COVID-19: Experto analiza propuesta de AMLO para reactivar economía

Mar, 7 Abr 2020
Afirma académico que preocupa la falta de claridad en cuanto a la forma en la que se operará el plan del mandatario, los beneficios reales y cómo contribuirá para que los empresarios no despidan empleados
  • Se avizora un panorama difícil para los próximos meses, ya que se trata de una crisis a nivel mundial (Pixabay).
Por: 
Mtro. José Luis Vásquez Costa, coordinador de la Licenciatura en Contaduría y Gestión Empresarial de la Universidad Iberoamericana

Uno de los aspectos más complejos de los pandémicos tiempos que estamos viviendo es, sin lugar a duda, el efecto que producen juntos la economía y el confinamiento cuando se reúnen en el mismo entorno.

Para una gran cantidad de personas que hoy ya están integradas a la vida laboral, el recuerdo de aquellas dos semanas que estuvimos confinados en el 2009 por la epidemia de influenza AH1N1 eran recuerdos vagos o casi imperceptibles, ya que, al final, sólo fueron 15 días de encierro con un bajo impacto en la economía familiar y del país o, por lo menos, no se hizo patente la preocupación que hoy acompaña al escenario que tenemos delante.

Mientras muchas personas –a muchas las conozco incluso-, comparten abiertamente en redes sociales su molestia por las restricciones, por no poder salir de vacaciones, por no poder entrar libremente a las tiendas o simplemente por no poder sentarse a pedir tres de pastor con todo y uno de costilla en su taquería predilecta; hay otros que no quieren ni siquiera contestar llamadas, ya no digamos asomar la cara por la ventana o la puerta, ya que podrían ser contagiados ipso facto, requerir atención médica ultraespecializada en los saturados hospitales públicos o privados del país… por supuesto dicho sea esto con el sarcasmo y respeto correspondiente por la polarización que el comentario pueda causar.

A lo anterior hay que sumar las acciones gubernamentales anunciadas el domingo 5 de abril y de las que hablaremos en párrafos subsecuentes y la actitud de los empresarios, quienes esperaban ansiosos dicho apoyos; mientras ellos han tomado una enorme variedad de actuaciones en relación a los empleados: hay quienes de inmediato mandaron a sus trabajadores a hacer home office desde la semana del 17 de marzo; otros, aún no cierran operaciones; algunos han pedido a sus empleados que los aguanten un día más o quienes han mandado a 'descansar' sin goce de sueldo ni prestaciones o incluso 'de cuarenta', descontando los días de la misma a cuenta de vacaciones. No sólo hago referencia a la empresa del café de la sirena sino a muchas otras que han recortado sueldos o simplemente no piensan pagar a sus empleados mientras dure la crisis; una crisis de la cual, por supuesto, ellos no tienen la culpa pero ¿acaso los empleados si la tienen?

A esto hay que sumarle un entorno macroeconómico profundamente complejo: por un lado, y como resultado del COVID-19, hoy tenemos prácticamente detenidas las importaciones y exportaciones así como el tránsito de pasajeros alrededor del mundo; un mercado petrolero internacional con una sobreoferta por parte de los países del bloque de la OPEP (Organización de Productores y Exportadores de Petróleo), que han bajado sus precios hasta 34.14 dólares (72% menos que hace un año) por barril, lo que ha tirado, literalmente, los precios del crudo a nivel internacional; poniendo, por ejemplo, el precio del Brent en poco más de 32 dólares  por barril, el West Texas en 26.58 dólares y nuestra mezcla mexicana en 24.43 dólares por barril, con un fondo la semana pasada que apenas superaba los 10 dólares.

Para complementar el cuadro coloquemos un dólar debilitado, un euro en mala posición y adicionemos al presidente de los Estados Unidos y al primer ministro del Reino Unido en confinamiento y bajo observación por posible contagio de COVID-19 y tenemos los elementos más importantes de una probable recesión que podría desembocar en una crisis económica a nivel mundial.

La pregunta obvia es: ¿qué podemos esperar en nuestro entorno económico para las próximas semanas en un escenario de confinamiento por lo menos hasta el 30 de abril? ¿En verdad a finales de mes podemos esperar una reactivación porque masivamente regresemos a nuestras fuentes de empleo, los niños a la escuela y todo mundo feliz? La verdad creo que no y, como lo vimos el domingo, la medidas señaladas por el Presidente de la República no fueron lo que muchos esperábamos.

