#ANÁLISIS Al final del sexenio de EPN se puede afirmar: la IBERO tenía razón

Vie, 31 Ago 2018
Académica de la IBERO afirma que hubo indicios de la forma en la que gobernaría Peña Nieto y que se cumplió durante el sexenio
  • Enrique Peña Nieto, presidente de México (El Sol del Centro).
Por: 
Dra. Ivonne Acuña Murillo*

Más de seis años después de aquel 11 de mayo de 2012, fecha en la que Enrique Peña Nieto visitó la Universidad Iberoamericana para hacer campaña como candidato del PRI a la Presidencia de la República, y a la vista de sus cuestionados resultados se puede afirmar: la IBERO tenía razón.

No se trata aquí del autoelogio fácil ni de regodearse recurriendo a la frase “se los dijimos”, lugar común que sirve para hacer leña del árbol caído. Por el contrario, lo que se busca es revisar aquellos elementos que entonces prefiguraron un futuro complejo y ahora confirman una intuición compartida que bien podría resumirse de la siguiente forma: Peña Nieto no era la persona indicada para afrontar el enorme reto histórico que significaba México en 2012.

Antes de iniciado el sexenio

Varios fueron los acontecimientos que indicaban que el exgobernador del Estado de México no era el mejor hombre para ocupar el puesto de mayor responsabilidad política.

Primero, su imposibilidad de recordar y nombrar correctamente los tres libros que marcaron su vida política en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2011, a pregunta expresa de un reportero. Hecho que borró por completo la presentación de ‘su propio’ libro, mismo que lo dibujaría como un político preparado. En este caso, quedó de manifiesto que la Presidencia de la República no debía ser ocupada por un personaje de escasas lecturas, como bien lo dijera el mismo Carlos Fuentes, cuyo libro La silla del águila, adjudicaría Peña a Enrique Krauze.

A decir del mismo Fuentes, en entrevista con Carmen Aristegui realizada en mayo de 2012: “En el PRI, no quiero ni pensar que Peña Nieto pueda ser presidente de la República.  Y no porque no ha leído nada (…) por la demostración pública de ignorancia que hizo (…) un hombre que me parece que no está preparado para ser presidente de México. Los problemas son demasiado grandes, los desafíos son enormes y el personaje me parece muy pequeño. Y a partir de Guadalajara la viene regando. Viene diciendo cosas equivocadas, erróneas, su ignorancia, etcétera. Mira que es un mal candidato de un partido que podría tener mejores candidatos… y el señor Peña Nieto y la gente del PRI, en general, no tiene respuestas convincentes para los problemas actuales del país”.

Segundo, su desconocimiento del salario mínimo vigente en el año de campaña y de varios precios de productos de la canasta básica como el kilo de carne. Esto fue evidenciado en una entrevista para el periódico El País, cuando justificó su falta de información respondiendo que “no era la señora de la casa”, señalando con ello su convicción de que el trabajo doméstico es responsabilidad única de las mujeres, pero, sobre todo, la distancia que lo separaba de los sectores menos favorecidos, más aún su desconocimiento de las necesidades de la población a la que pretendía gobernar.

Tercero, la sobreexposición mediática a la que fue sometido desde que se desempeñaba como gobernador del Estado de México, construyendo con ello la certeza de ser el candidato de la principal televisora del país y del grupo político conocido como ‘Atlacomulco’, más que del partido político que lo postuló o de una parte importante de la población. Por si quedaba alguna duda, durante la campaña comenzó una relación amorosa con la actriz del momento, cuyas telenovelas la colocaban como estrella de la televisora que había construido su imagen presidencial, para más tarde casarse con ella. Esta sobreexposición junto con los casos de las tarjetas Soriana y Monex, así como la enorme cantidad de recursos utilizados durante su campaña, hicieron de los comicios de 2012 una competencia altamente inequitativa, para llevar a la Presidencia no al mejor hombre sino al que invirtió más.

