Académica propone que estudiantes y docentes se eduquen emocionalmente

Mié, 13 Jul 2022
La docencia está clasificada como una de las profesiones más estresantes
  • Docentes y estudiantes deben aprender a gestionar sus emociones para tener un mejor clima dentro de las aulas (Pixabay).

La docencia está clasificada como una de las profesiones más estresantes –al nivel de la labor de médicos y bomberos-, por ser una actividad que tiene mucho que ver con las emociones, tanto las del profesor(a) como las de cada uno de los y las 10, 20, 30 estudiantes, o más, que se congregan en un aula.

Los académicos(as) pueden padecer del síndrome de burnout, por estar expuestos constantemente a estrés en su ámbito laboral; mientras que las alumnas(os) pudieran estar sufriendo problemas escolares, con sus amistades, parejas o familiares, como, por ejemplo, el divorcio de sus padres, la pérdida de sus empleos, la quiebra sus empresas o incluso la muerte de alguno o algunos parientes debido a la pandemia de COVID-19.

Al confluir en el salón, profesorado y estudiantado llegan cargados de emociones -positivas y negativas- y estrés que, si no se gestionan, pueden provocar frustración en los primeros, al pensar o ver que sus estudiantes no atienden la clase que tardaron horas en preparar. El alumnado, por su parte, considera que el maestro(a) sólo se la pasa hablando, pero no enseña.

Para romper ese círculo vicioso, del que nadie es culpable, sino que es una dificultad en el actuar de todos(as), la Mtra. Graciela Saldaña Hernández, académica de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, propone que estudiantes y docentes sean educados emocionalmente.

La maestra del Departamento de Estudios Empresariales explicó que esa educación emocional se logra a través del uso de varias estrategias. Primero, con autocuidado. Es de vital importancia aprender a cuidarse, a identificar cuándo se está demasiado estresado y hacer algo para reducir ese estrés, como realizar ejercicio, que al producir dopamina crea una sensación de bienestar; o mejorar la alimentación, lo que implica comer menos carne, pues su consumo excesivo vuelve ansiosa y agresiva a las personas, y reducir la ingesta de azúcar, ya que mucho dulce deprime y cansa al organismo.

Segundo, con autorregulación de las emociones, lo que se logra sintiendo las emociones propias, reconociéndolas y nombrándolas. En este sentido, no basta decir estoy cansado(a); es necesario identificar el nivel de cansancio, por ejemplo: estoy exhausto(a), estoy agotado(a). “Identificando nuestras emociones correctamente estamos en posibilidad de tomar medidas preventivas o correctivas adecuadas, reconociendo cuando llegué a mi límite y, a partir de éste, buscar ayuda, por ejemplo, asistir a clínicas de atención psicológica, donde uno pueda hablar de sus problemas, con el fin de disminuir el estrés, la tensión y la ansiedad”.

Lo mencionado forma parte del taller de estrategias de autocuidado para la prevención y atención del estrés docente, La importancia de la educación socioemocional para los profesores, que Saldaña Hernández propuso como intervención educativa para titularse de la Especialidad en Educación Socioemocional, la cual cursó en la IBERO por el interés de mejorar el clima emocional de ella y sus estudiantes dentro de las aulas.

Como parte de las dos estrategias mencionadas, de atención y prevención del estrés prolongado en las y los docentes, Graciela, profesora de la Licenciatura en Administración de Empresas, también integra a la meditación mindfulness.

Esta técnica de relajación permite encontrarse con uno mismo, en un estado de silencio y de paz que conduce a calmar la mente, contribuye a obtener un equilibrio emocional y con ello mayor bienestar, cuyas consecuencias repercuten en la salud de las personas y, por ende, en su productividad laboral, con lo que las organizaciones también obtienen beneficios, porque “colaboradores saludables, conforman instituciones sanas financiera y emocionalmente”.

“Si entendemos la importancia de este binomio seremos capaces de generar empresas saludablemente creativas. Las instituciones educativas y sus académicos y académicas no son ajenos a estos fenómenos y procesos, de ahí la necesidad de entrar al sendero de la educación socioemocional”, concluyó la profesora.

PEDRO RENDÓN/ICM

 

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