argentina
En Argentina, la violencia en los estadios tiene una larga historia desde los orígenes del futbol; incluso antes de la profesionalización del deporte. Las barras o asociaciones civiles son los brazos de protección sin fines de lucro, con un nivel de pertenencia muy diferente a lo que pasa en México, que son independientes a los clubes, explicó la académica.
Las barras bravas argentinas nacen en los años ochenta del siglo XX con la figura del Abuelo, líder de las barras del Boca Juniors, con una estructura empresarial vinculada con negocios asociados a los clubes y políticos, líderes sindicales y la policía a disposición de la violencia, detalló la especialista en los estudios del futbol.
Son organizaciones puestas al servicio de la violencia. En México aún no llegan a esos niveles. En Argentina, las barras bravas ya no manifiestan su violencia en los estadios, sino que los conflictos se trasladaron al exterior con emboscadas, ataques, asesinatos.
La investigadora acotó que las barras bravas en Argentina son una empresa, están disciplinadas y han capitalizado la organización, pero no todos tienen los ingresos millonarios que obtienen los líderes que se enriquecen formando barras en el resto de latinoamericana.
Para finalizar, la académica recordó que las barras mexicanas nacen de las porras antiguas que son más familiares y barriales e independientes a los clubes, y cuya función es dar colorido al espectáculo. En cambio, en Argentina, son organizaciones civiles al servicio real de la violencia y ligadas a políticos, líderes sindicales e incluso a la policía.
Desde su perspectiva, México no ha llegado a esos niveles. Sin embargo, recalcó, cualquier tipo de violencia es condenable.
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