Cuarto, la visita a la Universidad Iberoamericana, misma que terminó con la salida abrupta del candidato Peña Nieto, ante el reclamo estudiantil por el caso de San Salvador Atenco y las claras violaciones a derechos humanos cometidas por las fuerzas estatales y federales, el 4 de mayo de 2006, y que el priista confirmó como necesarias para restablecer el orden público. La respuesta dada a la comunidad universitaria reunida en el Auditorio José Sánchez Villaseñor provocó de inmediato una desbordada reacción que bien puede ser condensada en las frases “Fuera Peña” y “La IBERO no te quiere”.

El cisne negro, caracterizado por la inexistencia de indicios previos, que significó el rechazo de las y los estudiantes de una universidad particular, a quienes se consideraba egoístas, superficiales y no comprometidos con las causas sociales, a un candidato del PRI y la respuesta de una cadena de periódicos que pretendió desvirtuar los hechos afirmando que la visita de Peña a la IBERO había sido un éxito, se convirtió en una bola de nieve que comenzó con la grabación de un video desmintiendo la participación de acarreados y provocadores de izquierda con la intención de boicotear la participación del candidato priista. El movimiento interno #MasDe131 se convirtió en la semilla que germinaría en un amplio movimiento social juvenil conocido como #YoSoy132, mismo que llevaría como bandera principal la exigencia por la democracia mediática en claro rechazo a la imposición de un aspirante presidencial, fabricado desde la principal televisora del país.

La suma de estos cuatro factores puso en duda la idoneidad del candidato priista para el puesto pretendido.

Durante el sexenio

Ya en el poder, Peña Nieto vivió sus dos primeros años de gobierno con el logro que significó la firma del Pacto por México y con la unión de las tres principales fuerzas políticas del país en ese momento, PRI, PAN, PRD, y con éste la concreción de once reformas estructurales, las cuales eran esperadas con ansía por grupos de interés, así dentro como fuera del país, en especial la energética que abriría las puertas de Pemex a la inversión privada y permitiría a empresas particulares beneficiarse con la explotación del petróleo, recurso cada vez más escaso.

Pronto se convirtió Peña en un reconocido líder a nivel internacional y el protagonista de la portada de la importante revista Time, en la cual se le presentó como el salvador de México al ir su fotografía acompaña de la frase ‘Saving Mexico’.

Poco le duró el gusto: hacia el final de su segundo año de gobierno se dieron los eventos que, como Atenco durante su mandato en el Estado de México, marcaron y marcarán negativamente su periodo presidencial. Primero, la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, en Iguala, Gurrero, misma que suscitó una tardía y errática respuesta por parte del gobierno peñista y culminó con la ‘verdad histórica’, en torno a que los estudiantes fueron cremados en el basurero de Cocula, misma que al final fue rechazada, entre otros, por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI). Hasta hoy, se desconoce el paradero de los alumnos que desaparecieron por obra y omisión de las fuerzas públicas la noche del 26 de septiembre de 2014.

Segundo, la investigación periodística presentada por el equipo de Carmen Aristegui, el 9 de noviembre del mismo año, de acuerdo con la cual la familia de Peña Nieto era propietaria de la, desde entonces conocida, ‘Casa Blanca’, mansión ubicada en las Lomas de Chapultepec y cuyo valor ascendía a 83 millones de pesos, 7 millones de dólares al cambio vigente entonces, y que no sólo excedía con mucho las posibilidades económicas de la familia presidencial, sino que hacía visible un conflicto de interés entre Peña y la empresa consentida del gobierno federal y del anterior gobierno peñista del Estado de México. Por si fuera poco, Grupo Higa estaba ligada también al proyecto de construcción del Tren México-Querétaro, mismo que ante la denuncia del mismo equipo de periodistas tuvo que ser suspendido.

De esta manera, los casos de Ayotzinapa y la ‘Casa Blanca’ no sólo señalarán un antes y un después en el sexenio peñista, sino que se han convertido en la marca de agua que acompañará a Peña Nieto, tal como el 68 y el ‘Halconazo’ a Luis Echeverría Álvarez; la nacionalización de la banca y la corrupción en Pemex a José López Portillo; la matanza de Acteal a Ernesto Zedillo Ponce de León; la fallida guerra contra el narco y los “daños colaterales” a Felipe Calderón Hinojosa; por mencionar sólo algunos ejemplos.

