La existencia de inmuebles patrimoniales en la ciudad de México está en riesgo debido a la estrechez económica de los particulares, y los planes de desarrollo urbano que fomentan una mayor densidad en colonias donde antes había casas de dos pisos para construir edificios de hasta diez niveles, advirtió la maestra María Bustamante Harfusch, académica del Departamento de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana.

Por la demolición de casas patrimoniales catalogadas se pueden imponer multas de hasta 300 mil pesos, pero muchos desarrolladores inmobiliarios prefieren derribar una construcción y pagar la sanción, pues ésta no representa ni uno por ciento de las ganancias que llegarán a tener; de ahí que en menos de dos años en zonas como Polanco se han perdido más de 70 casas con valor arquitectónico.

La pérdida del patrimonio histórico en el Distrito Federal es consecuencia de una falta de cultura urbano-arquitectónica que impide a los ciudadanos identificarse con sus inmuebles, y por ende, los hace carecer de identidad con su entorno, de sentido de pertenencia y arraigo con un lugar, al cual en vez de apreciar y cuidar lo ignoran y tratan con hostilidad.

De acuerdo con Bustamante la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) tiene identificadas 180 zonas patrimoniales –colonias y barrios antiguos–, donde hay más de 40 mil inmuebles patrimoniales, muchos de los cuales se están cayendo ya que el gobierno destina poco apoyo económico a los particulares para la restauración de sus propiedades, e invierte mucho dinero en bienes públicos, como iglesias o edificios gubernamentales (por ejemplo el del Banco de México en el Centro Histórico).

Ciertamente el gobierno actualmente apoya a los propietarios de inmuebles patrimoniales para que los restauren, pero esa ayuda se da mediante estímulos fiscales poco eficientes, pues consiste en no pagar el predial mientras duren las obras de remoción –fachadas, techos–, por las cuales los dueños de las casas pueden erogar hasta cientos de miles de pesos.

Lo anterior se contrapone a la práctica en otros países como Francia, donde se da uno o 2 por ciento de todos los impuestos captados por turismo para apoyar el mantenimiento de los inmuebles patrimoniales, lo que ha permitido a ciudades como París conservar sus altos índices de visitantes nacionales y extranjeros, en parte debido al atractivo arquitectónico de sus edificios y calles.

Pero en México muchos arquitectos demuelen inmuebles patrimoniales por creer que “para construir hay que destruir”, mientras otros tantos son partícipes de conservarlos, por lo cual se debe encontrar un equilibrio entre no destruir nuestra identidad, esencia y calidad patrimonial, ni tampoco impedir el desarrollo urbano. Así la situación, debe evitarse el deterioro de inmuebles patrimoniales en colonias con mucho valor, riqueza e historia; y fomentar la construcción de edificaciones nuevas en las zonas de la ciudad deterioradas, abandonadas y sin buena arquitectura, sugiere la arquitecta.

Además de ser docente en la Ibero, la maestra María Bustamante Harfusch es directora de Fomento Universal para la Difusión Arquitectónica de México (Fundarqmx), asociación civil que difunde y promueve la cultura urbano-arquitectónica de México. Su proyecto de remoción de El Palacio de Hierro del Centro Histórico la hizo acreedora al reconocimiento de Mejor Obra del Año 2013, en restauración, otorgado por la revista Architectural Digest (AD).

PRL/ ah