#CIENCIA Microsismo del 7 junio en la CDMX no fue tan 'micro'
Muchos de los capitalinos que vivimos en la Alcaldía Álvaro Obregón recordamos durante algunos segundos el sismo del 19 de septiembre de 2017. Aproximadamente, al cuarto para las diez de la mañana del domingo 7 de junio de 2020, vidrios y muebles comenzaron a vibrar de manera violenta dentro de nuestro domicilio. Contuvimos la respiración ante la incertidumbre de lo que seguiría después.
El epicentro del sismo del 19 de septiembre de 2017 se ubicó muy cerca de la ciudad, por lo que era imposible que la alerta sísmica tradicional cumpliera función alguna. El microsismo de 2020 comenzó de una manera semejante al terremoto de 2017, pero en lugar de aumentar su efecto, éste decayó rápidamente limitando la experiencia a un gran susto, y nada más.
El que la alerta sísmica no se active no es garantía de que un temblor no tendrá efectos mayores en la Ciudad de México. Las ondas sísmicas recorren en tierra aproximadamente 5 kilómetros en un segundo, por lo que el tiempo que le tomó al sismo de 2017 llegar a la ciudad fue de apenas 20 segundos.
En el caso del microsismo, la distancia total del epicentro al área donde habitamos es de cerca de 7 km, por lo que el tiempo para responder a una hipotética alerta hubiera sido de apenas 1.4 segundos. La alerta sísmica tradicional opera únicamente para temblores con epicentro en la costa del Pacífico y con magnitudes superiores a los 6 grados.
Oficialmente el movimiento telúrico del 7 de junio de 2020 está clasificado como un microsismo, dado que su magnitud fue de apenas 2.9 grados.1 En contraste, los sismos de 1985 y 2017 alcanzaron valores respectivos de 8 y 7.1 grados.2 A pesar de ello, la corta distancia entre el epicentro y zonas de la ciudad densamente habitadas provocó un efecto de percepción significativo. La corta duración del evento, inferior a los diez segundos, también favoreció a la ausencia de daños.
De acuerdo a información presentada por el gobierno de la ciudad, la máxima aceleración del suelo alcanzada en la Alcaldía Álvaro Obregón debida al microsismo fue de 12.5 gals, lo cual equivale a cerca del 1.2% de la aceleración que adquiere un cuerpo cuando cae libremente.3 Este valor es alto para un microsismo. Una referencia reciente es el temblor que aconteció el 16 de febrero de 2018 en la Ciudad de México. En dicho evento la alarma sísmica fue activada, aunque la aceleración pico del suelo sólo alcanzó los 6.68 gals.4
Si se visualiza el movimiento telúrico del 7 de junio en términos de la aceleración pico del suelo, resulta que el 'microsismo' no fue tan 'micro'. Evidentemente, la magnitud de eventos como éste es muy pequeña en relación a la de los sismos que han azotado a la ciudad, pero no por ello sus efectos son necesariamente despreciables. Los microsismos son una pieza más del rompecabezas telúrico la Ciudad, y tal vez deban ser considerados dentro del conjunto de riesgos potenciales por parte de quienes la habitamos.
Referencias:
1 Los datos del microsismo del 7 de junio pueden encontrarse en la dirección electrónica: http://www.ssn.unam.mx/
2 Los datos de los sismos de 1985 y 2017 pueden encontrarse en las direcciones electrónicas: https://earthquake.usgs.gov/earthquakes/eventpage/usp0002jwe/executive
https://aplicaciones.iingen.unam.mx/webSAPS/EventosHistoricos.aspx
3El valor de la aceleración del suelo causada por el microsismo puede encontrarse en la dirección electrónica: https://noticieros.televisa.com/videos/no-hay-reporte-de-danos-ni-afecta...
4 Los datos del temblor del 16 de febrero del 2018 pueden encontrarse en la dirección electrónica: https://aplicaciones.iingen.unam.mx/webSAPS/EventosHistoricos.aspx
También pueden consultarse las notas de prensa en las direcciones electrónicas:
https://ibero.mx/prensa/ciencia-sismo-del-16-de-febrero-exhibe-limitacio...
https://www.cronica.com.mx/notas/2018/1065987.html
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