Debido al crecimiento exponencial de la población mundial, la producción de alimentos también está destinada a aumentar. Para acelerar el proceso de producción de alimentos son indispensables los agroquímicos. Sin embargo, algunos fertilizantes, pesticidas y herbicidas son tóxicos para la salud de las personas y contaminantes para el medio ambiente.

Por esto, el Dr. Iván Quevedo, coordinador de la Maestría en Ciencias en Ingeniería Química, distinguido con el Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC), realiza una investigación aplicada para reutilizar la biomasa o residuos de frutas, residuos agrícolas, macroalgas y plantas perennes.

El Dr. Quevedo y el estudiante de doctorado, el maestro César Gutiérrez –quien trabaja con el microscopio electrónico de barrido, en el Laboratorio de Microscopía Electrónica–, transforman el olote, el lirio acuático y el sargazo en hidrogeles que encapsulan fertilizantes de liberación lenta, y desarrollan, además, una versión en polvo.

Los hidrogeles son pastillas de celulosa que se colocan en la tierra. En su interior conservan fertilizantes que se liberan despacio en los cultivos. La humedad de estos hidrogeles facilita la obtención de nutrientes. Por ser inocuos para la salud y menos contaminantes, la producción de alimentos podría aumentar con este desarrollo que impacta directamente en la cadena de valor.

De acuerdo con la descripción del protocolo de investigación, la integración de estos residuos orgánicos y el mejoramiento de los sistemas agroquímicos está enfocada a lograr la sostenibilidad agrícola con el fin de maximizar el rendimiento de los cultivos, mantener la calidad de los suelos, minimizar el uso de recursos y mitigar los impactos ambientales.

El proyecto denominado Una alternativa agroecológica para el aprovechamiento de biomasa residual en fertilizantes coloidales de alta eficiencia está financiado por el Instituto de Investigación Aplicada y Tecnología (InIAT).

Las investigadoras e investigadores del proyecto buscan alcanzar una producción agrícola responsable y la seguridad alimentaria, siguiendo las recomendaciones de la Agenda 2030 del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Con este tipo de investigaciones, la IBERO refrenda su compromiso con el cuidado de la Casa Común y demuestra que la incidencia social es uno de los ejes prioritarios de nuestra universidad.

Brenda Macías/ICM