El gran logro de la seguridad social para trabajadoras del hogar: avances y pendientes

Mar, 11 Jul 2023
Hoy por hoy tienen derecho ya un contrato laboral por escrito y acceso al IMSS, además de otras prestaciones como seguro de riesgos de trabajo e invalidez y liquidación obligatoria tras despido injustificado

Por: Benjamín Madrigal Cruz, candidato al Doctorado en Ciencias Sociales y Políticas de la Ibero

Imagina que naciste en México, en alguna zona de alta marginalidad en México; eres mujer; con muchos esfuerzos, lograste terminar la primaria, pero tu situación económica te forzó a dejar trunca tu secundaria; ahora, a tus casi cuarenta años, tu hogar consta de cuatro hijos menores, y tú eres el sustento principal, pues tu pareja se ha ido, y no tienes mayores opciones para salir adelante. Una amiga tuya que limpia casas te recomienda y te ofrecen trabajo limpiando un apartamento de una familia que vive en una zona adinerada de la CDMX. Aceptas. El sueldo que te ofrecen es de, cuando mucho, MXN$ 100/hora, sin contrato escrito, y te pedirán laborar al menos cuatro horas arduamente: lavar, barrer, aspirar, trapear, sacudir, tender la ropa, y otros. Terminas tu turno y regresas a tu casa, cansada, pero tu día no termina: hay que ayudar a tus hijos con sus tareas, prepararles la cena, y también limpiar tu propia casa. Ahora estás agotada y te vas a la cama. Pero, en la noche, el más pequeño de tus hijos despierta llorando con fiebre.

Tú también te has sentido mal de la espalda, pero… ¡no tienes derecho al IMSS porque tu trabajo como limpiadora está excluido de la Ley Federal del Trabajo! No te alcanza para pagar un seguro privado de gastos médicos. Con remedios caseros, logras calmarle la fiebre a tu hijo. Al parecer tuviste suerte y fue sólo un resfriado, pero no lo sabes; tampoco si tu dolor de espalda se irá. Te levantas agotada tras dormir pocas horas. Despiertas a tus hijos, les das de desayunar, y los dejas en la escuela. Al pequeño que anoche se enfermó ya se recuperó, pero no lo puedes dejar en ninguna guardería, porque tampoco tienes derecho a ellas. Pides ayuda a una amiga o vecina que te lo cuide y acepta. Te vas a trabajar a otra casa donde también te dieron trabajo como limpiadora, con las mismas condiciones precarias; pero, “es lo que hay”. No quieres pensarlo mucho, pero te preocupa que cuando estés más grande, además de no tener acceso a servicios de salud por tu trabajo, tampoco tendrás pensión; y si te accidentas limpiando, no tendrás seguro por incapacidad hasta que te recuperes ni indemnización; y si te despiden, no tendrás liquidación. ¿Vacaciones pagadas y aguinaldo? Menos. Pero, “no hay de otra” … y le sigues.

Esta narración está basada datos del perfil promedio de aproximadamente dos millones doscientas mil personas que son trabajadoras del hogar en México[1]. Y hasta 2018, no “había de otra”, para ellas[2].

Afortunadamente, tras décadas de lucha incansable de muchas Organizaciones de la Sociedad Civil, nacionales (OSCs) e internacionales (OISCs), como el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), el Sindicato Nacional de las Trabajadoras del Hogar (SINACTRHO), Nosotrxs, WIEGO, Fondo Semillas, Hogar Justo Hogar, o el Instituto de Liderazgo Simon de Beauvoir, ahora “sí hay de otra”. Si tu fueras la mujer de la narración, hoy por hoy tendrías ya un contrato laboral por escrito y acceso al IMSS (tus diferentes empleadores tienen que darte de alta y pagar sus cuotas), con casi todas las prestaciones de cualquier otra persona trabajadora en el país. Es decir, atención médica gratuita (tanto regular como de emergencia) para tus hijos y para ti, seguro de riesgos de trabajo e invalidez (i.e., incapacidad pagada o indemnización, en caso de accidentes), liquidación obligatoria tras despido injustificado, mínimo doce días de vacaciones proporcionales con prima vacacional, aguinaldo, y pensión, para cuando decidas jubilarte o llegues a la cesantía por edad avanzada[3].

