Dar ciudadanía a un androide, ¿en favor de la humanidad?
Arabia Saudita se convirtió en el primer país en otorgarle la ciudadanía a Sophia, un androide que tiene la capacidad de interactuar con las personas, que se mueve, frunce el ceño en caso de no comprender alguna pregunta, inclina la cabeza, mantiene contacto visual con una persona e, incluso, hace bromas.
Sin embargo, esta situación ha generado polémica entre los ciudadanos del país árabe, que en ciertos aspectos es tan progresista como retrógrada, pues en esta nación se vulneran los derechos de las mujeres, quienes no pueden salir a la calle sin el acompañamiento de un hombre. Asimismo, están obligadas a llevar el manto de abaya, un vestido de manga larga hasta los pies.
Las mujeres saudíes están obligas a que un hombre se haga cargo de ellas y tome decisiones en su nombre. Ellas no pueden abrir una cuenta de banco, viajar, tener trabajos remunerados; tampoco pueden recibir educación superior sin el permiso de un varón.
De hecho, apenas en diciembre de 2015 se les permitió por primera vez votar y ser votadas, pero sólo pueden hacerlo acompañadas por su tutor. Y fue hace unos meses, cuando el rey de Arabia Saudita, Salmán bin Abdulaziz, autorizó que las mujeres pudieran manejar, pero será hasta junio de este año que entre en funcionamiento el ordenamiento. Es el único país que tiene esta prohibición, debido a un edicto religioso que califica a las mujeres conductoras como pecadoras.
De esta manera, la noticia de que un androide recibiera la ciudadanía genera enojo entre los habitantes de ese país, quienes a través de redes sociales se preguntaron cómo era posible que la nueva ciudadana tuviera más derechos que las mujeres saudíes. Criticaron que Sophia no tuviera un guardián ni llevara abaya. Además, se quejaron de que obtuviera la ciudadanía antes que los kafala, trabajadores con un visado especial que han vivido toda su vida en ese país.
En ese sentido, para el Dr. Diego Garcia Ricci, académico del Departamento de Derecho, señaló que haberle concedido la ciudadanía y conferirle derechos muestra a un régimen que prefiere usar fantasías en lugar de avanzar en este tipo de temas que son sustantivos. En lugar de encaminar a las personas hacia una sociedad menos desigual, en donde existan mayores derechos para todos, dijo, se observa un deseo concretizado en un robot, pero no en el mismo género humano.
Sin embargo, expresó que otorgarle la ciudadanía a un androide, hasta cierto punto, podría ser positivo pues sería una primera señal de cambio, de que Arabia Saudita deje de ser un país tan cerrado y permita influencias occidentales.
“Parece como si quisieran hacer un cambio, pero no con la propia comunidad, lo cual es muy doloroso porque si lo vemos en el sentido de que no están abiertos a nada, ni siquiera se tomarían la molestia de jugar con las posibilidades. Vemos un régimen que quisiera ampliar los derechos a más personas, pero que su propio discurso político se lo impide y no quiere verse alineado hacia la ideología de occidente. Pero estos episodios son muestra de una apertura al cambio”, explicó el académico.
Recordó que, poco antes de que se informara sobre la ciudadanía del androide, se permitió a las mujeres manejar, lo cual habla de pequeños mecanismos que podrían detonar la participación más activa de los ciudadanos. Esto puede iniciar acciones de mayor participación política de los habitantes de ese país que, eventualmente, lleven a un mayor ejercicio de derechos por todos los sectores de la población.
Pero aseguró que los derechos son inherentes al género humano. Y que es difícil que un robot pueda, tanto ejercer, como reclamar el ejercicio de derechos porque tienen que ver con la percepción implícita en el ser humano y los robots reaccionan frente a estímulos previamente programados.
Tecnología, en favor de la humanidad
Otorgar la ciudadanía a Sophia resultó muy adelantado a su tiempo, no era oportuno ni el momento, sobre todo porque no se trata del androide que se espera: aquél que pueda pensar y razonar como los humanos, ese es el principal reto, señaló Eduardo Gamaliel Hernández Martínez, profesor de tiempo completo de Ingeniería Electrónica, del Departamento de Estudios de Ingeniería para la Innovación de la IBERO.
Sin embargo, indicó que llegará el momento en el cual la inteligencia artificial y la convivencia que se tenga con los androides tendrá que regularse de alguna manera, pero el caso de Sophia sólo fue un tema publicitario por parte del país árabe.
El ingeniero agregó que la tecnología es algo neutro, que se puede utilizar para bien o para mal. Es decir, se puede usar para beneficio de la humanidad o para fines bélicos. Recordó que todos los avances tecnológicos, los más importantes en la historia de la humanidad, se han desarrollado por la industria militar, que después encontraron una aplicación en lo civil.
