El Sínodo de la sinodalidad y el colectivo LGBTQ

Mié, 1 Nov 2023
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Por el Dr. Ángel F. Méndez Montoya, académico en el Departamento de Ciencias Religiosas y la Lic. María Eugenia Covarrubias Lonngi, Técnica Académica del Departamento

El Sínodo de la Sinodalidad inició el pasado 4 de octubre en el Vaticano en Roma, reuniendo a obispos de todo el mundo, así como cardenales, sacerdotes, hombres y mujeres en la vida religiosa y laical, profesionistas representando diversos sectores de las poblaciones y países, además de representantes de comunidades ecuménicas mundiales. El objetivo de esta reunión, o Asamblea General, consiste en promover la comunión de la iglesia Católica local y global, para “caminar juntos” (synodos, en su raíz etimológica griega) como pueblo de Dios, encarnando el mensaje Evangélico de amor liberador inmerso en comunidades plurales e inclusivas.

La Asamblea se reúne en mesas redondas, procurando un espíritu de escucha y diálogo, y respondiendo a la invitación del Papa Francisco a discernir, conjuntamente, sobre los problemas y las implicaciones de la “sinodalidad” de toda la iglesia, en medio de un mundo dividido y en guerra, bajo el miedo de la violencia exacerbada y la migración forzada, inmersos en un mundo que sufre los efectos del “colonialismo cultural que aplasta a minorías”1, y que daña tanto a seres humanos, como también al planeta, nuestra Casa Común en crisis.

Después de dos años (2021-2023) de preparativos para el sínodo, y al haber pasado de la primera etapa al nivel inter-diocesano, las aportaciones después pasaron a una segunda fase continental, en donde afloran temas urgentes y controversiales que no deben ser ignorados, como la opción al celibato en los sacerdotes, la inclusión de mujeres en el sacramento a la ordenación diaconal y sacerdotal, “el divorcio y las segundas nupcias, las familias monoparentales o los matrimonios polígamos entre otras cosas”2. Un tema recurrente es la necesidad de una mayor y más explícita inclusión de las poblaciones de lesbianas, gays, bisexuales, queer (LGBTQ)3, quienes se unen a otros colectivos que desean una mayor acogida y bienvenida en las iglesias locales:

39. Entre los que piden un diálogo más incisivo y un espacio más acogedor encontramos a quienes, por diversas razones, sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas, como, por ejemplo: los divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, las personas que viven en un matrimonio polígamo, las personas LGBTQ. Las síntesis muestran cómo este reclamo de una acogida desafía a muchas Iglesias locales: «la gente pide que la Iglesia sea un refugio para los heridos y rotos, no una institución para los perfectos. Quieren que la Iglesia salga al encuentro de las personas allí donde se encuentren, que camine con ellas en lugar de juzgarlas, que establezca relaciones reales a través de la atención y la autenticidad, y no con un sentimiento de superioridad» (CE Estados Unidos)

Es una novedad para documentos oficiales de la iglesia, pasar del término de “personas homosexuales” a nombrar la pluridiversidad sexogenérica con el acrónimo LGBTQ. De esta manera, se aprecia y reconoce la diversidad identitaria que también conforma la realidad sexoafectiva plural de nuestra catolicidad.

En algunos documentos oficiales de la iglesia se han considerado los “actos homosexuales” como intrínsecamente pecaminosos o desordenados5, al mismo tiempo que a las relaciones entre personas del mismo sexo que ejercen una praxis sexual fuera del matrimonio no les son permitidas las bendiciones eclesiales6. No obstante, existe una práctica en el amplio sector de comunidades católicas que, lejos de juzgar, excluir y ejercer discursos de odio y de violencia, brindan acogida fraternal y sororal y bendicen a personas del colectivo LGBTQ. También están ávidos de una transformación positiva que promueva, en alianza con el Papa Francisco, una verdadera y “nueva primavera eclesial”.

Tanto en México como a nivel internacional contamos con la presencia de voces teológicas muy importantes y proféticas que reiteran su invitación a mantener una fidelidad profunda al mensaje de Jesús que se dirige a toda persona y que opta e incluye particularmente a los cuerpos abyectos de la sociedad. Lejos de la violencia, estos teólogos católicos recobran una tradición fundacional enraizada en el Evangelio del amor radical de Dios que vence al odio y a la cultura del descarte y del abuso y exclusión de aquellos considerados como “otros” para sistemas hegemónicos y heteropatriarcales. En más de una ocasión, el Papa Francisco ha expresado su deseo de incluir, escuchar y aprender de las propuestas teológicas de estas voces, así como desde su propia experiencia de convivencia entre sus amigos y otras personas de los colectivos LGBTQ, con los que Francisco ha entablado un diálogo honesto y esperanzador, siempre incluyente y deseoso en caminar al lado de personas que por un largo tiempo no se han sentido bienvenidas en la iglesia7. Francisco ha lanzado un llamado mundial a no criminalizar a estos colectivos, incluso mencionando su deseo de bendecir uniones del mismo sexo. En el caso de México, algunas comunidades religiosas, así como otras comunidades eclesiales dan la bienvenida a las personas LGBTQ, convirtiéndose en ejemplos proféticos que denuncian la homo-lesbo-bi-transfobia dentro de las iglesias y dan testimonio de otra iglesia posible, fomentando la paz y el reconocimiento de la dignidad, el respeto y el amor fraternal/sororal que participa del amor divino.

El sínodo finalizó el 29 de octubre de 2023. Mantenemos un espíritu de oración y acción, pidiendo y procurando la sanación de tantas personas que viven su fe en los márgenes de las sociedades e iglesias y que han sido heridas al ser víctimas de prácticas y discursos de odio y rechazo violento8.

Nuestra "Casa Común" está en riesgo, por tanto, debemos evitar la hostilidad y la violencia entre nosotros y en nuestro trato con los demás. En nuestra comunidad universitaria existe una gran diversidad de personas, con sus riquezas, posibilidades y retos para crecer personal y colectivamente. Nuestra universidad es un "microcosmos" de esta gran "Casa Común"; aprovechemos este espíritu de sinodalidad para promover y practicar el respeto y la aceptación mutua.

[1] Instrumentum Laboris (IL)para el Sínodo de Obispos, no.4.

[2] “Camino de Sinodalidad, reflejo en la realidad LGBTQ” https://cvx-e.es/cvxe/camino-de-sinodalidad-reflejo-en-la-realidad-lgtbq/

[3] En algunos casos el acrónimo incluye tres “T” (para transgénero, transexual y trasvesti), “I” (para intersexual) y “A” (para asexual). Aquí usamos el acrónimo difundido por los documentos oficiales.

[4] IL, no. 18, en https://cvx-e.es/cvxe/camino-de-sinodalidad-reflejo-en-la-realidad-lgtbq/

[5] Catecismo de la Iglesia Católica números 2357-2359-

[6] “Responsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe a un dubium sobre las bendiciones
de las uniones de personas del mismo sexo”, 15.03.2021. https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2021/03/15/res.html

[7] Ver https://cvx-e.es/cvxe/camino-de-sinodalidad-reflejo-en-la-realidad-lgtbq/

[8] Ver la reflexión que comparte el P. David Fernández, SJ, sobre esta necesidad de construir una pastoral y espiritualidad de sanación a nuestras heridas, en particular de quienes sufren la marginación por pertenecer a comunidades de la diversidad sexogenérica: https://cruce.iteso.mx/una-nueva-pastoral-para-una-espiritualidad-de-la-diversidad/

 

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