En 2009, a la luz de la influenza, el gobierno de Felipe Calderón dictaba las siguientes medidas de apoyo:

  1. Descuento del 20% en las cuotas patronales al Instituto Mexicano del Seguro Social correspondientes a riesgo de trabajo, enfermedades y maternidad e invalidez y vida; mientras que guarderías y prestaciones sociales tuvieron un tope de apoyo de hasta 35 mil pesos durante el bimestre en el que se presentó el riesgo sanitario.
  2. A los sectores específicos más afectados como turismo, hotelería, restaurantes y esparcimiento se establecieron criterio que aplicaron sobre impuestos locales aplicados a dichos sectores por los municipios. Para incentivarlo, el gobierno compenso hasta el 25% de la pérdida de ingresos que sufrieron los municipios que aplicaron esta medida.
  3. Para la aviación civil y comercial se otorgó un 50% de descuento en el pago de los derechos servicios de navegación en el espacio aéreo mexicano durante tres meses. Un porcentaje y periodo  iguales se aplicaron a las embarcaciones de turismo por el pago de derechos a capitanías de puerto.
  4. El SAT emitió una prórroga para la presentación de la declaración anual de personas físicas hasta el 1 de junio de aquel año.

Las medidas de esa época se orientaron a los sectores más afectados a través de impuestos y como beneficio general aplicable a las empresas sólo se emitió el descuento mencionado durante un bimestre, pero en ese momento no se planteó la posibilidad de que el confinamiento se extendiera por meses.

Comparativamente, veamos lo señalado por el Presidente López Obrador en su informe y mensaje emitido desde Palacio Nacional, en el cual se anunciaron las siguientes medidas específicas:

  1. No aumentar el precio de los combustibles durante el tiempo que dure la epidemia de coronavirus.
  2. Inversiones en infraestructura y vivienda para 50 municipios marginados por un total de 25 mil millones de pesos, lo cual generará 200 mil empleos directos.
  3. No se crearán nuevos impuestos ni se incrementarán los ya existentes.
  4. No aumentar, hasta lo último posible, la deuda pública.
  5. En los próximos nueve meses se crearán 2 millones de empleos.
  6. No se detendrán las obras de Dos Bocas ni del aeropuerto de Santa Lucía.
  7. Se otorgarán 2 millones de créditos personales.
  8. Para financiar el plan de reactivación económica se recurrirá al Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios y recursos que estaban guardados en fideicomisos y “también nos apoyaremos en la Banca de Desarrollo” (cita textual Excélsior del 6 de abril del 2020).
  9. Bajarán los sueldos de los altos funcionarios públicos y se eliminarán los aguinaldos desde el cargo de subdirectores hasta el de presidente.
  10. Se reducirán gastos de publicidad y viáticos, se ahorrarán más en compras a proveedores y se intensificará la enajenación de bienes, pero no habrá despido de trabajadores al servicio del Estado.
  11. Se dará a conocer un plan de desarrollo en infraestructura por 339 mil millones de pesos.
  12. Agradeció a los empresarios que están acatando las indicaciones por la emergencia sanitaria y que continúan pagando a sus colaboradores sueldos y prestaciones completas.

Al revisar estas medidas, comprendemos por qué los empresarios de este país -y no me refiero sólo a aquellos que tienen 5 mil o 10 mil empleados-, consideran insuficientes las medidas. Si las revisamos y comparamos, no hay ninguna orientada a la disminución o prorroga en impuestos. Desde el punto de vista social, por supuesto, las medidas podrían sonar bien, orientadas al pueblo y a buscar su beneficio por encima de los intereses del modelo neoliberal, pero hay varios elementos que lejos de promover los valores de equidad, igualdad y no corrupción de este gobierno no los alcanzan, se quedarán lejos de ello o promueven comentarios de odio hacia parte de la estructura económica de este país. Enumerando, me refiero a lo siguiente:

  1. Comentarios como los emitidos la semana pasada donde el propio Presidente mencionó que la epidemia le venía como anillo al dedo a la 4T.
  2. Lo dicho ayer sobre que el modelo económico mundial está cambiando y que ellos (la 4T) se han adelantado, que el modelo neoliberal ya no funciona y que estamos preparados como país para cambiar con ello.
  3. Que los efectos del COVID-19 permitirán disminuir significativamente la corrupción y que ésta ya no se va a permitir.

La insistencia en este tema mesiánico genera descontento en distintos sectores de la población y genera un sentimiento de odio hacia los más favorecidos, aquellos que supuestamente pueden darse el lujo de quedarse en casa y no ir a trabajar; además, disminuye radicalmente el efecto de realidad sobre una situación de carácter sanitario mundial y en más de una ocasión ha generado la idea de que el presidente tiene otra información; incluso, ha afirmado que la epidemia no es tan grave, al grado de confrontarse públicamente en una de las conferencias con el subsecretario de Salud, y la vista de disgusto, abierto y claro, del presidente.

