#ANÁLISIS Canibalismo político y fratricidio rumbo al 2018
La importancia que revisten las elecciones de 2018, en particular aquella para ocupar la silla presidencial y la que definirá al nuevo gobernante de la Ciudad de México, ha puesto nerviosos a los integrantes de los principales partidos políticos, PRI, PAN, Morena y PRD.
El nerviosismo está a punto de derivar en una especie de canibalismo político y fratricidio, al mismo tiempo; esto es, políticos que intentan comerse a sus hermanos de partido. Y no es para menos si se piensa lo que está en juego: por un lado, la Presidencia de la República, cuyo paso previo es lograr la candidatura de un partido, el propio. ¡Ah lo olvidaba!, también asegurar el triunfo durante el proceso electoral, peccata minuta, si se recuerda que con rebasar los topes de campaña y sacarse algunos trucos de la manga para burlar las leyes electorales se tiene el triunfo ‘casi’ asegurado.
Rebelión dentro del PRI
El 12 de agosto tuvo lugar la XXII Asamblea Nacional del PRI, en la que se dirimieron varios asuntos de gran relevancia para el futuro del partido. Primero, se cambió el estatus para permitir que un político sin militancia, pero comprometido con el proyecto e ideario del instituto político, pueda encabezar la candidatura presidencial. Segundo, se neutralizó, al menos temporalmente, la intención de impedir que el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, sea el único fiel de la balanza que decida quién será el candidato del partido.
Pero esta rebelión tiene raíces más profundas que aquellas que pueden ser arrancadas en una reunión partidista. Está en juego la definición del PRI como un partido capaz de sostener un pacto con las clases menos favorecidas, como en los buenos años del Estado benefactor, y de cambiar la orientación de un modelo económico que ha aumentado la brecha entre ricos y pobres hasta niveles insostenibles. Pero lo más importante, salir del pozo en que parece haberlo metido el grupo que lo ha dominado las últimas décadas, dejándolo como un partido rechazado por la gente y que día a día va perdiendo su voto duro.
En esta crisis se enfrentan dos grupos: Atlacomulco, el grupo político de Peña Nieto, y que sostiene nexos con cierto expresidente (cuyo nombre no se dice), y el de Manlio Fabio Beltrones, uno de los cerebros más lúcidos del partido. En medio se encuentra el grupo Hidalgo, comandado por Miguel Ángel Osorio Chong, por lo que se ve más preocupado por ocupar la Presidencia que por cambiar al partido.
Si lo que se juega es más que una candidatura presidencial; en corto, la definición a futuro del PRI, lo que se vislumbra es una cruenta batalla en la que uno de los dos grupos terminará devorando al otro, en un acto de canibalismo puro, y el famoso ‘espíritu de cuerpo’ del partido volverá a fragmentarse como cuando en 1987 salieron quienes más tarde fundarían un nuevo partido, el PRD.
En el PAN, calderonistas y anayistas se dan con todo
Más abierta que en el caso del PRI es la batalla al interior del PAN. El objeto preciado en disputa es la candidatura a la presidencia: Margarita Zavala, del grupo calderonista, y Ricardo Anaya, actual dirigente del partido, se enfrentan encarnizadamente por lograr el control del partido y por obtener dicha candidatura.
En primer lugar, Anaya se ha aferrado a la presidencia del partido, desde la cual ha logrado darse a conocer a nivel nacional y utilizar la estructura y recursos del PAN para colocar su figura en primer plano, para fortalecer su imagen rumbo al 2018, pero, sobre todo, para construir alianzas a su favor. Lo anterior ha exasperado a Zavala, que ha intentado por todos los medios hacer renunciar a Anaya, increpándolo para que se decida y de una buena vez diga si seguirá a la cabeza del partido o se lanzará como candidato.
Ante la negativa de Anaya, el grupo calderonista, por supuesto con Felipe Calderón Hinojosa a la cabeza, ese que dice Margarita no intervendrá cuando ella gobierne, si acaso llegara, lanzó el 31 de octubre del año pasado una campaña de desprestigio en contra del dirigente panista afirmando que su estilo de vida y sus gastos no concordaban con sus ingresos y los de su esposa, como reportó detalladamente Ricardo Alemán, en el periódico Milenio, en su columna titulada ‘Anaya en las nubes: viajó 125 veces a Atlanta en los últimos 36 meses’; información que más tarde fue replicada por diversos medios como sdp.noticias.com; zocalo.com.mx; vozimparcial.com; vanguardia.com.mx; achacanews.com, entre otros.
