Egresada estudia aplicaciones de energía nuclear a medicina y obtiene beca Marie Sklodowska-Curie del OIEA

Vie, 6 Ene 2023
La ingeniera biomédica Ariadna Cherit Hernández cursa dos posgrados en Viena, Austria, para aprender cómo tratar y detectar enfermedades con radiación.
  • Ariadna Cherit en la sede de la ONU en Viena.
  • Ariadna con el equipo del Organismo Internacional de Energía Atómica.
  • Ariadna con su mejor amiga de la maestría, Anna Shilo.

Cuando vio junto con su papá el Episodio 1 de Star Wars, Ariadna quedó maravillada con los droides pero, sobre todo, al mirar cómo Anakin Skywalker armaba su propia nave para la carrera de pods; y luego, en otra película de la saga, al observar el brazo robótico de Anakin, antes de volverse Darth Vader.

Esa niña aficionada a la ciencia ficción, y también a la lectura, que pasó su infancia preguntándole a su papá el porqué de las cosas, conforme fue creciendo se cuestionó cómo llegar a ser inventora. Eventualmente, descubrió un término que se le asemejaba: ingeniera; y que, en una rama de ésta, biomédica, la gente se dedica a hacer prótesis robóticas.

Llegado el momento de elegir universidad, creyó que seguiría los pasos de su abuela, quien estudió matemáticas aplicadas en la UNAM, pues allí se imparte la Licenciatura en Física que entonces Ariadna quería estudiar, un tanto influenciada por los viajes en el hiperespacio que hace el Halcón Milenario.

En ese proceso de elección estaba cuando le recomendaron ir a la IBERO a conocer una de sus carreras: Ingeniería Biomédica. Y resulta que le gustaron mucho nuestra Universidad, el ambiente en comunidad, los laboratorios, los vínculos interinstitucionales para hacer prácticas profesionales y la posibilidad de obtener una beca -la cual consiguió-.

Ya como alumna de biomédica, vivió el amargo momento de saber que su abuela materna tenía cáncer de mama, y al acompañarla a sus tratamientos al Instituto Nacional de Cancerología (INCan), Ariadna empezó a interesarse por los estudios de imagen (rayos x, resonancia magnética y tomografía) y los tratamientos con radiación.

Tras esta experiencia, en la que por fortuna su abuela logró sobrevivir, nuestra ingeniera decidió aprender más, en el INCan, sobre cómo la radiación cura el cáncer; lo que hizo a través de sus prácticas profesionales, servicio social y proyecto de internado que, para titularse, hizo en estimación de dosis para cáncer de mama.

Tiempo después, de enero de 2020 a enero de 2021, colaboró en Viena, Austria, con el Organismo Internacional de Energía Atómica -OIEA, encargado de dictar y regular las normas y protocolos clínicos de aplicaciones nucleares en seres humanos-, gestionando la base de datos del Directorio de Centros de Radioterapia (DIRAC).

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Antes de viajar a Viena, ¿cómo te preparó ser becaria y asistente de investigación en el INCan?

Fue la preparación idónea. Personas como la ingeniera Sandra Rocha, la doctora Yolanda Villaseñor, la doctora Isabel Sollozo, la física Fabiola Valencia y los físicos Héctor Galván y Jorge Castillo, me entrenaron muchísimo. Me decían: si estás aquí, tienes que estar igual que los físicos; si vamos a darte este curso, tienes que tomar este laboratorio. Eso, ver varios equipos tecnológicos funcionando, así como un poco de sangre en procedimientos intervencionistas, me dio un entrenamiento que consideraría ventajoso en contraste con otras y otros estudiantes.

¿Por qué elegiste cursar la Maestría en Ciencias de la Ingeniería Biomédica con especialidad en Física Médica e Imagen, en la Universidad Técnica de Viena (TU Wien); y el Posgrado en Física Aplicada a la Medicina, en la Universidad de Medicina de Viena (MedUni Wien)?

Porque en Austria el alumnado de posgrado tenemos acceso a dos laboratorios de vanguardia, de los que sólo hay alrededor de diez en el mundo. Uno está en el Instituto Atómico de la TU Wien, donde tienen un pequeño reactor nuclear, que permite ofrecer unas clases muy interesantes y en el que también realizan entrenamientos para el OIEA.