En cuanto a las otras medidas y sólo por mencionar algunos elementos:

  • No se aumentarán los precios de los combustibles. Ésta no es una decisión gubernamental, al haber sobreoferta no se pueden incrementar los precios de un insumo y, adicionalmente, el precio de este insumo, la gasolina, se fija a nivel internacional y los precios del petróleo al estar por los suelos no sustentarían un incremento en los precios de la misma.
  • Está bien crear empleos, las cifras de 200 mil y 2 millones de empleos suenan muy bien, la pregunta es ¿cuándo, cómo y a partir de qué actividades? Y segundo: ¿por cuánto tiempo? Los empleos deben ser duraderos, no temporales, de otra forma sólo solucionan cosas parcialmente y no dan garantías ni tranquilidad a las personas.
  • Para financiar el plan de reactivación económica se recurrirá al Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios y recursos que estaban guardados en fideicomisos y “también nos apoyaremos en la Banca de Desarrollo”. Lo preocupante es la poca información sobre la existencia, fundamentos y recursos con los que se conforma dicho fondo de estabilización y tampoco se hace mención suficiente sobre los fideicomisos a los que hace referencia.
  • El otorgamiento de dos millones de créditos personales, los cuales ya anunciaron, tienen pocos requisitos y se estima su recuperación en 24 meses sin cobro de intereses. Suena sin duda a dinero que no tendrá retorno y que seguramente será tomado de parte de los impuestos que pagamos los causantes cautivos –asalariados y quienes prestan servicios profesionales- a costa de otro tipo de programas.

Podríamos enumerar más elementos, pero la realidad y lo preocupante de todos ello es la falta de claridad en cuanto a la forma en la que se operará, los beneficios reales y cómo los elementos mencionados contribuirán a que los empresarios en general no despidan empleados o si los mantienen lo hagan pagando en su totalidad los sueldos. No se mencionó un solo apoyo para las empresas, ni siquiera la prorroga lanzada por la Secretaria de Hacienda el último día de presentación de la declaración anual de personas morales.

Hacia el emprendedor, el gran y microempresario, los generadores de empleos, ningún impacto, ningún beneficio fiscal en el corto plazo, ninguna medida que realmente pueda impactar y subsanar las pérdidas económicas que ya hoy las empresas está contabilizando. Sr. Presidente, las rentas no dejan de cobrarse, las invitaciones del Servicio de Administración Tributaria (SAT) al pago de impuestos no dejan de llegar, el cobro de los servicios, tampoco; esto impactará, penosamente, en el bolsillo de la gente dentro de poco tiempo.

La siguiente y última pregunta por el momento sería: ¿esto cómo afecta a la población? Habría que preguntarle por ejemplo a mi cuñada, al esposo de mi sobrina - casos reales que tengo forma de demostrar -, a ellos hay que preguntarles. En ambos casos, sus empresas los mandaron a casa inicialmente por 15 días sin goce de sueldo, si no aceptaban el resultado, una liquidación al 50% y ser boletinados. Para otra sobrina, que trabaja para una importante empresa fabricante de teléfonos celulares, la opción es mantenerse trabajando o de otra forma una liquidación al 50% y la firma de un convenio para recontratación cuando esto se solucione. 

¿Cuánto tiempo aguantará nuestra población? Al no haber actividad económica, locales cerrados, gente sin cobrar sueldos, ¿de qué van a vivir? ¿Qué van a comer? Si enferman, ¿cómo van a ser atendidos? ¿Quién correrá con sus gastos médicos? Con toda franqueza, estos eran los apoyos reales que esperábamos del Presidente de la República, al menos la obligación a las empresas de no despido y pago completo de sueldos, beneficios fiscales de algún tipo para compañías y personas que tengan un efecto inmediato en el bolsillo, congelamiento de rentas, congelamiento de servicios o condonación de los mismos a los menos favorecidos; en fin, muchas opciones y como siempre mucho discurso, demagogia, otros datos y ningún elemento sólido, aterrizado y de impacto.

Si ni empresas ni gobierno hacen lo propio, los únicos que podemos hacer algo somos nosotros mismos: seguiré pensando en no compras de pánico, adquirir sólo lo indispensable, no salir, ayudar en todo lo posible a quien, por alguna causa, se vea desfavorecido... Éste es un asunto que podría convertirse en un problema social fuerte en los próximos días, hoy nos preocupa que comiencen los saqueos y se lleven las televisiones, las computadores y otros enseres de la tiendas; a mí me preocupa un panorama más sombrío.

Uno en donde entre el 5% y el 10% de la población que vive de lo que cobra al día y un porcentaje cercano al 20% que devenga a la semana ya no tenga como sustentar a sus hijos, cuando los dejen sin luz, cuando la violencia pueda surgir por hambre y no por codicia, eso es lo que considero debería tenernos más preocupados. ¿Estamos cercanos a ello? No lo sé, preguntémosle a quienes en verdad lo están sufriendo y preguntémonos si como ciudadanos, empresarios o gobernantes estamos actuando solidariamente, en pos de eliminar un problema de salud pública y generando soluciones realistas que provean seguridad en general para los próximos días o, espero no sea así, para los próximos meses.

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