#CULTURA Una carta sobre la importancia de la filosofía

Mié, 4 Mar 2020
La filosofía puede ayudar a pensar mejor
  • Estatua de Sócrates (Imagen: pixabay).
Por: 
Lic. Carlos Mario Castro, académico del Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

“Basta con decir que, si soy rico en algo, lo soy más en perplejidad que en certidumbre. Un colega declara desde su sillón que la filosofía es el entendimiento claro y preciso; yo la definiría como la organización de las perplejidades esenciales del hombre”.

 Jorge Luis Borges

Estimado amigo o amiga.

Hace muchísimo tiempo, unos 80 años, tal vez, mientras tú dormías en algún infinito rincón del universo, un profesor de filosofía se quejaba ante Xavier Zubiri, famoso filósofo español, porque no sabía cómo responder a la persistente pregunta de sus alumnos sobre para qué perdían el tiempo -y seguramente la paciencia, también- estudiando filosofía.

Respóndales -dijo con aplomo el venerable filósofo español- que para que no vuelvan a hacer esa pregunta. Seguro dirás es la conocida respuesta enredada de un filósofo, que al final nos deja igual: sin saber qué onda. Pero lo que significa aquella respuesta es que quien se acerca a la filosofía -de manera inevitable o a regañadientes como con seguridad es tu caso- de inmediato comprende su importancia y necesidad.

Sin embargo, ahora, cuando tú eres estudiante, no se comprende con tanta rapidez -y sobre todo con claridad convincente- para qué seguir estudiando algo de filosofía en la universidad. En especial, cuando ya es bastante lidiar con las clases y tareas de matemáticas, contabilidad, introducción al derecho, inglés o computación, cuya importancia y necesidad son tan evidentes como que sin esas herramientas no podrías funcionar en un mundo como el actual.

Pero ¿y la filosofía? Que yo sepa, nadie te pedirá como requisito para darte un empleo que tengas conocimientos de filosofía -aunque quizás deberían exigirlo-. Es más, la filosofía bien podría ser jubilada -como los ancianos cuando dejan de ser productivos- y desaparecer de los colegios y las universidades sin que eso altere la tranquilidad y los nervios de nadie.

Pero imagina que mañana despertáramos con la noticia de que se cancela internet. ¡Puedes imaginarte cómo afectaría esa noticia a todo el mundo! Lo que al final de este párrafo quiero decirte es que se puede vivir sin estudiar filosofía -y de hecho mucha gente que tú y yo conocemos no estudió filosofía y vive de modo apacible, sin angustiarse ni preocuparse por eso-. Aunque una educación sin un poquito de filosofía a larga se parece a una muy buena receta de cocina a la que se olvidó poner un poco de sal y condimentos.

El vestido humano nos lo echamos encima en el momento en que nuestros antiguos ancestros comenzaron a preguntarse quiénes eran y qué hacían en este mundo -por vez primera la humanidad vio su rostro reflejado en un espejo y se asombró-, ensayando las primeras respuestas a misterios como el origen del mundo, la muerte, y la vida. En ese preciso instante también nació la filosofía. ¡Te das cuenta de la milenaria antigüedad de este oficio! 

En todas las antiguas culturas existió una filosofía, pero -ahora no voy a contarte las razones de por qué sucedió así- fue la filosofía de los griegos la que pasó a convertirse en la Miss Universo de las filosofías; es decir, a la que la historia puso la corona de princesa y reina consentida de las filosofías. Aquellos griegos de la antigüedad fueron sencillamente geniales y con su filosofía pusieron los primeros ladrillos de esa maciza construcción que ahora es nuestra actual civilización. No sé si esto te emocionará, a lo mejor no, pero tú y yo tenemos a uno de esos griegos viviendo en nuestras creencias e ideas.

Te pongo un ejemplo para que comprendas cómo fue que la filosofía perdió su corona de reina para convertirse en lo que es ahora, una cenicienta a la que muchos miran mal: imagina un partido de futbol, la filosofía lleva la pelota y toma la línea de fondo buscando el marco contrario, pero en su carrera al estilo Ronaldo -puede ser también Messi- es marcada con furia por la ciencia y la religión, que a codazo y zancadilla buscan arrebatarle el control del balón, sacándola de circulación con la complicidad del árbitro, que hace la vista gorda ante la falta.

Este ejemplo significa que estamos en un tiempo donde la filosofía ya no parece necesaria. Las ciencias han logrado resolver muchos de los enigmas que en un principio la filosofía intentó solucionar: sabemos más o menos cuál es nuestro origen, hemos logrado descifrar el funcionamiento de la naturaleza y establecido las leyes que la gobiernan. Además, también está la religión, cuyas respuestas proporcionan cierto alivio a preguntas sobre la muerte o cómo debemos comportarnos.

Dicho de otra manera, si queremos conocer las leyes que rigen nuestro mundo, para eso acudimos a los científicos; y si se trata de aprender el funcionamiento de computadoras, o de otros útiles instrumentos, tenemos a esa nueva y próspera clase social que son los técnicos; y si lo que buscamos es una respuesta a cómo debemos actuar en la vida, pues allí tenemos a las religiones y su variedad de ofertas de salvación personal.

Entonces -dirás con justificada impaciencia-, qué hago en un curso rápido de filosofía. Por cierto, y puedo adivinar la sonrisa de alegría brillando en tu cara, este será el primero y último curso de filosofía que llevarás en toda tu vida de universidad y en lo que te resta por vivir.

Lo primero que me nace es decirte que algo de filosofía puede servir para amueblar mejor tu cabeza, o como suelen decir, puede proporcionarte algo de elemental cultura general que nunca está de menos poseer.

