Para directora del INIDE, la educación facilita la creación de redes de cuidado

Mié, 30 Jun 2021
La Dra. Luz María Moreno, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la IBERO, abordó el tema ‘Convivencia y reconstrucción de comunidad escolar’
  • Dra. Luz María Moreno, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la IBERO, universidad jesuita de la Ciudad de México.

En el escenario incierto y retador que actualmente se enfrenta por la pandemia de COVID-19, con un incremento de la pobreza, un aumento de las desigualdades de género y la violencia intrafamiliar, la ampliación de las brechas educativas, entre otras problemáticas, la escuela puede ser un espacio “esperanzador”, consideró la Dra. Luz María Moreno Medrano, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

En su ponencia Convivencia y reconstrucción de comunidad escolar, que ofreció en el webinar Preparando el regreso a clases -organizado por el Departamento de Educación y el INIDE, de la IBERO, y la Confederación Nacional de Escuelas Particulares (CNEP)-, dijo que se está ante la posibilidad de “plantearnos una nueva escuela”, una nueva comunidad en donde se pueda preparar un clima para la convivencia y la acogida de todas y todos los actores educativos.

En esta escuela las y los docentes son tomadores de decisiones, porque no únicamente siguen un script y una metodología y las implementan, sino que se adaptan a los contextos culturales, sociales, tecnológicos y a las necesidades de sus estudiantes, y crean un clima de confianza y resolución de problemas de una manera dinámica.

En esta forma de ver a la educación se mira a los alumnos/as no como personas pasivas que esperan obedecer instrucciones, sino como sujetos activos de derechos que construyen su aprendizaje y que se acercan a las comunidades para compartir y crear juntos un mundo distinto, otra manera de relacionarse, de aprender, para tener una experiencia de bien común.

El confinamiento ha provocado que muchos/as estudiantes extrañen la escuela como espacio específico de convivencia, “ese lugar para hacer pandilla, para estar con amigos, con amigas, jugar, platicar de sus problemas, de sus preocupaciones. Esa es la escuela que queremos, este espacio que permite que todos y todas expresemos lo que queremos, lo que soñamos, desde una perspectiva de mucho respeto, de mucha cordialidad, de mucha acogida, de mucha valoración también de nuestras diferencias”.

Pero ante la posibilidad de ir y venir entre la presencialidad y la virtualidad, en las instituciones educativas se tendrán como retos: cómo se van a proveer los materiales para estas dos modalidades, cómo se va a asegurar la equidad en el acceso a la tecnología y qué se va a seguir enseñando.

Sobre esto último, los contenidos, la Dra. Moreno dijo que se deberá analizar qué tanta vigencia han perdido los conocimientos que se habían organizado en materias que muchas veces estaban desvinculadas unas de otras frente a los problemas mundiales de salud y de pobreza.

Ahora más que nunca, “tenemos que defender contenidos que garanticen la sustentabilidad de las nuevas generaciones. Cómo vamos a hacer para que de manera muy concreta aprendamos a cuidarnos, a cuidar al planeta, a hacer uso responsable, cariñoso y sensible de nuestros recursos naturales; y cómo empezamos a vivir de una forma distinta, no en la lógica del consumismo, de la explotación y de únicamente el mérito y la ganancia individual”.

Todo esto pone en perspectiva otra manera de relacionarse con la educación, al verla “como un bien común, como una posibilidad de armar estas redes de cuidado que nos permitan realmente ofrecer algún otro tipo de panorama para una sociedad mucho más justa y más responsable”.

En este sentido, la directora del INIDE señaló que hay que tener flexibilidad pedagógica, dejar de pensar en currículums únicos y pensar en un currículo flexible, personalizable y que está en constante movimiento. En esto, las y los docentes deberán reflexionar sobre su propia práctica y ver qué van adaptando, de acuerdo a las necesidades de cada uno de sus estudiantes.

También hay que considerar que en comunidades, colonias y pueblos específicos hay problemas que enfrentar, como la falta de agua, los contagios de COVID, los altos índices de violencia, etcétera. “Todo esto nos invita a que nuestros estudiantes vean reflejada esa parte de su realidad sociocultural dentro de los contenidos que ven, para que encuentren de qué manera podemos entenderlos y aportar de alguna manera a su transformación”.

La escuela puede entonces plantearse como “una comunidad de cuidados, que permita que todos y todas nos vayamos adaptando a las necesidades de distintas edades, de distintas situaciones de salud, de distintas etnicidades, de distintas situaciones económicas también”.

Aquí el reto es cómo las y los docentes, directores escolares, padres y madres de familia, desde sus miradas, logran ver de manera sensible y respetuosa esas diferencias, esas necesidades que hay en su comunidad. Y que sepan que las personas necesitan distintas maneras de ser apoyadas, porque en eso consiste la equidad, en poder observar con atención quién necesita qué, para poder diseñar estrategias de atención.

Las escuelas tienen entonces la posibilidad “de trabajar como barrios, como colonias”, por ejemplo, haciendo análisis de cómo les ha ido a esas zonas con la pandemia, en qué familias se quedaron sin trabajo, qué hospitales estuvieron al tanto de los enfermos y cuántos fallecimientos hubo, para poder dimensionar el duelo que se está viviendo a nivel comunitario.

Dicho esto, la académica de la IBERO, universidad jesuita de la Ciudad de México, invitó a pensar “cómo vamos a aprender de esta problemática, de esta crisis tan fuerte que vivimos, a vivir mejor en comunidad, a que estos lazos comunitarios van más allá de los lazos sanguíneos. Y cómo podemos ir creando esta ética del cuidado entre todas y todos, protegiendo este espacio de la escuela como un espacio justo de eso, de protección, de cuidado, de cariño, de respeto, en donde además se vuelve sumamente relevante la búsqueda de resolución de problemas”.

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PEDRO RENDÓN/ICM

 

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