COVID-19: Docentes investigan efectos de comorbilidades en migrantes
La doctorante Brenda Coutiño, la Dra, Karla Valenzuela, académica del Departamento de Estudios Interacionales y Óscar Martínez Martínez, docente del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la IBERO, realizaron un análisis sobre las comorbilidades y sus efectos en la población migrante, en el marco de la pandemia por COVID-19, el cual fue presentado durante el conversatorio El COVID-19, implicaciones sociales y económicas.
La encargada de hacer la presentación, que formó parte del XIX Seminario Nacional de Política Social. Política social, continuidad o cambio de paradigma, fue la académica Karla Valenzuela, quien detalló los hallazgos de la investigación, entre los cuales se encontraron que pese a la condición vulnerable que viven las personas migrantes, las tasas de mortalidad por COVID-19 y las comorbilidades que presentan son menores a la de la población local.
La investigadora señaló que una persona migrante contagiada de coronavirus, siguiendo un proceso ambulatorio, tiene menor probabilidad de fallecer; mientras que la probabilidad de muerte por COVID-19 en migrantes disminuye en 2.5% si el paciente ingresa en la unidad de cuidados intensivos. Asimismo, la probabilidad en el riesgo de muerte disminuye en 1.6% si una persona migrante proviene de América del Sur, en comparación con la población de América Central.
De acuerdo con los resultados, un migrante con obesidad incrementa la probabilidad de muerte en 1.3%, pero si el paciente se encuentra intubado la probabilidad de defunción por COVID-19 es de 2.35%. Encontrarse en el grupo de edad de 60 años en adelante aumenta la probabilidad en la ocurrencia del evento en 3% más, considerando la característica de la persona migrante.
La doctora en Ciencias Sociales y Políticas por la IBERO agregó que la población migrante más vulnerable en México son las personas de Centroamérica, quienes están expuestas a condiciones de tránsito más severas y a caer en estatus de irregularidad.
La especialista dijo que la mayoría de la población migrante no tiene acceso regular a servicios de salud. También mencionó el ‘efecto del migrante sano’, entendido como un proceso de autoselección donde sólo los más jóvenes y saludables emprenden el viaje migratorio, y de ahí la posibilidad de resistir.
“Las personas que se asientan en otro país son aquellas que el mismo proceso de migración los seleccionó y son las personas que reportan mayores niveles de salud y adaptabilidad; mientras que las personas que registran un deterioro de salud regresan a su país de origen”, añadió la maestra en Migración y Asentamientos Poblacionales.
En la presentación, recordó que ciertas comorbilidades como la diabetes, hipertensión arterial, obesidad, entre otras, así como determinantes sociales como inseguridad alimentaria, hacinamiento, falta de agua y drenaje en los lugares de alojamiento, representan un importante factor de riesgo de muerte para quienes contraen el virus SARS-COV-2.
“Las personas migrantes y refugiadas son un grupo vulnerable y poco estudiado. Estudiarlas es importante ante las condiciones precarias en las que suelen residir y el acceso restringido a los servicios de salud”, expuso.
Compartió que la pregunta eje que guía la investigación fue determinar las comorbilidades que provocan más muertes en las personas migrantes, con la finalidad de proponer políticas sociales que cubran a este grupo vulnerable.
Recordó que estudios relacionados con el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) han mostrado que la edad avanzada y las comorbilidades (por ejemplo, la diabetes mellitus y enfermedades cardiacas) son importantes factores de predicción de diversos resultados adversos al SARS. Particularmente, la edad avanzada y las comorbilidades se asociaron significativamente con un mayor riesgo de muerte relacionadas con el SARS-COV-2.
La fuente de información fue la Secretaria de Salud federal, a través de la Dirección General de Epidemiología. Respecto a la metodología, se desarrolló un modelo probit que mide la probabilidad de muerte.
Los contagios en población migrante inician a una edad más joven (25 años) y la muerte a partir de los 55 años. Esto se explica porque la población migrante es más joven que la local.
La Secretaria de Salud registró distintas nacionalidades que se agruparon en cuatro subgrupos: América Central, Sur, Caribe y otros. En México, la población migrante más numerosa es de nacionalidad estadounidense y en segundo lugar de América del Sur; después, el Caribe y América Central.
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Valentina González/ICM
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