Detectan psicólogos IBERO depresión, ansiedad y frustración entre miembros de Caravana Migrante

Mar, 20 Nov 2018
A través de la Clínica de Bienestar se brindó atención psicológica al primer grupo de migrantes que llegó a la CDMX
El Dr. Juan Carlos Hurtado Vega, psicoterapeuta de la Clínica de Bienestar de la IBERO, realizó una intervención psicoeducativa en el albergue
Migrantes presentaban marasmo, un grado extremo de agotamiento, por lo cual sus reacciones eran lentas y viscerales
  • Los niños son los más resilientes (Fernanda Islas/CBU).
  • Integrante del primer grupo de migrantes que llegó a Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca (Fernanda Islas/CBU).
  • Los migrantes presentaron marasmo, un grado extremo de agotamiento (Fernanda Islas/CBU).
  • Madres de familia vivían incertidumbre por no tener garantizada la comida para sus hijos (Fernanda Islas/CBU).
  • Dr. Juan Carlos Hurtado Vega, psicoterapeuta de la Clínica de Bienestar de la Universidad Iberoamericana (Alberto Hernández/ IBERO).

Los migrantes centroamericanos que se asentaron en el estadio Jesús Martínez 'Palillo', en la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca, en la capital del país, presentaron agotamiento emocional, depresión, ansiedad y angustia, señaló el Dr. Juan Carlos Hurtado Vega, psicoterapeuta de la Clínica de Bienestar de la Universidad Iberoamericana.

El Dr. Hurtado, quien realizó intervenciones psicoeducativas en el albergue, añadió que las personas en tránsito presentaron marasmo —un grado extremo de agotamiento—, por lo cual sus reacciones eran lentas y viscerales. La poca energía que tenían la transformaban en tristeza y en enojo, lo cual es entendible, dijo, por lo que han vivido en el último mes.

De acuerdo con el especialista, en el albergue no se acondicionó un espacio para que las personas recibieran terapia. Por esta razón, lo psicólogos de la IBERO caminaron por las tiendas y entre los camastros para identificar, a través de la observación de rostros y posturas físicas, a las personas que se notaban más enojadas, angustiadas o deprimidas.

La intervención psicoeducativa consistió en que los migrantes fueran conscientes de los síntomas de cansancio, entendieran la importancia de descansar y no olvidaran el autocuidado en temas de salud e higiene. También, que se dieran cuenta de la realidad, de los peligros geográficos y de los cambios de clima.

“No sólo se trata de un problema psicológico, sino social y político con múltiples aristas. Si no se puede resolver un tema de políticas públicas o migratorias, lo menos que se puede hacer en términos humanitarios es hablar con ellos, distraerlos, hacerles conciencia del lugar en el que están y de lo que podrían enfrentar en un tiempo inmediato. Son personas que no están en esta situación por gusto”, señaló el psicoterapeuta de la Clínica de Bienestar de la IBERO.

Hurtado destacó que este tipo de acciones empodera a los migrantes en sus propios recursos psicológicos, debido a que refuerzan sus herramientas emocionales y cognitivas para tomar mejores decisiones. En cambio, al no recibir este tipo de ayuda, tienden a volverse más agresivos y menos tolerantes a la frustración, lo que puede provocar tensión con el resto de los integrantes de la Caravana Migrante.

“La preocupación de los hombres que viajaban en familia era diferente a la de quienes viajaban solos; mientras que las mujeres vivían incertidumbre por no poder garantizarle comida a sus hijos. Por su parte, los niños son muy resilientes, no tienen mucha conciencia de lo que sucede”, explicó.

El experto comentó que salir del país es una experiencia traumática, sobre todo al viajar como lo hacen los migrantes de la Caravana: tener vicisitudes, pérdidas, hambre y lesiones se quedan grabadas y pueden afectar la salud mental. Son personas que se deprimen, pierden la esperanza y se vuelven agresivas.

“La experiencia de vivir un trauma se suma a otras pérdidas, no sólo la de abandonar el país, sino poner en riesgo la salud y no tener certidumbre. La frustración lleva a reaccionar de manera agresiva, lo cual no implica que las personas sean malas; simplemente, las circunstancias y la falta de opciones, así como la necesidad de sobrevivir, pueden provocar desilución y por esta razón las personas pueden reaccionar de forma violenta”, añadió.

Valentina González/ICM

 

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