Para que me entiendas mejor, ahora que la computación ha puesto tan de moda eso de estar en red, o esa otra palabra de estar online -maneras elegantes de decir que se está en la onda-, algo de filosofía puede hacer que entres en red con unos conocimientos que son patrimonio de toda la humanidad y que precisamente compartimos con toda la humanidad: eso quiere decir que más o menos todo mundo sabe quién fue Platón, o que Sócrates además de ser muy feo era un ser extraordinario que se preocupó por asuntos que deberían interesarnos a todos los humanos; por no hablar de Kant, un filósofo muy ligado a esa revolución cultural de la Ilustración en Europa. En pocas palabras, que la filosofía puede darte un lenguaje cultural común, que como cultura general -y te lo repito otra vez- no está mal que poseas.

Pero si aquello no te satisface mucho, y prefieres subir un escalón más -que sería lo ideal-, la filosofía entonces puede ayudarte a pensar mejor. Sócrates dijo que una vida sin examinarse -quiere decir sin filosofía, sin pensar sobre la vida- no vale la pena de ser vivida. Y con seguridad que a veces te pones filosófico -o filosófica- y te haces preguntas sobre tu vida, tus experiencias, o sobre lo que quieres llegar a ser en la vida y de los caminos que debes andar, o abandonar, para conseguirlo.

Entonces, en medio de esos momentos de arrebato filosófico puede ayudarte lo que otros antes que tú han pensado y reflexionado sobre la vida y sus enredos. Con seguridad los filósofos no solucionarán tus dudas, pero en sus reflexiones hallarás pistas que te pondrán en camino hacia una mejor comprensión de ti mismo y de los problemas del mundo en que vives.

Como siempre, una ilustración puede ayudarnos a comprender mejor el tipo de respuestas que ofrecen los filósofos: Digamos entonces que ellos son como una mano que nos señala el camino a seguir o la dirección por donde nuestros ojos deben buscar. Pero sucede que muchas veces, la mayoría de las veces, nos quedamos sólo viendo la mano y nos olvidamos de mirar el lugar hacia donde apunta. Eso quiere decir que lo importante no es memorizar lo que dicen sino imitar o intentar razonar como ellos lo hicieron.

Por cierto, lo único que vale la pena memorizar son algunos poemas de amor que por su belleza pueden hacer que nos postremos de rodillas, rendido o rendida de amor, a esa persona cuyo afecto anhelamos, pues no existe corazón que pueda resistirse a un buen poema de amor. ¡No claves tu mirada en la mano, sino en la estrella hacia donde esa mano apunta!

No se puede enseñar filosofía, a lo único que se puede enseñar es a filosofar, decía Kant, de quien te dije dos palabras más arriba. Lo que ambicionan esos señores raros -los más raros sobre la faz de la tierra-, llamados filósofos, es que tú te atrevas a pensar por tu propia cuenta, que te atrevas con su ayuda a encontrar tus propias y originales respuestas. Por eso todos los principios en la filosofía son difíciles porque estamos muy mal acostumbrados a que otros piensen por nosotros: la televisión, la publicidad, los políticos, las religiones, los honorables catedráticos de tu universidad.

La filosofía nos obliga, casi que nos exige, pensar por nosotros mismos -catedrático incluido-. Si quieres escuchar mi confesión, que probablemente te dé algo de ánimo, ustedes me han puesto a pensar mucho, y puedo decir sin falsa humildad, que gracias a ustedes yo también estoy aprendiendo a filosofar: se me han aclarado muchas cuestiones que antes en la universidad no lograba comprender.

Recuerda, no se aprende filosofía como se aprenden las otras asignaturas -memorizando o dejando que el profesor nos llene la cabeza con sus conocimientos-; la filosofía se aprende tomándose un poquito la molestia de pensar por uno mismo. Por eso es necesaria la presencia de esta “aburrida asignatura” en nuestra educación: porque ella nos da el entrenamiento para pensar mejor y llegar a poseer una mejor comprensión sobre quiénes somos nosotros los humanos, y una mejor comprensión de los problemas que atraviesa la humanidad.

Como todo ejercicio, los resultados de la filosofía no se miran inmediatamente, sino con el tiempo. No es la filosofía uno de esos productos de TV-OFFER que en una semana de mínimo esfuerzo te da un abdomen escultural o el cuerpo perfecto que siempre has deseado.

La filosofía, como tus otras asignaturas o como la educación toda, es sólo un medio para un sólo fin: La sabiduría; que no significa saber mucho sobre distintas disciplinas o asignaturas. Sabiduría, en todo caso, sería el modo como los humanos ocupamos lo que sabemos para vivir mejor. La clave es comprender qué significa vivir bien. Al enseñarnos a pensar, y al hacerlo críticamente, la filosofía nos puede ayudar a transformar aquello que alrededor de nosotros no está bien.

Hace muchos años Carlos Marx, un filósofo alemán cuyas investigaciones inspiraron el surgimiento de las revoluciones socialistas por el mundo -y que además tuvo un apasionado romance con una novia de nombre Jenny, que por amor a él renunció a su título de nobleza-, escribió que el objetivo de la filosofía es transformar la realidad. Seguro te darás cuenta que existen muchas situaciones que no están bien, que son estúpidas -utilizando un adjetivo fuerte- y que necesitamos corregir para entonces poder vivir bien, o al menos mejor de cómo vivimos ahora. Pues bien, a eso puede ayudar la Filosofía.

Espero que esto haya conseguido aclarar, un poco más, por qué es necesaria la filosofía, y por qué debemos hacer un esfuerzo por entrar en contacto con ella.

Con amistad....

Carlos Mario Castro

PRL/ICM

 

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