“Es una realidad, la milicia impulsa el desarrollo de la tecnología, estos androides pueden servir para la guerra, seguramente es una de las intenciones que tienen empresas como Boston Dynamics, que son patrocinadas por el Ejército de Estados Unidos, que tienen muchos recursos y ponen a competir a diversas compañías para ver quien tiene el mejor resultado. Esos robots podrían ocuparse para llevar el cargamento de los soldados”, manifestí el también coordinador de la Maestría y Doctorado en Ciencias de la Ingeniería.
¿Podríamos llegar a un androide perfecto?
Existes muchos esfuerzos por crear un robot que razone, intuya, tenga personalidad y sentimientos como nosotros. El ingeniero Hernández dijo que antes se tendría que reproducir cómo pensamos, nuestros mecanismos de aprendizaje. Sin embargo, nuestro cerebro es complejo porque son años de evolución, es difícil de estudiar, bastante complicado de aplicarlo en un robot.
“Eventualmente, se podría. La inteligencia artificial tiene muchas ramas, una de ellas es el razonamiento que tenemos nosotros. Antes, la limitante que se tenía era la capacidad de cómputo que se había tenido, pero ahora hay una tendencia en el sentido de que la computación se ha ido haciendo cada vez más rápida. Tenemos niveles de procesamiento cada vez más grandes y cada año se van haciendo los chips más pequeños. Eventualmente, podríamos tener ese razonamiento, sobre todo ahora que viene la computación cuántica, pues se pretende hacer cómputo a nivel átomo o molecular; que todas las operaciones lleguen a nivel nano”, explicó el ingeniero Hernández.
El académico señaló que en el futuro habrá robots asignados a tareas específicas como en el tránsito o cómo recepcionistas, pero deberán entender cuando una persona les hable porque transformarán las ondas sonoras en alguna frase. Es decir, tendrán un procesamiento de señales y voz, observarán con las cámaras y detectaran la voz y siluetas a través de la computadora central; a través de algoritmos de aprendizaje y reconocimiento podrán intuir o inferir ciertas cosas y responderán de manera efectiva.
Actualmente, ya hay muchos servicios, sobre todo telefónicos, en el que hablas y te contesta un operador robot; dependiendo de lo que digas, él trata de ligar una conversación. Pero en los próximos años se verán robots especializados para ciertos temas.
“Estarán en tareas en las que resulte más atractivo para los usuarios que en lugar de que te conteste una computadora, sea un androide quien te atienda, alguien que te observe y hable contigo de forma más amigable, pues da la sensación de una mejor atención.
“Si bien, los robots no tienen la capacidad de tener una personalidad, como el ser humano, cuentan con las formas de humano y reproducen gestos que resultan amigables y llamativos. Se ven presentables y exhibibles, es como las compañías de la tecnología quieren mostrar sus capacidades de desarrollarlo, aunque no sean autónomos, atraen”, expresó.
Sin embargo, aseguró que el reto principal, en lugar de programar como se hace con una máquina, es que el androide infiriera algún sentimiento sólo con ver a una persona y pueda expresarse al respecto, es decir, que sea más humano.
Por esta razón, la Mtra. Teresa Valenzuela, profesora de Religiones del Mundo de la IBERO, explicó que otorgar una ciudadanía hace referencia a una persona que no solamente piensa y tiene sentimientos, sino que tiene algo más interior. Un androide, pese a que pueda ver, oír y hablar, no tiene la intuición, ni percepción que tienen las personas.
“No tienen la capacidad de Dios. Tampoco la atención que genera la contemplación que va más allá del pensar y sentir. Carente de eso, darle valor a un androide, en lugar de otorgárselo a personas, es discriminación, porque se está valorando más a una máquina que a una persona”, dijo la maestra en Teología y Mundo Contemporáneo.
Países como Japón y China avanzan en la robótica de comportamiento e interacción hombre-máquina. Son los que se preocupan por hacer robots que platiquen con niños, que sean amigables, que tengan forma humana, aunque sólo den algunos pasos o estén detrás de un escritorio.
Mientras que en Estados Unidos, específicamente en Boston Dynamics, han trabajado en el desarrollo de robots bípedos y cuadrúpedos. Están más enfocados en la parte de motricidad. Trabajan en su caminar, en que no caigan en terrenos de piedra y mantenga el equilibrio
Así es como lo hacemos, dijo Gamaliel Hernández: el cerebro controla nuestra motricidad y reflejos nerviosos. “Por un lado, se encuentran los que están fijos, pero pueden platicar, y por el otro, aquellos que pueden moverse como humanos. Entonces, en algún momento, se unirán y saldrán cosas interesantes”.
El coordinador de la Maestría y Doctorado en Ciencias de la Ingeniería confío que en poco tiempo en la IBERO se estará armando una especie de humanoide, pues ya empezaron a mapear el campus pensando en un robot que pudiera brindar informes sobre la Universidad.
Valentina González/ICM
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