De México a Japón, la trayectoria de un diseñador de trenes egresado de la IBERO
En un mundo vertiginoso, donde la información en las redes sociales se sustituye a una velocidad mayor que la de un tren bala, Daniel dibuja a pulso, sobre papel, y se toma tanto tiempo como un monje zen al meditar.
Ganador del Red Dot Design Award y del iF Design Award, Daniel es el diseñador del Metro de Doha, el de Dubai, el Express Super Hitachi o el Green Mover Hiroshima, entre otros trenes. Pero quién es este mexicano detrás de tantos vagones, que desde hace 20 años reside en Osaka, Japón, y que estudió Diseño Industrial en la IBERO. El propio Daniel Rodríguez Escobar nos lo cuenta en esta entrevista concedida a Prensa Ibero.
¿De niño jugabas con trenes?
Sí, de hecho, tenía un tren eléctrico. Yo no me acordaba, pero alguna ocasión mi mamá me dijo que de pequeño dibujaba trenes como loco en varios libros que así le eché a perder. Lo que sí recuerdo es que cuando íbamos de mi casa, en Villa Olímpica, a la de mis abuelos, en Lindavista, me impresionaba ver en la Estación de Buenavista los trenes enormes con su gran cantidad de vagones, y quería saber más de ellos.
¿Por qué decidiste estudiar Diseño Industrial en la IBERO?
Una ocasión vi un libro grande que me intrigó mucho. Su título, Diseño industrial, estaba escrito con tipografía stencil, y en la carátula había una persona que se parecía a Clark Gable o John Barrymore, pero no era una estrella de cine, sino Raymond Loewy, el diseñador más exitoso que han tenido los Estados Unidos.
Comencé a pasar las páginas y vi que diseñaba todo tipo de cosas, desde una rasuradora hasta automóviles, aviones y trenes. Entonces pensé, quiero hacer eso, porque era la perfecta fusión del arte y la ciencia, la tecnología y la estética.
Al buscar dónde estudiar, fui a varias universidades, pero no había nadie para asesorarme. Y cuando llegué a la IBERO, me enteré que iba a ser la primera en dar un curso de ‘Ergonomía. Factores humanos’ y, además, fue el propio director de la carrera quien se ofreció a explicarme qué es el diseño industrial. Por ambas cosas decidí ingresar a la IBERO.
¿Cómo te llegó la oportunidad de ir a Japón a trabajar?
Luego de acabar la carrera, en 1995, apliqué para una beca que otorga el gobierno de Japón para estudiar en este país. De 500 personas candidatas, sólo 14 quedamos elegidas, y en 1996 llegué acá, pero únicamente con la idea de capacitarme.
¿En qué momento surgió tu interés por diseñar trenes?
Empecé en diseño automotriz haciendo autobuses y coches, incluso de carreras -algunos para competir en Le Mans-, y que diseñé para Dome Co. Ltd. Pero aquí en Japón observé que hay una gran cantidad de trenes: bala, tranvías, express, y me pregunté quién los diseña. En la Kyoto University of the Arts, donde estudiaba, me respondieron que un profesor de ésta y uno de los diseñadores más importantes de trenes de Japón, el señor Kenji Minai, a quien pedí ser mi asesor de tesis.
Tras ver mi proyecto de titulación, el señor Minai me preguntó si me gustaría trabajar en su compañía, Kinkisharyo International L.L.C., y dije sí; quería ser el primer extranjero que diseñara trenes en Japón, que es un grupo muy cerrado y compacto.
¿Cuál es el mayor reto que afrontas cuando diseñas un tren?
Es una responsabilidad enorme, hay que centrarse en los intereses de todos. Cuando estás diseñando un tren eres responsable de: asegurarte que los pasajeros van a viajar de una forma segura, cómoda, adecuada, digna; de la gente que le va a dar mantenimiento al tren; y de las personas que viven en la ciudad donde verán el tren todos los días. Entonces tienes que observar mucho, escuchar qué te dice la gente, entender la historia y cultura de esa ciudad, y poder representarlo en un vehículo.
¿Es difícil compaginar la belleza con la funcionalidad?
Decía William Morris que nada que fuera inútil podía ser verdaderamente hermoso. Ese es el objetivo que persigues como diseñador, que haya una fusión entre forma y función, algo que tenga ese balance perfecto entre ambas cosas. Esto se logra no sólo de pensar en esas ideas, sino a través del trabajo; de bocetar, hacer modelos, hablar con los ingenieros, elaborar prototipos.
¿Qué tanto consideras el entorno urbano para hacerle una aportación visual con tus trenes?
