Violencia de género y productividad laboral de las mujeres en México

Mié, 26 Nov 2014
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Por: 
Maestra Graciela Saldaña Hernández, profesora del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana

En el mundo, la violencia contra las mujeres se experimenta de muchas formas; por ejemplo, psicológica, física, sexual y económica. Y al parecer, existe una asociación entre este fenómeno y la productividad de las mujeres en el mercado laboral.

Una primera revisión de la literatura revela que el grueso de la investigación sobre este tema se ha llevado a cabo en países industrializados, tales como Estados Unidos, Suiza, Canadá o Australia. En países de menor nivel de industrialización la investigación es escasa, aunque encontramos estudios realizados para Perú, Ecuador, Vietnam y México.

Investigaciones recientes realizadas para Estados Unidos y Perú revelan que el costo anual de la pérdida de productividad es millonaria (Cfr UNITE to end violence against women, november, 2009). En un país como México, en el que el respeto a los derechos humanos se ha visto cuestionado desde hace ya algún tiempo, se hace indispensable hablar sobre la violencia de género. Sin embargo, el análisis del tema se dificulta ya que no se encuentran datos estadísticos precisos sobre el mismo.

La recolección de la información se obtiene esencialmente a través de instituciones donde las mujeres violentadas solicitaron atención médica o legal. Aquellas que no han pedido ayuda no forman parte del registro. Por otro lado, en la revisión de la literatura no se encuentra, en México, un indicador que mida la relación entre violencia de género y productividad laboral.

Un estudio muy valioso sobre la temática es el de Irene Cacique, Consecuencias de la violencia de pareja en la actividad laboral de las mujeres en México, publicado en el 2012 por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Aunque sus resultados representan un primer acercamiento a esta problemática, y no pueden considerarse concluyentes, son reveladores de las consecuencias negativas que tiene la violencia sobre la productividad de la mujer mexicana.

La investigación revela que entre este sector de la población existe mayor riesgo de abandono o pérdida del empleo, así como también de cambios frecuentes de él. La cantidad y calidad de trabajo que una mujer puede desarrollar es menor que el de las mujeres no violentadas.

Cacique encuentra que son menos productivas, ya que presentan más retrasos, ausencias, falta de concentración y menor desempeño. Asimismo, suelen trabajar más de manera independiente y menos como empleadas. Trabajan menos horas a la semana, perciben ingresos menores y acumulan menor antigüedad en los empleos.

A riesgo de ser muy reduccionista, podría decir que la violencia ejercida las sustrae del mercado laboral, y por lo tanto, de los beneficios que pueden obtener. De acuerdo con observaciones realizadas, he encontrado que las mujeres violentadas son más ausentes, secretas y temerosas.

Probablemente esto se debe a que el hecho de ser violentada no es algo de lo cual una mujer puede sentirse orgullosa. Así, no es fácil que ellas lo reconozcan, ni frente a entidades públicas, ni frente a sus parientes o amigos.

También he observado que la violencia hacia la mujer en México, en los estratos altos y medios, se percibe como un tema incómodo. Por lo que respecta a las clases bajas, parece ser un tema que se vive como estigma, ya que se encuentra estrechamente relacionado con la percepción de la insignificancia de la mujer.

En general, este tema se esconde entre las mismas mujeres. No obstante todo esto, y de acuerdo con el estudio de Cacique, las mujeres violentadas valorizan y priorizan más su trabajo. Al mismo tiempo, las cifras indican, que a pesar de la violencia, las mujeres siguen trabajando básicamente por necesidad.

Y es que me ha tocado ver que las mujeres que sufren de violencia y que pertenecen a estratos bajos de la sociedad, muchas veces trabajan a escondidas, por miedo a que sus esposos les quiten lo poco que ganan.

En otras ocasiones las mujeres han aseverado que al trabajar a escondidas evitan que sus cónyuges les dejen de “dar su gasto”, como ellas le llaman a la aportación monetaria de sus compañeros.

PRL/ ah

 

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