Egresada IBERO es educadora STEM de niñas y niños en Microsoft Irlanda

Mié, 3 Mayo 2023
Diana de la Peza, ingeniera en Mecatrónica y Producción, crea e imparte talleres de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas
Para mí, escoger carrera siempre fue cuestión de qué ingeniería, comenta
Para inculcar el gusto por las STEM a menores escribió libros en los que una niña pequeña y curiosa explica cómo funcionan, por ejemplo, un tostador, el motor de un coche, un elevador
  • Diana de la Peza, ingeniera con a.
  • Diana es egresada de la IBERO, de Mecatrónica y Producción.

Podría decirse que, para Diana de la Peza Cortés, egresada de Ingeniería en Mecatrónica y Producción de la IBERO, Dublín es la tierra de la fantasía que nunca soñó, pero donde sus deseos se han hecho realidad. Como si hubiera encontrado un trébol de cuatro hojas, y con éste a la suerte, su arribo a la verde Irlanda le abrió las puertas de Microsoft Dream Space, para la cual crea e imparte talleres de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) a niñas y niños (NN).

Desde su plataforma ‘Ingeniera con a’ Diana escribió una serie de libros sobre ciencia e ingeniería orientados a niñas, pero que han sido bien recibidos por los niños también. Y con su podcast ‘Entre Ingenieras’ interesa a NN en la ciencia y, a ellas en específico, les muestra modelos a seguir de ingenieras y científicas, para despertarles el deseo de estudiar carreras STEM.

¿A qué edad te diste cuenta que te gustaban las matemáticas?

En el kínder; me gustaba sumar y restar, porque me divertía. Mi mamá dice que en ese grado daba clases a mis compañeritos, y la verdad no recuerdo. Lo que no olvido es que en prepa exentaba matemáticas y física, que me resultaban fáciles, no así a mis amigos, para quienes era la maestra en grupos de estudio que organizaba, con el fin de que pasaran rápido los exámenes y estuviéramos más tiempo juntos en vacaciones.

¿Cómo surgió tu interés por la ingeniería?

En casa todos son ingenieros e ingenieras y las pláticas siempre van sobre ingeniería; que si los trabajos de mi papá --industrial--, de mis abuelitos --civiles--, tíos, primas. Además, mi papá siempre nos dejó usar herramientas desde chiquitos y mi abuelito nos enseñó a usar el taladro cuando estábamos en la primaria. Entonces cuando expresé mi deseo de ser ingeniera toda mi familia dijo: ¡claro, una más!

¿Por qué decidiste estudiar Mecatrónica y Producción en la IBERO?

Excepto química, quería estudiar cualquier ingeniería: civil, industrial, mecánica, electrónica; por lo que, para mí, escoger carrera siempre fue cuestión de qué ingeniería. Durante la secundaria entré a un taller de robótica y me encantó, así que mecatrónica me pareció la mejor opción.

Conoce aquí la oferta de Ingenierías que tiene la IBERO.

 

Participé en concursos nacionales de robótica y como en uno mi equipo quedó en segundo lugar  --de secundaria y preparatoria-- ganamos el derecho de ir al mundial de Austria en 2009. Pero nos enfrentamos contra universidades, muchas con presupuesto para mandar a hacer sus motores, mientras que nosotros compramos licuadoras en el centro para desmantelarlas y con sus refacciones armar nuestros robots. No tuvimos un buen resultado, pero el proceso creativo fue divertido.

A la IBERO la elegí porque, al visitarla, el Dr. Eduardo Gamaliel me dio un tour padrísimo; me enseñó los laboratorios y proyectos que hacían las y los estudiantes de tercer semestre, entonces me dije: tengo que estudiar aquí para hacer eso.

Mientras estudiaba quise entrar a una planta, porque las máquinas y robots gigantes me fascinaban, entonces fui becaria en el área de Compras Globales y Cadena de Suministro de General Motors. Aprendí mucho: cómo funciona una oficina, cómo moverme en ella y a vestirme de manera formal, no como en esas empresas de millennials donde todo mundo va de tenis. En mi área se compraban partes para motor y era súper interesante ver el desglose de miles de piezas, tornillos, tuercas y entender cómo funcionan.

¿Qué aprendiste en tus prácticas en el Laboratorio de Análisis de Movimiento del Instituto Nacional de Rehabilitación y por qué elegiste hacerlas ahí?

Mecatrónica es una carrera difícil, me costó trabajo estudiarla y en algún momento dije: ¡ya no puedo, la voy a dejar!, pero decidí tomar materias optativas de biomédica, y me encantaron, porque es la parte humana de la ingeniería, la que se dedica a ayudar a las personas. Por eso hice mis prácticas en dicho laboratorio, donde descubrí aparatos interesantes, me dejaban tomar las lecturas de los sensores y medir a las y los pacientes.

¿En qué colaboraste con el Centro de Ingeniería y Tecnología de Rehabilitación (CITeR) de la IBERO cuando fuiste asistente de investigación?

