Las violencias ante identidades sexuales y genéricas, sean físicas, psicológicas, sociales, económicas o teológicas, entran, pasan y se apropian del cuerpo y, en este sentido, hay mujeres a las que no se les permite asumir el derecho que sobre sus cuerpos tienen, por lo que expropiárselos es un no dejar ser.

Es así que la expropiación del cuerpo ha permitido construir sexualidades y subjetividades en las mujeres centradas en un ser para otros, subordinadas a otros, dijo la Mtra. Rebeca Montemayor López, coordinadora de la Cátedra de Teología Feminista de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

En el panel ‘Teologías feministas interseccionales: cruces de fronteras’, abundó que las mujeres que no son o no se les ha dejado ser conscientes de sus cuerpos, viven a su vez en la no conciencia de la expropiación de su ser. Mas cuando se miran frente al espejo, para irse reconociendo a sí mismas desde el cuerpo, descubren que tienen una voz, una mente y una voluntad para expresarse, que las pone rumbo a la apropiación.

Esa apropiación del cuerpo es pasar del ser para otros al ser para sí; significa tener una visión de mujeres como sujetos sociales, morales y políticos autónomas por sí mismas. Sin embargo, esto no es una meta ya alcanzada; el camino para considerarlo, comprenderlo y expresarlo es largo, pero está abierto, y toca a cada una contribuir con esta apropiación y valoración de su propio cuerpo para alcanzar la tan anhelada autonomía, indicó.

En ese mismo panel, que formó parte del ‘XV Simposio de Teología’ de la IBERO, la Mtra. Margarita Sánchez de León, estudiante del Doctorado en Estudios Críticos de Género de dicha Universidad, preguntó: “¿se puede tener una salvación personal dentro de las opresiones sistémicas en las que todes estamos inmerses?”

Destacó que uno de los grandes aciertos de los movimientos sociales El violador eres tú y Las vidas negras importan, es gritar que ni el racismo, ni las actitudes machistas, ni el patriarcado, son expresiones de “unas cuantas manzanas podridas”, sino que “existe un permiso no escrito en las prácticas cotidianas de nuestra sociedad que dan paso a las violaciones y al abuso”.

La creación del violador y de una pedagogía de la sumisión inicia desde que se definen conductas diferenciadas para niños y niñas, en el momento en que se anclan los binarios hombre-mujer y cuando las mujeres son eliminadas de los centros de toma de decisión.

Por otro lado, Las vidas negras importan señala que por largo tiempo las personas negras no han tenido acceso al buen vivir, a una vida abundante y plena; o como dicen algunas comunidades afrodescendientes colombianas, a vivir sabroso.

Y vivir sabroso es vivir sin miedo; miedo a ser invisibilizada/o, a ser atacada/o indiscriminadamente por las fuerzas policiales o militares, a morir antes de tiempo por falta de acceso a servicios de salud.

Dicho lo anterior, y en respuesta a su cuestionamiento, Margarita comentó: “no basta con hacer la afirmación de salvación individual: yo no soy racista; sino que es necesario una afirmación y la acción de ser antirracista, que es el esfuerzo intencional, ubicado en lo colectivo, para desmantelar un sistema de opresión”.

Por último, al hablar del proceso histórico de la Cátedra de Teología Feminista, la Mtra. Maricarmen Servitje Montull, su fundadora, manifestó su deseo de que ésta continúe impulsando nuevas formas de teología y de estudios religiosos, que tienen más en cuenta la experiencia de las mujeres.

Que sean teologías que destierren los presupuestos de inferioridad para las mujeres, que desenmascaren las estructuras que las excluyen y que apoyen modelos de organización social donde las mujeres se puedan sentir valiosas y capaces.

Que sean teologías que ayuden a las personas a vivir en plenitud, que estén relacionadas con la cotidianidad de las personas y que sea una cátedra con un alto nivel académico y que participe en eventos internacionales de teología y en encuentros de mujeres.

Texto y fotos: PEDRO RENDÓN

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