ANÁLISIS: Ciencia, antídoto para la desinformación sobre cambio climático
Charles David Keeling (1928–2005) fue uno de los primeros científicos que puso en evidencia la importancia de medir la cantidad de dióxido de carbono en nuestra atmósfera. La presencia de este compuesto inhibe la emisión de radiación de la superficie terrestre hacia el espacio exterior y genera un aumento de la temperatura global del planeta. A este fenómeno climático se le llama efecto invernadero.
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Keeling asoció correctamente la intensidad del efecto invernadero con la actividad de los seres vivos y realizó mediciones precisas para determinar las concentraciones de dióxido de carbono en varios puntos de la Tierra, en distintas estaciones del año. Actualmente, numerosos observatorios climáticos proporcionan en tiempo real los valores de las concentraciones de los gases asociados al efecto. A la curva correspondiente a la evolución del dióxido de carbono a través del tiempo se le llama curva de Keeling (ver figura 1).
La observación de la curva de Keeling permite identificar un incremento sostenido de los niveles de dióxido de carbono desde niveles de 315 partes por millón, en 1958, hasta aproximadamente 406 partes por millón, en enero de 2017.
El observatorio situado en la cima del volcán Mauna Loa, en Hawaii, difunde el valor diario de este indicador a través de su sitio web1 y de una cuenta de Twitter manejada en conjunto con la Universidad de California, en San Diego. El umbral de los 400 puntos fue superado oficialmente por primera vez en mayo de 2013 y aunque se han registrado vaivenes asociados con cambios estacionales, la tendencia ascendente se ha consolidado.
Existen cuatro observatorios de alta precisión adicionales al de Mauna Loa que confirman los datos mencionados. Éstos están situados en Samoa (Oceanía), en La Jolla (California), en Point Barrow (Alaska) y en el Polo Sur.
Adicionalmente, desde el primero de noviembre de 2016, la NASA se encuentra difundiendo mapas dinámicos obtenidos con el Observatorio Orbital de Carbón 2 (OCO-2, por sus siglas en inglés) que muestran la evolución de las concentraciones de dióxido de carbono en tiempo real, en distintas partes del globo terráqueo.2 China también tiene en órbita un satélite dedicado al monitoreo de dióxido de carbono atmosférico, el cual está funcionando desde diciembre de 2016.
Aunque la operación de todos estos observatorios es costosa, las mediciones realizadas en ellos son indispensables para que la humanidad obtenga información clara y transparente sobre indicadores correspondientes al cambio climático.
En días recientes, en los Estados Unidos se han presentado diversas posturas públicas cuestionando información referente al calentamiento global y a su relación con riesgos para la vida en el planeta.3 En este contexto, los datos públicos difundidos por observatorios de alta tecnología constituyen un antídoto para la desinformación, y un insumo de gran utilidad para la toma de decisiones en nuestras sociedades.
*Coordinador del Servicio Departamental de Física del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SIN), nivel II.
Referencias:
1 Los datos diarios sobre las concentraciones de dióxido de carbono obtenidas en el del Observatorio Mauna Loa pueden encontrarse en la dirección electrónica: https://www.co2.earth/daily-co2
2 La dirección electrónica correspondiente a la información del satélite OCO-2 es: http://oco.jpl.nasa.gov/
3 A. Sandoval-Villalbazo, “2017: Un año decisivo en la lucha contra el cambio climático”, Prensa Ibero, 2 de enero de 2017.http://ibero.mx/prensa/2017-un-ano-decisivo-en-la-lucha-contra-el-cambio-climatico
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