Vaya cambio, ¿no? ¿Y cómo fue posible? Pues la militancia constante de instituciones alternas como las OSCs y OISCs arriba enlistadas, bajo el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y con el conocimiento ad hoc generado por investigadoras/es de entidades como el ITAM o la CEPAL, se mezclaron para generar cambios ideacionales entre legisladoras mujeres quienes también comenzaron el injusto statu quo. La misma fundadora del CACEH y del SINACTRAHO, Marcelina Bautista, quien inició como trabajadora del hogar, se coordinó con otras trabajadoras del hogar en países donde ya se reconocía su derecho a protección social (e.g., Uruguay, España, Argentina) y, bien organizadas y apoyadas, estuvieron en la sede de la OIT en Ginebra, Suiza para demandar la creación de un convenio internacional que plasmara la responsabilidad de los estados miembros y sus instituciones oficiales (e.g, el IMSS o el CONAPRED) de darles protecciones sociales. Y así nació, en 2011, el “Convenio 189 sobre los y las Trabajadoras del Hogar” (i.e., C189), el cual entró en vigor en 2011[4]. A partir de ese momento, la lucha por la legitimación del trabajo doméstico comenzó a fluir mejor. Al ser el C189 una política pública global, la emulación, el aprendizaje, y la coerción se combinaron para presionar al Gobierno de México. Los factores interpretativos (e.g., prejuicios discriminatorios históricos contra personas trabajadoras del hogar) comenzaron a transformarse positivamente. En diciembre de 2018, con la entrada de la actual administración federal, con una resolución de la Suprema Corte a favor de una trabajadora doméstica (injustamente despedida por edad avanzada), y con un poco de la visibilidad que trajo la película Roma, la coyuntura crítica que se desato fue ya imparable, pues todo estaba ya listo. En cuestión de meses, el IMSS se vio obligado a crear un programa piloto para lograr las primeras inscripciones de trabajadoras del hogar. Luego, como continuación de dicha coyuntura, en 2020, a petición de la Presidencia de México, el Senado Mexicano ratificaba el C189. En 2022, la Cámara de Diputados modificaba la Ley Federal del Trabajo e incluía el trabajo del hogar como sujeto incuestionable de protección social. Desde entonces, toda persona empleadora debe dar de alta ante el IMSS a su trabajadora del hogar y pagar las proporcionales cuotas correspondientes al número de horas y días que dicha persona labore limpiando su casa.

Ahora, no hay que confiarse. En México, el cumplimiento de nuevas legislaciones sigue requiriendo de una gobernanza compartida. Las OSCs, las OICs, los organismos internacionales, las/os investigadoras/es, y demás, seguiremos velando por el logro de los rubros pendientes en materia de protección social en línea con el C189, como el derecho a un fondo para vivienda (i.e., el INFONAVIT) o el seguro por desempleo (una prestación pendiente, de hecho, para todo trabajador mexicano). También continuaremos el combate al acoso laboral y sexual en el lugar de trabajo, a la discriminación, e impulsaremos la difusión de la nueva legislación a nivel estatal y municipal. Mientras más personas trabajadoras del hogar y más personas empleadoras conozcan sus derechos y obligaciones, mejor. La capacitación y profesionalización del trabajo del hogar, con certificaciones abaladas por la SEP (que permita aspirar a mejores salarios), y la inscripción a sindicatos que sí velen por sus derechos, son también pendientes en proceso. También el polémico tema de la inspección laboral en los hogares para prevenir riesgos y accidentes[5]. Falta mucho aún, sin duda.

Sin embargo, quienes hemos investigado este tema, nos mantenemos positivas/os. Antes, “no había de otra”. Ahora, sí la hay. ¡Y hay que seguir por más!

B. Para conocer más de este y otros trabajos de investigación del autor, puedes escribir a: benjamin.madrigal@gmail.com.


[1] Con base en INEGI, 2023.

[2] Con base en CACEH, 2022.

[3] Con base en IMSS, 2023.

[4] Con base en OIT, 2023.

[5] Con base en entrevista realizada por el autor a una de las principales lideresas del Sindicato Nacional de Trabajadoras del Hogar, en 2022.

 

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