La IBERO ofrece una misa en recuerdo de las y los fieles difuntos

Lun, 2 Nov 2020
La eucaristía, celebrada por jesuitas de la Universidad, recuerda a los más de 90 mil mexicanos y mexicanas que han partido a la Casa del Padre
El Rector, Dr. Saúl Cuautle Quechol, dijo que en solidaridad con la comunidad "nos queremos unir de corazón a corazón"
  • Jesuitas de la IBERO que celebraron misa con motivo del Día de las y los Fieles Difuntos.
  • Padre Saúl Cuautle Quechol, S. J., Rector de la IBERO Ciudad de México.
  • Padre Víctor Pérez Valera, S. J.
  • El Padre Carlos Espinosa García, S. J., leyó las peticiones.
  • Los padres enviando un saludo de paz.
  • Bendiciendo a quienes vieron, virtualmente, la misa.
  • El video de la misa culmina con una ‘Ofrenda virtual y comunitaria con motivo del: Día de las y los Fieles Difuntos’.

La comunidad de jesuitas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, encabezada por el Padre Saúl Cuautle Quechol, S. J., Rector, llevaron a cabo en la capilla del campus universitario una celebración eucarística con motivo del Día de las y los Fieles Difuntos, la cual se transmitió por la página web de la IBERO.

El P. Cuautle dijo que esta eucaristía “tiene que ver con el recuerdo de nuestros seres queridos que se encuentran ya con El Señor, que se encuentran ya en El Reino. Pero también, recordando a los ya más de 90 mil hombres y mujeres que han partido a la Casa del Padre por esta situación de pandemia, esta situación de salud en la que nos encontramos, verdaderamente dolorosa, crítica y preocupante”.

En solidaridad con las familias, con la comunidad entera que ha perdido a un miembro, especialmente en situaciones tan delicadas, “nos queremos unir corazón a corazón, sabiendo que como comunidad somos también parte de este deseo de que pidamos juntos a Dios, porque ellos se encuentran ya gozando de la eternidad”.

La Fiesta de Fieles Difuntos

El Padre Víctor Pérez Valera, S. J., mencionó que la de las y los Fieles Difuntos es una fiesta nacional en México, pues el pueblo acude a las tumbas de sus seres queridos a depositar flores, hoy quizá virtualmente, porque saben que ellas y ellos ya llegaron “a la eterna primavera”. Una celebración donde lo esencial es recordar a los seres queridos que ya partieron de este mundo; “y esta partida nos cuestiona, nos hace preguntarnos por el sentido más profundo de la vida, por el sentido del más allá”.

Añadió que quizá ninguno de los escritores del Nuevo Testamento ha expresado de manera tan clara y contundente la actitud de las personas ante la m uerte como lo hizo San Pablo, en cuatro frases, al escribir la Segunda Carta a Timoteo.

San Pablo dice: ‘ha llegado el momento de mi sacrificio’. Sacrificio que significa la consagración a Dios, algo sagrado, y él, San Pablo, quiere ofrecer su vida a Dios. “Nosotros le ofrecemos a Dios nuestras alegrías, nuestras penas y lo invocamos ante nuestras dificultades también. Pero ofrecerle nuestra vida y nuestra muerte es lo más grandioso. La vida y la muerte no se exaltan, sino se ofrendan”, explicó el P. Pérez Valera.

La segunda frase que usa San Pablo es: ‘llega el momento de mi partida’. Usa la palabra griega ‘análisis’ (ανάλυση), que significa ‘romper lazo’, es decir, “se rompen los lazos de nuestros bienes, de nuestro ambiente, pero, sobre todo, de nuestros seres queridos”. Análisis también significa, romper las amarras de un navío, para que se lance al mar de la muerte y llegue al puerto de la eternidad, o sea, se rompen esas amarras porque se va a emprender un largo viaje; “eso significa que no tenemos en esta Tierra residencia permanente”.

La tercera frase que emplea San Pablo es: ‘he luchado una buena batalla’. La palabra que usa, es la griega ‘agón’ (ἀγών); de donde viene agonía. “Todos tenemos al final de nuestra vida una agonía, corta o larga, suave o dolorosa, pero lo importante es vivirla con serenidad, sabiendo que dentro de las dificultades hemos conservado nuestra fe, esta fe que nos lleva al amor. Y el amor, como han dicho varios filósofos, es un presagio de inmortalidad”.

Finalmente, San Pablo dice: ‘he corrido a la meta’. Con esta frase San Pablo evoca los juegos atléticos, la carrera del maratón, “en que Filípides, después de correr cerca de 40 kilómetros, llega a dar el mensaje de la victoria. Pero al llegar a darlo, por la fatiga, desfallece y muere. Así es también nuestra vida; con nuestra muerte proclamamos la victoria sobre el mal, sobre el pecado”.

San Pablo agrega: ‘Ahora me espera la corona que el justo juez me va a otorgar’. Así alude a que, quien triunfaba en los juegos (Olímpicos de la Antigüedad), recibía una corona de laurel, que le duraba un tiempo, pero al fin se marchitaba. Sin embargo, “San Pablo espera una corona imperecedera; como también la esperamos nosotros de este justo juez”.

Con estas palabras confidenciales, añadió el jesuita Víctor Pérez, San Pablo le deja a su discípulo Timoteo la estafeta que llevó en su carrera: la propagación de la fe; su herencia espiritual. “Nuestros seres queridos han dejado, al morir, una herencia espiritual: sus actos generosos, sus manifestaciones de cariño, de simpatía y de amor. Esta estafeta que recibimos de nuestros seres queridos nosotros la debemos continuar con nuestra vida”.

Peticiones

En la lectura de las peticiones del día, el Padre Carlos Espinosa García, S. J., capellán de la IBERO, pidió: por la Santa Iglesia de Dios, para que anuncie sin cansarse el alegre mensaje de la esperanza futura a todos los pueblos de la Tierra; por todos los hombres que sin el consuelo de la fe lloran ante la muerte, para que Dios les revele la gloria de la inmortalidad futura.

Por todos quienes han muerto en la pandemia, por todos los familiares, amigos y bienhechores, para que les sean perdonadas todas sus faltas, lleguen al trono de Dios y resuciten llenos de vida y de gloria al fin de los tiempos; y por todas y todos los que aún permanecen en este mundo, para que sepan consolarse mutuamente con palabras de fe y de esperanza hasta que salgan al encuentro de Cristo y se reúnan con sus hermanos en el Cielo.

El Padre Saúl Cuautle Quechol pidió a Dios recibir estas súplicas “que te dirigimos en favor de nuestros fieles difuntos”. También pidió, a El Señor, acordarse “de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, especialmente amigos, familiares, personas que en esta pandemia perdieron la vida en los hospitales, en sus casas. Y de todos los que han muerto en tu misericordia, admítelos a contemplar la luz de tu rostro”.

Ofrenda

Vale hacer mención que, durante la celebración eucarística, se estuvieron pasando los nombres de familiares y personas de la Comunidad Ibero que ya se encuentran con El Señor.

Asimismo, el video de la misa culmina con una ‘Ofrenda virtual y comunitaria con motivo del: Día de las y los Fieles Difuntos’, que preparó la Coordinación de Creación y Reflexión Artística, de la Dirección de Formación e Incidencia Ignacianas.

Para ver de nuevo la misa, da click aquí: 

Texto: PEDRO RENDÓN/ICM

 

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