A lo anterior se suman las masacres extrajudiciales como la de Tlatlaya, el aumento en la inseguridad y la violencia, la falta de resultados palpables en torno a las reformas estructurales, el aumento en la desigualdad social y el escaso crecimiento económico, el derrumbe de la popularidad presidencial, los reiterados errores en materia de comunicación política cometidos por el presidente de la República y su gabinete, etcétera.

Al final del sexenio

Poco antes de concluir su administración y a unos días de rendir su último Informe de Gobierno, Peña Nieto se ha empeñado en ponderar lo que, a su juicio, fueron los logros de su sexenio haciendo, incluso, mea culpa de aquello que no dio los resultados esperados. Su paso por los medios busca, sin mucho éxito, cambiar la percepción negativa que servirá de sustrato histórico cuando se hable de los años en que ocupó la silla presidencial. Preocupación valida de quien pretende pasar a la historia como un buen presidente, en función de lo hecho y de los intereses defendidos.

Doce días antes de su Sexto Informe de Gobierno, el presidente Peña ha aparecido en una serie de spots cuyo objetivo central es compartir la experiencia de su gestión de gobierno, “Las vivencias, las experiencias, los momentos que marcaron mi Administración, los momentos en los que logramos impulsar transformaciones relevantes para el país. Desde el origen, desde cómo iniciamos, por dónde transitamos y a dónde estamos llegando prácticamente ya, a la conclusión de este sexto año”, a decir de él mismo.

Su principal reto fue, afirma, asegurar calidad de vida para la sociedad y que las nuevas generaciones tengan acceso a los mismos derechos y a las mismas oportunidades para todos. Reconoció, sin embargo, que ésta es una tarea incompleta, pero aseguró haber echado los cimientos para disminuir la brecha de desigualdad y haber dejado, sin duda, un México mejor que el que recibió hace seis años.

Entre aquellos eventos que consideró relevante aclarar se encuentra el caso de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, al respecto dijo que se trató de un evento local, lo cual lo dejaría fuera de los eventos que sucedieron la noche del 26 de septiembre de 2014; recordó la atracción de la Procuraduría General de la República y “la investigación profunda y amplia” que esta realizó ante la demanda “sentida y justa” de los padres por saber que había pasado con sus hijos. Especificó que a pesar del rechazo de los padres de familia a la versión de la Procuraduría “la investigación ahí está (…) en donde había evidencias claras y contundentes de que muy lamentablemente los 43 jóvenes habían sido incinerados por un grupo delincuencial que operaba en el Estado de Guerrero. En lo personal y con el dolor que causa y con lo que significa la pena para los padres de familia, yo estoy en la convicción que lamentablemente pasó justamente lo que la investigación arrojó”.

Destacó que en esta ocasión no pidió a esos mismos dolientes padres que superaran el hecho, tal como hiciera los primeros días de diciembre de 2014, en una visita a Coyuca de Benítez, en Guerrero, donde textualmente dijo: "Quiero convocarles para que, con su capacidad, con su compromiso con su estado, con su comunidad, con sus propias familias, hagamos realmente un esfuerzo colectivo para que vayamos hacia delante y podamos realmente superar este momento de dolor". Su expresión se tomó como un llamado a ‘dar vuelta a la página’, cuando aún no había pruebas contundentes de lo sucedido esa noche. Este esfuerzo se concretó el 27 de enero de 2015 cuando el entonces procurador Jesús Murillo Karam explicó lo que llamó la ‘verdad histórica’, en torno a cómo habían sido secuestrados, incinerados y desaparecidos los restos de los 43 estudiantes. ‘Verdad histórica’ que aun hoy, a pocas horas del Sexto Informe de Gobierno, vuelve a ser refutada por los expertos del Equipo Argentino de Antropología Forense, quienes sostienen que dicha investigación debe ampliarse toda vez que tras 18 meses de investigaciones no encontraron evidencia que sostenga la versión de la incineración, por lo que el frente que Peña pretende cerrar antes de irse sigue abierto.

En este mismo spot reconoció que sus esfuerzos por disminuir la inseguridad y la violencia no fueron suficientes, aunque si hubo mejoría en este rubro, a decir de él mismo.