Mucho, porque si un tren es demasiado estridente, la gente se va a hartar; si no encaja con su cultura, se va a molestar. Por ejemplo, para el que viaja por la parte norte de Kioto, un paisaje japonés precioso, hice un tren con una forma muy suave, todo blanco, como si fuera de porcelana, y que no estorba al ambiente. Y en el tren ligero de Los Angeles expresé el carácter vibrante, moderno, joven y activo de California.
¿Te gustaría contribuir, a futuro, con el diseño de las estaciones o la señalética?
Eso está ahora de moda en Japón, donde las empresas buscan alguien que diseñe el tren, toda la imagen de la compañía e inclusive la estrategia de negocios. Por eso, tengo cuatro objetivos para el estudio de diseño de Kinkisharyo: internacionalizarlo; comenzar a imprimir cosas en tercera dimensión; tener un enfoque de negocios; y expandirnos más allá del diseño de trenes, es decir, abarcar el diseño de las estaciones, de los uniformes de la gente, de la mercadotecnia. Y estamos comenzando a hacer pequeños progresos en esa dirección.
¿Cuál es tu responsabilidad como Gerente de Diseño de Kinkisharyo?
Mi responsabilidad número uno es darle a mi equipo de diseñadores una visión, algo a qué aspirar, un objetivo a largo plazo. También, asegurarme que tienen lo que necesitan, que a veces sólo es indicarles la dirección correcta, y luego dejarles expresarse libremente.
Y a veces es hacer lo que todo mundo descuida, las cuestiones administrativas, que son pequeñas pero importantes, como asegurarme de que tengan el tiempo, equipo e información necesarios para trabajar, o hacer todo el calendario de entregas para el cliente.
Recordando que tu alma mater es la IBERO, ¿qué importancia tiene la educación jesuita que recibiste, en tu vida diaria y trayectoria profesional?
Para mí son muy importantes las enseñanzas de la Biblia, que leo todas las mañanas, y que sumo a mi fe en mi Señor Jesucristo. Digo esto porque el objetivo de la Compañía de Jesús y de las instituciones jesuitas es ese, emular el carácter de Jesucristo: el servicio a los demás, tratar de buscar que todo sea con base en valores más allá del interés propio y la excelencia.
Todo eso me fue inculcado desde el principio de la carrera. Sí, es muy divertido ser diseñador y es una gran satisfacción personal, pero también tienes que contribuir con los demás, con la comunidad. Esto es algo que siempre ha estado dirigiéndome, saber que tengo una gran responsabilidad como ser humano para con aquellas personas que están alrededor mío.
20 años viviendo en Japón demuestran que te has adaptado a esa nación, ¿sientes que te has inculturado?; sin dejar de ser mexicano
Los primeros días pensaba que debía volverme medio japonés, porque tuve un shock cultural terrible, mas hubo un momento en el cual dije: se acabó, voy a seguir las reglas, pero como mexicano viviendo en Japón, pues me di cuenta de que no puedes escapar de lo que eres, y con todo respeto, estoy muy contento siendo mexicano, no lo dejo por nada.
¿Qué es lo que más te gusta de Japón y en particular de Osaka?
Una cosa que me gusta mucho de Japón es que la gente está muy consciente de que lo que le pasa al vecino te puede pasar a ti, entonces hay mucha solidaridad. Si una persona pierde la cartera, seguro la va a encontrar en la estación de policía, donde la entregó quien la halló. Yo olvidé una pluma cara en un teléfono público, y al día siguiente fui y ahí estaba. Osaka se me hace muy latina, la gente es muy alegre, no se toma las cosas en serio, le gusta mucho bromear.
¿Qué te supone ser un mexicano casado con una japonesa?
Para los japoneses es muy difícil expresar sus sentimientos o lo hacen de una forma tácita, a diferencia de los mexicanos que somos efusivos. Pero mi mujer también es cristiana y la fe nos ha unido mucho, además vivió seis años en California, Estados Unidos, y entonces conoce mucho de la cultura mexicana.
Me sorprende lo bien que nos comunicamos, a veces no tengo que decir una sola palabra y ella ya sabe lo que estoy sintiendo, lo que estoy pensando, y le pregunto: cómo sabes; a lo que responde: lo tienes escrito en la cara. Desde luego, llegamos a ese punto en el cual yo también puedo escuchar lo que ella no me dice. Llevo doce años de casado y ha sido lo más maravilloso que me ha sucedido, estoy contentísimo.
Finalmente, ¿cuáles son los hobbies que adquiriste en Japón?
Aquí hay una cultura de modelismo impresionante, y estoy muy metido en ella, haciendo coches, trenes. Pero la verdad mi hobby más grande es mi trabajo, y si tengo un tiempo libre estoy bocetando trenes; eso es lo que más me gusta.
PEDRO RENDÓN / JCM
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