El día que nació su hijo, Víctor Máximo tomó una de las decisiones más difíciles de su vida: dejarlo todo para irse a estudiar a Francia. Con un bebé de cinco meses y después de dos décadas trabajando en obras sociales jesuitas, él y su esposa renunciaron a sus empleos para emprender un camino incierto en Lyon. “Si hoy comemos es porque alguien al otro lado del mundo decidió donarse para que estemos aquí”, dijo al agradecer la beca que le permitió cursar 12 materias en francés y concluir sus estudios a pesar del reto emocional y académico que implicó.

Un encuentro para compartir lo aprendido

Como él, otras 20 estudiantes becadas y becados se reunieron en el Centro de Emprendimiento y Aceleración de Negocios (CEAN) de la Universidad Iberoamericana para relatar cómo la movilidad internacional de Otoño 2024 y Primavera 2025 transformó sus vidas. La sesión, que fue encabezada por la Mtra. Mónica Maccise Duayhe, Directora General de Vinculación Universitaria; Mtro. Luis Alejandro Kauachi, Director de Internacionalización; y Mtra. Andrea Sánchez Galván, Coordinadora de Movilidad Estudiantil, celebró las experiencias, aprendizajes y desafíos de quienes viajaron con el apoyo de la Mtra. Maricarmen Servitje Montull.

Maccise destacó que la beca nació del deseo de Servitje de ampliar las oportunidades para estudiantes de la IBERO y porque “una experiencia internacional nos cambia la vida”. Kauachi añadió que la internacionalización ya no es sólo un viaje, sino “un estado de ánimo que despierta curiosidad y compromiso con el mundo”.

Nuevas vocaciones, nuevos destinos

Las y los jóvenes estudiaron en instituciones de Europa, Asia y América, desde Japón y Francia hasta Brasil, Canadá e Italia. Varias personas compartieron que fue la primera vez que salieron del país y que, sin la beca, esta oportunidad hubiera sido inalcanzable. Otras expresaron cómo descubrieron nuevos intereses académicos, como biotecnología, diseño japonés, derechos humanos, moda sostenible, o un renovado orgullo por su identidad mexicana al convivir con culturas diversas.

En sus relatos aparecieron desafíos comunes: aprender idiomas desde cero, adaptarse a métodos de enseñanza distintos, o enfrentar la independencia total. Pero también coincidieron en algo más profundo: la movilidad amplió su forma de entender el mundo y su lugar en él.

Al cierre del encuentro, la Mtra. Maricarmen Servitje y Nicolás Mariscal Palacio dirigieron un mensaje de reconocimiento a la comunidad becaria, celebrando su esfuerzo, valentía y compromiso para convertirse en agentes de cambio desde sus distintas disciplinas.

Las y los 21 estudiantes que vivieron esta movilidad internacional viajaron a una diversidad de destinos académicos en diez países. Alan Janik Flores cursó estudios en la Universidad de Lleida (España); Brenda Aline Collazo, en la Universidad Alberto Hurtado (Chile); César Augusto Palacios, en la Université Catholique de Lille-IESEG (Francia); Dana Paola Velasco y Yael Patricio Álvarez, en la Universidad Loyola Andalucía (España); Daniela Acosta y Luis Antonio Ambriz, en instituciones españolas de arquitectura; Edgar Fernando Blancas, Luis Arturo Medina y Omar Valencia, en JUNIA Grande École d’Ingénieurs (Francia); Hannia Pilicastro, en la IULM de Milán (Italia); Jessica Peña, también en JUNIA (Francia); Jocelyne González, en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia); María Fernanda Olvera, en la Amsterdam University of Applied Sciences (Países Bajos); Marina Ixchel Rodríguez, en Chiba University (Japón); Monserrat Paulina Matías, en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali (Colombia); Olga Cabrera y Rubí Ramírez, en la Universidad Católica de Córdoba (Argentina); Ricardo Hernández, en la University of Regina (Canadá); Víctor Manuel Máximo, en la Université Lumière Lyon 2 (Francia); y Yolia Arizay Jaime, en la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro (Brasil). Cada una de estas experiencias aportó una mirada distinta del mundo y enriqueció la presencia internacional de la IBERO.

Fotos: Alberto Hernández Mendoza

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