Otro supuesto logro que Peña Nieto busca preconizar a través de los anuncios, la forma actual de informar a la población sobre lo hecho por el gobierno sustituyendo los largos informes dados por horas, es lo alcanzado en materia docente, buscando por supuesto defender la reforma educativa, esa que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador echará abajo, como advirtió de frente a Peña en reunión pública. Momento difícil para el presidente saliente, toda vez que las reformas estructurales vertebraron su administración como el legado de quien quiere pasar a la historia y confirmar que su sexenio no fue una pérdida de tiempo en la solución de los graves problemas por los que atraviesa el país.

Su apoyo al fortalecimiento y modernización de las fuerzas armadas no podía quedar fuera de este esfuerzo por comunicar lo bien hecho, aunque esto haya ido en detrimento de la propuesta de volver al Ejército a sus cuarteles y de mejorar la capacitación y equipamiento de las policías estatales y municipales.

Ha destacado también los avances en materia económica; de turismo, al pasar México del lugar quince al sexto como país más visitado del mundo; en materia de salud; en el sector agroalimentario, en relación con el desarrollo regional; la creación de empleos; y la construcción de vivienda. Por supuesto, no podía quedar fuera la reforma energética, la segunda joya de la corona, siendo la reforma educativa, la primera. Sobre energía hizo patente la existencia de un nuevo modelo energético que triplicó la capacidad para generar energía solar y eólica, cuidando a la vez el medio ambiente, la participación de 70 empresas en la exploración y producción petrolera, así como más de 200 mil millones de dólares en inversión y la generación de 900 mil empleos.

Destaca el hecho de que dos frases acompañan estos spots, la que abre: “Gracias a todos, México se ha transformado”; y la que cierra: “Unidos haremos que lo bueno siga contando”, insistiendo en la campaña con la que se pretendió, sin mucho éxito, destacar lo que se estaba haciendo bien. La insistencia en reiterar estrategias comunicativas que no dieron los resultados esperados no es parte de un plan coherente a lo largo del sexenio, sino muestra de la inflexibilidad de esta administración para innovar y cambiar lo que no funciona.

Así como en los spots, el mandatario se abocó a dar entrevistas a periodistas que le apoyaron de esta forma durante su gestión. Así, en entrevista con Denise Maerker explicó las razones que le llevaron, junto con el PRI, a la estrepitosa derrota en el más reciente proceso electoral: “Yo advierto dos razones para que esto haya ocurrido. La primera, yo creo que en el mundo y México no se excluye a ello, hay un gran desgaste a las expresiones políticas tradicionales, a los partidos políticos tradicionales. En esta elección no solo perdió el PRI, perdieron prácticamente los partidos tradicionales, los partidos con los que construimos el Pacto por México, que dejó en saldo estas grandes reformas estructurales. En esta elección no les fue bien. Y la segunda, el desgaste de la…, del ejercicio del gobierno. El ejercicio del gobierno y cuando hacer cambios profundos que trastocan intereses o trastocan un orden dado, por supuesto que genera desgaste.” No hubo autocrítica por parte de Peña sino, como él mismo dijo, la convicción de haber tomado las decisiones correctas para México, afrontando el costo que esto significó en términos de popularidad.

Con  Ciro Gómez Leyva afirmó no haber sido el factor que explica la derrota electoral del PRI, a pesar de tener índices de aprobación de menos de 20%. Al respecto, dijo que es de observar que en el mundo ha aumentado el rigor con que un presidente es calificado por la población y continuó: “Hoy observarás no sólo en México sino en todas partes del mundo que prácticamente los niveles de aprobación que tiene un gobernante pues son muy menores a los que tenían los gobernantes en el pasado”. Es de notar que esta respuesta la dio en medio de una leve sonrisa.