Previo a este ataque, se publicó una carta abierta en la que 18 panistas, entre los que destacan Salvador Abascal, Javier Abreu Sierra, Juan Miguel Alcántara, Myriam Arabian, Jorge Camacho, Alberto Cárdenas, Ernesto Cordero y Roberto Gil, pedían a Anaya definiera si quería seguir como presidente del PAN y renunciar a sus aspiraciones presidenciales o si, por el contrario, las reconocía y dejaba su cargo al frente de su partido.
Tanto Margarita como Rafael Moreno Valle, el otro suspirante del PAN, dieron entrevistas en varios medios, como en el programa matutino de Carlos Loret de Mola, para insistir en la pronta definición de Anaya.
Dado que hasta ahora no han logrado ningún resultado, nuevamente se ha buscado la manera de desprestigiar a Anaya, pero ahora afirmando que la riqueza de su familia política está asociada a su carrera, como reportó El Universal el 23 de agosto pasado.
Anaya se defendió diciendo que tal ataque proviene del gobierno federal pues él y buena parte de los legisladores de su partido se oponen a que Raúl Cervantes Andrade, quien actualmente encabeza la Procuraduría General de la República, se convierta automáticamente en Fiscal General de la República por los próximos nueve años, y le cuide las espaldas a Enrique Peña Nieto y todos los miembros de su gabinete, quienes podrían enfrentar cargos por corrupción una vez terminada su administración.
Como hipótesis, se puede afirmar que el golpe caníbal no viene, en todo caso, sólo del gobierno federal, sino que es otro intento de los calderonistas por imponer a Margarita como candidata del PAN a la Presidencia. En este caso, habría un acuerdo entre el PRI, Calderón y ella para intercambiar favores, a saber: el PAN, o al menos una parte de este partido, apoyará al PRI para imponer a Cervantes Andrade y el PRI apoyará a Margarita Zavala para que se quede con la candidatura de su partido. El primer paso ya fue dado: el PRI apoyó a Ernesto Cordero Arroyo (calderonista de hueso colorado), para que siguiera presidiendo la Mesa Directiva del Senado, apuntalado por sus compañeros de partido: Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth, Salvador Vega Casillas, Jorge Luis Lavalle, pero con el rechazo del resto de su bancada.
Así las cosas, veremos quien devora, simbólicamente o no, a quién. El fratricidio parece inminente.
Morena vive su primer enfrentamiento interno
Después de disfrutar de las mieles de un rápido ascenso, de partido nuevo a primera fuerza en la Ciudad de México y tercera a nivel nacional, Morena enfrenta su primer desacuerdo interno, la candidatura a la Ciudad de México bien lo amerita.
Al final de un método de selección interna poco claro o mal comunicado, uno de los cuatro aspirantes a presidir la candidatura de Morena al gobierno de la capital, Ricardo Monreal, decidió no aceptar los resultados, después de que, a decir de sus correligionarios, en especial de la ganadora del proceso Claudia Sheinbaum, conocía y aceptó el método a seguir. Incluso después de que en varias entrevistas afirmó que aceptaría el triunfo de otro de los contendientes, incluida una decisión cupular tomada por Andrés Manuel López Obrador.
El inconforme afirma no tener la intención de salir de Morena, pero tampoco de “dejar por el camino trozos de dignidad” ni estar dispuesto a aceptar “premios de consolación”, pues no tiene un plan ‘B’ sólo un plan ‘A’: ser gobernante de la Ciudad de México.
Su apuesta no es descabellada, toda vez que desde que la izquierda gobierna la ciudad, esta se ha convertido en un escaparate para todo aquel con aspiraciones presidenciales. Sin embargo, la insistencia de Monreal está poniendo en entredicho los métodos de selección interna de un partido nuevo, que por serlo debería también dar el ejemplo y mostrar que está dispuesto a abandonar las prácticas de otros partidos en relación con la democracia interna.
Lo destacado aquí es que Monreal está siguiendo una estrategia en la que, mediante presión y amagos de irse a otro partido, pareciera estar buscando ganar por esa vía lo que no ganó en la encuesta de su partido. Su llamado a reconocer un supuesto error y a repetir el proceso no abona en nada a la imagen de un partido que por años ha representado y defendido.
