Potenciar lectura emocional debe ser objetivo educativo ante COVID-19
Potenciar la ‘lectura emocional’ debe de ser uno de los objetivos de la educación en tiempos de la pandemia del coronavirus, consideró el Dr. Rafael Bisquerra Alzina, académico de la Universitat de Barcelona (UB), uno de los principales expertos de Iberoamérica en educación socioemocional y presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIIEB).
Lo anterior, lo dijo en la webinar ‘Construir Resiliencia desde la Escuela’, organizada por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México (a través del Doctorado Interinstitucional en Educación, coordinado por el Dr. Luis Medina Gual), la Confederación Nacional de Escuelas Particulares (CNEP), la UB y la RIIEB, esta última, en la que funge como Delegada de México la Dra. Cimenna Chao Rebolledo, coordinadora de la Especialidad en Educación Socioemocional de la IBERO.
Toda vez que la lectura es una de las principales fuentes de satisfacción, Bisquerra propuso aplicar en la educación la lectura emocional, que es aquella por medio de la cual se toma conciencia “de lo bien que me lo paso cuando leo aquello que me interesa. Esto significa conocer nuestros intereses, y significa que el profesorado conozca los intereses de los estudiantes para, de mutuo acuerdo, poder seleccionar aquellas lecturas que sabemos que los estudiantes van a disfrutar”.
Eso requiere de una escucha previa que, junto con la regulación de las propias emociones, es una de las características más importantes de la educación emocional. Como “solamente la conversación, la capacidad de escuchar, ya es una estrategia muy importante para la regulación emocional”, el profesorado puede jugar un papel muy importante al escuchar a los estudiantes, escuchar sus necesidades y escuchar también sus necesidades emocionales, que requieren ser expresadas.
En su ponencia, que intituló ‘¿Cómo hacer una escuela resiliente para afrontar los retos derivados de la pandemia?’, el Presidente y Socio Fundacional de la RIIEB dijo que otro paso más que se puede dar es aprovechar toda ocasión para reír y compartir momentos de risa con otras personas, lo cual “puede ayudarnos a crear contagios emocionales en la familia, en las escuelas”. Por tanto, la risa debe de estar presente en los centros educativos, donde los docentes deben crear climas emocionales favorables a la conciencia, al rendimiento y al bienestar.
Ya que la música tiene un poder extraordinario para cambiar las emociones, el docente catalán también sugirió disfrutar de fragmentos musicales, por ejemplo, de jazz, rock o música clásica. Si esa escucha se hace en lo individual, se potenciaría si los fragmentos musicales se transmiten colectivamente, en el aula o, aunque sea, por las redes sociales.
Por último, recomendó que, a pesar de la pandemia, las personas deben hacer todo lo posible por realizar actividad física; si no se puede en el gimnasio o en la calle, el comedor del hogar se puede usar como gimnasio particular. Una hora diaria de actividad física es la recomendación para aumentar el bienestar, no solamente físico, sino también emocional, pues cuando se realiza ejercicio se trabaja la parte física del cuerpo, y también se segregan hormonas y neurotransmisores, como la serotonina, “que ayuda a este bienestar del cual estamos hablando”.
Resiliencia
El Dr. Rafael Bisquerra explico que, el concepto de resiliencia, aplicado a la educación, se refiere a la capacidad para afrontar, sobreponerse y transformarse ante la adversidad (que puede ser la pobreza, las guerras, la orfandad, los movimientos sísmicos, las desgracias personales, las pandemias, etcétera). Resiliencia es, sobreponerse al sufrimiento emocional con un comportamiento positivo a pesar de las adversidades y circunstancias difíciles, y por eso es un concepto que actualmente se relaciona con la psicología positiva.
Lo más importante de la resiliencia es que quienes se encuentran en situaciones sumamente adversas aprovechan la oportunidad para aprender y para desarrollarse como personas, por lo que ante esa adversidad salen fortalecidas; mientras que quienes no tienen resiliencia pueden sucumbir en comportamientos de riesgo o hundirse como personas. “Por esto, la resiliencia se considera una competencia que conviene desarrollar en la educación”.
Cuando alguien es capaz de convertir en esperanza, optimismo, entusiasmo o coraje, una situación adversa de ansiedad, desencanto, desesperanza, tristeza, de ira, de mal humor, es cuando está construyendo resiliencia.
Además de esta capacidad para afrontar las adversidades, la resiliencia incluye entre sus características: la tolerancia a la frustración; la regulación emocional, es decir, la capacidad para transformar las emociones propias, y por tanto tener competencias emocionales; saber que la vida de uno no está indefensa frente a las circunstancias del entorno; y tener actitud positiva, una dosis de optimismo realista, inteligente, de esperanza, que brinda la capacidad de ayudar a otras personas a también superar la adversidad.
Para el académico de la Universitat de Barcelona, las personas necesitan “grandes dosis de resiliencia”, pues él en lo personal, en “los últimos 60 años que yo recuerdo haber vivido con conciencia, han sido de crisis permanentes”. Así es que afirmó, a lo largo de la vida, la gente va a vivir frustraciones y en situaciones de adversidad. “Y por eso, la situación actual del COVID nos ayuda a tomar conciencia de ello, para aprender a afrontar como personas y aprender a afrontarlo también como grupos, porque sabemos que no solamente son las personas las que deben ser resilientes, sino también las comunidades deben ser resilientes”.
Eso significa potenciar el empoderamiento personal y el empoderamiento como grupos para, por ejemplo, crear escuelas resilientes. Escuelas resilientes que han de enfocarse en la adversidad y en el futuro, con perspectiva positiva, con esperanza y con optimismo realista. De ahí que, “la educación emocional para el bienestar puede ser un elemento esencial en estos momentos”.
Aunque por naturaleza las personas tienen una hipersensibilidad hacia lo negativo, lo que provoca miedo, ansiedad, estrés, enojo, furia, tristeza, sufrimiento, Bisquerra pidió a quienes escuchaban su videoconferencia que desarrollen la capacidad para gestionar la ansiedad y el estrés, para tomar decisiones con inteligencia y con perspectiva de futuro, que desarrollen su empoderamiento y de los grupos sociales con los cuales conviven, y que enriquezcan sus vínculos prosociales (prosocialidad es la satisfacción de hacer algo en favor de otras personas).
También les solicitó que desarrollen habilidades de vida, en el sentido de relacionarse positivamente con ellos mismos y con otras personas de su familia, de su trabajo y de la sociedad.
Y que a aprendan a calmar la mente, con técnicas de relajación, meditación, respiración consciente y mindfulness. “La práctica de estas técnicas puede aportarnos una gran ayuda para nuestra estabilidad emocional y para nuestro bienestar”.
“La propuesta concreta es que esto se practique en todas las escuelas; estas prácticas son una de las técnicas más importantes de educación emocional. Os invito a compartir, a compartir momentos agradables que liberen en nosotros bienestar y que hagamos consciente el bienestar a pesar de todo. Que desarrollemos la empatía, que es ponerse en los zapatos de otros, es la capacidad de sentir las emociones que puede sentir la otra persona. Y en base a estas experiencias emocionales compartidas vislumbrar horizontes que nos permitan avanzar y superar la situación”.
Texto: PEDRO RENDÓN
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