Por su parte, Carlos Marín le pidió indicara tres autocriticas en torno a su gestión, a lo que respondió: “Primero, yo creo que insuficiencia en una asignatura que para mí es central, que fue el combate a la inseguridad. Hubo avances y los puedo referir, pero a final de cuentas no estoy satisfecho (…). La segunda, insuficiencia en haber explicado cuando llegamos a tener errores o fuimos objeto de algún señalamiento, creo que hubo insuficiencia en la manera en la que se explicó (aquí, Marín afirma que está hablando de la ‘Casa Blanca’, dándole pie a decirlo él mismo): Estoy hablando de la Casa Blanca, de Ayotzinapa, estoy hablando de cuando explicamosñ..., bueno yo creo que explicamos amplia y suficientemente, bueno insuficientemente porqué habíamos decidido quitar el subsidio al precio de la gasolina (...). Tercero, algo nos faltó, y, te soy honesto, hasta estas alturas tampoco sabría qué precisamente nos faltó, porque yo creo que es una… ehhh, deficiencia que priva hoy en muchos gobiernos, cómo poder capitalizar los resultados positivos de una administración, que ahí están y los que quiero comentar contigo y que realmente sean recogidos y reconocidos por la sociedad”.

Observando un poco y asumiendo que en política lo que parece, generalmente, no es, estas entrevistas tuvieron por objetivo brindarle la oportunidad de explicar los logros de su gobierno y de hacer una pequeña autocrítica de su gestión, la cual se redujo a buscar la razón más allá de sus acciones, decisiones y políticas para justificar los fracasos y reafirmar la idea de que “lo bueno no se cuenta pero cuenta mucho” y sus derivaciones, en lugar de ser un ejercicio de aguda y profunda crítica periodística, dados los vacíos y malos resultados que saltan a la vista. Lo anterior vuelve a poner de manifiesto el liderazgo político compartido entre ciertos medios de comunicación y el primer mandatario; aunque, evidentemente, hacia el final del sexenio cada vez fue más difícil para estos medios no cuestionar y defender a quien ayudaron a llegar a la Presidencia de la República.

Tanto los spots como las entrevistas mencionadas evidencían la resistencia del mandatario saliente a reconocer los conflictos de corrupción, tráfico de intereses, ineficiencia, defensa de intereses creados y todo aquello ocurrido durante el sexenio y que se reflejó en un detrimento de las condiciones de vida de millones de personas en todo el país.

Las frases utilizadas en estos dos tipos de ejercicios de comunicación política son los temas que Peña pretende aclarar o rescatar como lo mejor de su sexenio y que por sí mismos marcan los temas que lo acompañarán al Sexto Informe de Gobierno.

Más allá de su propia visión en relación con lo que fue su gobierno, Enrique Peña Nieto se va dejando tras de sí un país que deberá seguir enfrentando los grandes pendientes que él mismo no pudo, no supo o no quiso solucionar, a saber:

  • Una corrupción de la que se benefician unos cuantos…
  • Una enorme impunidad que raya en desgobierno siendo útil a unos cuantos…
  • Una economía que genera riqueza para unos cuantos…
  • Una política que organiza para unos cuantos…
  • Una justicia que funciona para unos cuantos…
  • Una cultura de la abundancia disfrutada por unos cuantos…
  • Una seguridad que sólo opera para unos cuantos…
  • Un país cuyos beneficios se distribuyen entre unos cuantos…

Al final, el de Peña fue un sexenio atípico, toda vez que no alcanzó la cumbre de su poder, la cual, según la tradición sexenal, ocurre hacia el final del tercer año, dado que su debacle comenzó hacia el final del segundo. Se podría decir que fue un sexenio de dos años y que los siguientes cuatro fueron ocupados para defender lo hecho en los dos primeros y para convencer a la ciudadanía de las bondades de las reformas estructurales aprobadas gracias al Pacto por México.

Reformas que Peña defiende como su legado histórico pero que comienzan a desdibujarse ante la intención del futuro presidente de México, quien pretende revisarlo todo y parece ya mandatario en funciones, a pesar de no haber tomado posesión del cargo, y ante quien Peña se ha rendido, abandonando la plaza antes de tiempo.

No queda más que sostener que las protestas en contra de Peña Nieto durante la campaña presidencial no fueron injustificadas ni producto de la inexperiencia o pasión juveniles, sino resultado de la observación de hechos concretos que sumados a la evidencia posterior permiten afirmar: la IBERO tenía razón.

*La Dra. Ivonne Acuña Murillo es académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

 

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