En este contexto, parece difícil que se haga a un lado a Sheinbaum para cumplir los deseos de Monreal, por lo que los escenarios posibles son: 1. Monreal admite finalmente el triunfo de su compañera y acepta, con todo y la vergüenza de haberse inconformado y luego rendido, otro puesto, ahora o en el futuro. 2. Se va de Morena y se lanza como candidato independiente, lo cual sería un suicidio político en una plaza donde sólo dos partidos tienen posibilidades reales de ganar, Morena y el PRD. 3. Sale de Morena y acepta la candidatura de otro partido, ¿el PRI, el PAN, MC, el PVEM, el PANAL, el PES?, y carga con el desprestigio que eso significaría y se resigna a sufrir las consecuencias de una situación en la que él mismo se colocó.
Pronto se sabrá, lo cierto es que Monreal está pronto a ser devorado, una vez que él mismo se metió en la cazuela.
¿Y el PRD?
El PRD se sigue desfondando. En julio de este año, Rey Morales, exintegrante del Comité Ejecutivo Nacional, lo abandonó para irse a MORENA, junto con 45 mil 58 militantes del partido en Oaxaca, después de haber firmado semanas antes el Acuerdo de Unidad de Morena.
De igual manera, en el Congreso de la Unión también hay movimientos. En la Cámara de Diputados, 12 congresistas abandonaron al PRD para pasarse a las filas de Morena: Jesús Valencia de la corriente Alianza Democrática Nacional (ADN), Leticia Carrera, también de ADN; Alberto Martínez Urincho de Nueva Izquierda (NI); Carlos Hernández Mirón (Vanguardia Progresista); Lluvia Flores de Izquierda Democrática Nacional (IDN); Ivanova Pool (Galileos); Fidel Calderón (IDN); Arturo Santana (NI); Tania Araujo (ADN); Karina Barón (Galileos), Sergio López (ADN) y Leonardo Amador (ADN).
Pero no sólo militantes del PRD lo dejan para irse a Morena, otros liderazgos que se niegan a abandonar el partido apoyan a AMLO desde adentro, es el caso de Pablo Gómez, Leonel Godoy, Raúl Morón y Carlos Sotelo.
Los anteriores son algunos ejemplos de los muchos militantes que han salido de un partido para irse al otro, o que quedándose donde están apoyan a AMLO. Por si fuera poco, Dolores Padierna Luna y René Bejarano Martínez, líderes de la corriente Izquierda Democrática Nacional, han decidido cambiar de puerto e irse a Morena, finalmente, después de muchas negociaciones y de que 78% de los 10 mil asistentes a la convención del Movimiento Nacional por la Esperanza, que también encabezan, votara por apoyar a AMLO. La razón para salir del PRD tras 28 años de militancia, argumentan, es el acercamiento de su ahora expartido con el PAN.
Mientras se va quedando vacío, uno de los dos líderes de la corriente Nueva Izquierda, la de ‘Los Chuchos’, Jesús Zambrano Grijalva afirma que “una amplia mayoría” dentro de su partido avala la formación del Frente Amplio Democrático (FAD), al lado de otras fuerzas políticas, sectores de la sociedad civil, académicos y otros actores de la vida nacional.
El punto aquí es que mientras más se acerca este partido al PAN, con el que ha hecho alianzas en los últimos procesos electorales, más se aleja del perfil de un partido de izquierda; y, conforme se desfonda, el porcentaje de votos que tiene para aportarle a ese partido o a cualquier otro disminuye.
A todas luces, su enfrentamiento con López Obrador, primero, y con Morena, después, le está redituando a ‘Los Chuchos’ (el otro ‘Chucho’ es Jesús Ortega Martínez), si se sospecha que su encomienda última era destruir al PRD desde adentro. Las preguntas ahora son: una vez creado un nuevo y exitoso partido de izquierda, Morena, ¿para qué acabar con el PRD si se ha convertido en una oposición cómoda, en una oposición ‘útil’? ¿Se les pasó la mano y ahora ya no pueden detener la debacle de ‘su’ partido? ¿Qué harán cuando el PRD ya no exista? ¿Pedirán asilo al PAN, al PRI, a la ‘chiquillada’?
Sin importar cuáles sean las respuesta a estas preguntas el hecho es que finalmente en esta guerra fraticida, entre la que era la izquierda política más importante del país, desde 1989, y la que lo es desde 2015, gana la segunda.
El canibalismo político en contra de los hermanos y hermanas de partido, desmintiendo el dicho ‘perro no come perro’, estará a la orden del día hasta que se defina quienes encabezarán las candidaturas para las elecciones presidenciales y de la Ciudad de México en 2018.
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*La Dra. Ivonne Acuña Murillo es académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México
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