Ayudaba a los estudiantes a usar las herramientas, cosa que me encantaba, porque me fascinan; también auxiliaba en la manufactura de asientos conformados para sillas de ruedas. Y mi proyecto para la Maestría en Investigación y Desarrollo de la Educación empezó ahí, en el CITeR -- logró que Alexa, la bocina de Amazon funcione como un paciente virtual a quien los estudiantes del centro le puedan recomendar tecnología como si fuera una persona con discapacidad--.

¿Qué es lo que más te gusta de enseñar STEM a niñas y niños?

Que se emocionan mucho, porque generalmente las STEM se las presentan como complicadas, pero cuando pueden ver que son algo sencillo, que pueden hacer cosas, como su primer programa, quedamos encantados ellos, ellas y yo.

Si una niña después de tomar un taller conmigo me dice: quiero ser ingeniera, yo ya cumplí con mi misión de vida, porque yo también empecé a decir que quería ser ingeniera cuando no sabía lo que significaba y después me convertí en una. Hace falta sembrar esa semilla para que haya más ingenieras.

¿Cómo lograste dar clases en la Universidad de Maynooth, en Dublín?

Me fui a Irlanda por el trabajo de mi esposo y estando allá debí buscar empleo. Encontré que Maynooth tenía con Microsoft el proyecto Dream Space, para promover las STEM entre las niñas, el cual consideré el trabajo perfecto para mí, aunque creí nunca me lo darían, porque estaban solicitando docentes y yo soy ingeniera; y pues, me lo dieron.

¿Cómo haces divertida esa promoción?

Les enseñamos a programar robots y sus propios videojuegos, y como van cuando tienen clases, saltarse un día de escuela es lo mejor.

Siendo ingeniera, no discriminas a los niños...

Primero, porque no hay que hacer lo que no nos gusta que nos hagan. Segundo, por la importancia de que los niños vean cómo incluimos a las niñas, para que para ellos sea normal estar en una clase de STEM con niñas.

¿Cómo te ayudará la Maestría en Investigación y Desarrollo de la Educación, que recién concluiste, a impartir tus talleres STEM a niñas y niños?

Me faltaba un poco este toque educativo que ahora, gracias al posgrado, podré integrar en mis proyectos educativos de STEM para niñas y niños.

¿Cómo te quisiste meter en la faceta de escritora y editora de libros para NN sobre juegos relacionados con ciencia e ingeniería?

Durante la pandemia de COVID-19 empecé a pensar en la falta de ingenieras, entonces me pregunté qué puedo hacer para que más niñas conozcan la ingeniería y decidan estudiarla. Después de investigar encontré que la mayoría de las cosas para animar a las niñas a entrar a ingeniería están en inglés o son para estudiantes de prepa, que ya es tarde para inculcarles el gusto por las STEM.

Así que me concentré en meterle a las niñas chiquitas la idea de que pueden ser ingenieras --si quieren--, a través de unos libritos, de entre 16 y 20 páginas cada uno. En cada libro, una niña pequeña y curiosa explica cómo funcionan las cosas, por ejemplo, un tostador, el motor de un coche, un elevador.

Los libros de Diana están disponibles en su sitio ingenieracona.

 

Como son 12 libros diferentes, ilustrados y que incluyen juegos, a las niñas --y niños-- les encantan. Me han enviado videos donde se ve que llega el correo y las niñas gritan: ¡ingeniera con a, ingeniera con a! O me mandan mensajes sus mamás diciendo: son las 7 de la mañana, mi hija está desayunando para irse a la escuela, no suelta el libro y me quiere explicar cómo funciona la escalera eléctrica. Eso me hace muy feliz.

¿Qué te ha dejado ese esfuerzo de haber editado libros?

¡Explicar las cosas de la manera más sencilla posible!, a simplificar todo cuando a una niña o niño de primaria le dices cómo funciona una impresora 3D. Hablar y que nadie te entienda no sirve para nada.

¿Cuál es el mayor logro de tu podcast ‘Entre ingenieras’?

Este podcast lo hago con una amiga que tiene una escuela de robótica, y nuestro logro es permitirnos llegar a más gente con temas de ingeniería que a nosotras nos apasionan.

¿Qué mujer científica es tu modelo a seguir?

A nosotras siempre nos ponen como ejemplo a personas extraordinarias como Marie Curie -Premio Nobel de Física y de Química- o Ada Lovelace --la primera programadora y en quien se inspira el Premio Ada Byron que la IBERO y el Sistema Universitario Jesuita entregan a mujeres de ciencia--. Pero creo que un modelo a seguir debe ser alguien con quien te puedas relacionar, que puedas verte en ella, una científica o ingeniera que tiene su trabajo y logra cosas, y también tiene su familia, sus hobbies y una vida más allá de las STEM. Por eso en mi Instagram ‘Ingeniera con a’ publico a ingenieras que tienen trabajos normales en empresas normales y que hacen cosas padrísimas.

¿Te gustaría ser un modelo para niñas que quieran ser ingenieras?

Me encantaría. No creo que lo sea en este momento, pero me encantaría que una niña me pudiera ver y decir: quiero ser ingeniera; porque Diana se la pasa increíble siendo ingeniera.

Texto: Pedro Rendón / Fotos: Alberto Hernández.

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