El otro es un Laboratorio de Dosimetría y Física de Radiaciones en Medicina (la dosimetría mide la exposición a rayos X, rayos gamma u otros tipos de radiación usadas en el tratamiento o detección de enfermedades como el cáncer), donde también se tiene acceso a terapia de iones carbono y protones (utilizada para eliminar cordomas, condrosarcomas y osteosarcomas).

Para estos posgrados que estudias, ¿qué aprendizajes te dejó ser pasante de investigación en el hospital MedAustron y hacer un verano en ciencias en el Hospital General de Viena?

En el MedAustron afiancé mis conocimientos de física, al colaborar con su Departamento de Física en Aceleración, donde aprendí cosas técnicas sobre el ciclotrón (un tipo de acelerador de partículas), cómo se realizan los tratamientos para pacientes con cáncer y cómo se hacen las ablaciones cardiacas con partículas cargadas.

Y en el Hospital General de Viena, donde tuve oportunidad de ver funcionando un centro de resonancia magnética de altos campos y de mejorar mi programación en Python, aprendí a administrar mi tiempo de manera eficiente, algo no menos importante, porque cuando sólo haces investigación a veces divagas mucho en los detalles o quisieras hacer cálculos muy precisos, pero cuando estás en la clínica no puede ser así, necesitas atender a las y los pacientes. Entonces entendí que, muchas veces, perfecto es enemigo de bueno.

¿Por qué te hiciste acreedora, y qué te significa, haber obtenido la beca Marie Sklodowska-Curie del OIEA, que representa un apoyo económico del 100% para el pago de colegiaturas de tus posgrados y un posible fellowship en el International Centre of Theoretical Physics?

Creo que esta beca es para apoyar e impulsar a las jóvenes científicas que tenemos ganas de seguir estudiando y superándonos; porque las mujeres aún padecemos cierto nivel de marginación en las ciencias, al no tener las mismas oportunidades que los hombres, y las cuales se limitan más para quienes vivimos en países extranjeros.

En mi caso, pienso que la recibí por lo que con esfuerzo he estado cultivando hasta el momento, al empezar en ingeniería biomédica y luego derivar hacia la física médica, específicamente a las aplicaciones nucleares en medicina, que es a lo que me dedico ahora y donde tengo una trayectoria técnica robusta.

La beca es el primer gran logro de mi desarrollo profesional, e implícitamente me permite representar a las mujeres mexicanas, para que vean que sí se puede y que lo aprendido en México, en mi caso en la IBERO y en el Instituto Nacional de Cancerología, están al nivel de cualquier país europeo.

¿Por qué tienes tantas certificaciones, cerca de 20, en ingeniería biomédica, ciencias físicas, ciencia de datos, inclusión y discapacidad?

Soy una persona muy curiosa, me encanta estudiar y aprender. Muchas veces le pedí a mi papá de cumpleaños me regalara una membresía para algún massive online learning courses, que están disponibles sin costo en internet, pero si quieres la certificación debes pagar.

Comencé a tomar en mi tiempo libre estos cursos, a los que agarré el gusto, y que se volvieron mi obsesión durante la pandemia, cuando al no tener nada que hacer en casa, me los puse como actividades para mantener ocupada mi cabeza.

Por ejemplo, los diferentes tipos de certificaciones en ciencia de datos y análisis que obtuve me sirvieron para mi pasantía en el Organismo Internacional de Energía Atómica, donde además de gestionar, actualizar y validar la base de datos de DIRAC -que almacena toda la información de los centros y máquinas de radioterapia en el mundo-, recopilé datos para los centros de terapia con partículas.

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Así es Ariadna Cherit, una joven científica de 27 años que, pese a no parar de estudiar e investigar, dona parte de su tiempo para colaborar con Women in Nuclear, de cuyo Comité Ejecutivo es integrante.

Desde el área de outreach & communication de este grupo altruista sin fines de lucro Ariadna busca fomentar el papel de la mujer en la ciencia, por ejemplo, cooperando con grupos que abogan por la equidad de género en organismos internacionales o centros de investigación técnica, como la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN).

Esto, y su ejemplo, son la brecha que nuestra egresada de la IBERO está abriendo desde Europa para que más niñas, jóvenes y mujeres mexicanas, aficionadas o no a Star Wars, cumplan su sueño de ser científicas. ¡Que la fuerza las acompañe!  

Texto: PEDRO RENDÓN / JCM

Fotos: Cortesía de Ariadna Cherit

 

 

 

 

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