Energía nuclear, entre Chernóbil y Alemania, 37 años después
En este 2023 recordar lo ocurrido en Chernóbil tienen un tono diferente, pues se ha logrado, en parte, una Europa más segura en cuestión nuclear. Hace 37 años, tuvimos la clasificada como la mayor catástrofe tecnológica de la historia de la humanidad. Hablamos de que fueron afectadas las poblaciones de lo que hoy son Ucrania, Bielorrusia y Rusia, y de manera más amplia, de un continente contaminado por la nube radioactiva. Pero hoy hablamos del anuncio de una Alemania sin plantas nucleares, un verdadero hito histórico y ambiental. Ese cambio de mentalidad comenzó hace 37 años con la gran catástrofe nuclear.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se detonaron tres artefactos nucleares, uno con carácter de experimento en los EEUU y dos como arma sobre Japón. La era nuclear había nacido, pero no sólo como arma de destrucción masiva, nuevo término para entonces, sino también como fuente de energía. El mundo, sobre todo el occidental, se llenó de optimismo por una fuente energética abundante, pero ésta tenía un gran problema: si bien no hay residuos como los provenientes del carbón o del petróleo, los desechos radioactivos son peligroso y deben tener un estricto control y seguimiento.
Asimismo, la construcción y mantenimiento de las plantas nucleares es costoso y muy delicado, las potencias en aquella mitad del Siglo XX desarrollaron en el ámbito nuclear armas y energía: EE. UU. Francia, Reino Unido, URSS y, a la postre, China. Con el tiempo, más países se sumaron al desarrollo energético sin enfocar aún la bomba, gracias al esfuerzo de quienes veían y trabajaban en evitar la escalada armamentista, donde México, en la persona de Alfonso García Robles, participó activamente hasta llegar al Tratado de Tlatelolco, lo que nos mereció el Premio Nobel de la Paz, y como efecto dominó, la creación de Zonas Libres de armas Nucleares en todo el mundo.
Las plantas nucleares se extendieron, el derecho a la energía y por ende al desarrollo fue el justificante; países tan diferentes y hasta extraños para el sentido común las tienen, como Armenia, Eslovaquia, Suiza, México, Rumania, Suecia, Argentina, etc. Pero quienes concentran el mayor volumen son EEUU, Francia, China, Japón y Rusia. Cuando existía la URSS tenía más, pues Ucrania era parte de esa unión.
Las plantas no son homogéneas, cada una tiene características diferentes, sí un principio básico, pero dependen de qué material radiactivo usan, modelo de las máquinas, año de construcción, características de la localidad, suelo, agua, sismicidad, costa, montaña, altura etc. Por lo que sabemos hoy la planta nuclear de Chernóbil tenía un error de origen.
La URSS venía del periodo conocido como “inmóvil”. El régimen, el país se habían avejentado, no sólo la edad de los funcionarios sino el sistema entero, la agricultura, la industria, todo estaba en decadencia y no se quería el cambio, que era visto como amenaza. Pero se dieron dos cambios de dirigente, hasta que llegó lo inevitable: el cambio profundo con Mijaíl Gorbachov.
Las plantas nucleares, así como todo lo demás, no habían tenido recursos ni mantenimiento, y debían producir no sólo lo habitual sino más. Un grupo de científicos buscó hacer mejoras y cambios a bajo costo en las plantas, se experimentó en el terreno, algo que nunca se debe hacer, y menos con materiales nucleares.
Se buscaba la mayor producción de energía, se elevó la temperatura del rector, pero la falla de origen de la planta y la burocracia reinante en las decisiones y responsabilidades del personal, se mezclaron para dar la catástrofe. Se enfrió de golpe el reactor, provocando una reacción en cadena, pasando de un brusco cambio de temperatura, lo que generó una masa de vapor en muy poco tiempo y en un espacio reducido, lo que ocasionó que volara la capa protectora, el grafito, y el techo de planta. Entendemos que el reactor número 4 no explotó, sino que fue la estructura del reactor y la planta.
Aun así, el material radiactivo fue expuesto, se mezcló con agua y generó la nube radiactiva que se extendió al continente europeo. La URSS no alertó ni avisó, secrecía total, fueron los detectores de radiación de Europa los que descubrieron lo que pasaba.
Se calcula que 1,700 millones de personas estuvieron expuestas, se mudaron pueblos enteros, aún hoy existen poblaciones que deberían ser mudadas, el medio ambiente sigue contaminado y eso en los recientes años ha atraído la atención de curiosos. Se han producido series y películas con motivo de la catástrofe, lo que ha generado conocimiento en la población global de dicho evento, casi una especie de moda en cuanto al tema, y los protagonistas de las redes sociales se acercar a la zona, las poblaciones jóvenes saben del tema o lo ubican, debido a este fenómeno social. Algo que había quedado olvidado ha resurgido y, junto con lo ocurrido en Fukushima, dio mas presión para el cambio.
Alemania da el paso más fuerte hasta ahora, despidiéndose de la energía nuclear, noticia que desafortunadamente no estuvo presente en los medios mexicanos; si acaso con algunas notas, cuando es algo trascendental para la raza humana. Aunque vuelve un poco al uso de los otros materiales contaminantes, presiona para la siguiente evolución de las energías limpias: solar, eólica y otras. Alemania se quita el peso de la responsabilidad nuclear. Recordemos que en Chernóbil hubo cuatro contaminantes principales, yodo, cesio, estroncio y plutonio, este último durará en la zona contaminada y al interior de sarcófago construido alrededor de la ex planta para evitar más contaminación por los próximos 24,100 años.
Posiblemente la raza humana se mude de planeta o se extinga, pero permanecerá en tiempo la evidencia de nuestra existencia llamada Chernóbil.
El Dr. Erasmo Zarazúa es académico en el Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana
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