En un mundo globalizado, el enfrentamiento de la pandemia no es global: Rector
Aunque la humanidad vive en un mundo globalizado, desgraciadamente las situaciones de enfrentamiento de la pandemia de COVID-19 no son globales, señaló el Doctor Saúl Cuautle Quechol, S. J., Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, durante la inauguración del programa Los Impactos de la pandemia en los Derechos Humanos, una visión desde Centroamérica.
En su mensaje inaugural de este curso en línea, impartido por la Dirección de Educación Continua (DEC) de la IBERO y la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF, por sus siglas en inglés), detalló que la crisis económica provocada por la pandemia cada país la enfrenta de acuerdo a sus propias necesidades y posibilidades, y no es igual cómo se confronta en América Latina, Norteamérica o Europa, por lo que la globalidad no se vive de la misma manera.
Además, dijo que hoy por hoy todas las naciones están peleando porque la vacuna contra el coronavirus sea un derecho para todos, pero esto se vive de una manera injusta, pues mientras algunos países han acaparado un gran número de vacunas y en la actualidad tienen la posibilidad de vacunar a su población, en otros “no se ha podido hacer absolutamente nada, porque no ha ingresado ninguna vacuna”.
Los países, añadió, siguen viendo que otros tienen problemas y no se ponen a reflexionar y a pensar qué pueden hacer ante la situación que se ve en el horizonte, para tener la capacidad de poner ciertas bases que ayuden a enfrentar la pandemia de tal manera que se pueda vencer y lograr que sean los menos sus efectos negativos.
Abundó que, la realidad es tan cambiante, que en la actualidad hay que estar al día para enfrentarla y saber unir nuestros esfuerzos para poderla superar. “Esta experiencia humana a nivel mundial no la podemos dejar de lado, sino por el contrario, tenemos que ser capaces de aprender de esto, de lo que nos ha pasado, porque vendrán otras situaciones, vendrán otras realidades que nos cuestionen y que nos hagan sentir que somos una humanidad no solamente frágil, sino poco preparada para enfrentar este tipo de problemáticas”.
La pandemia también vino a mover distintas situaciones económicas, políticas, sociales, culturales, de salud y educativas especialmente, por lo que si antes del COVID-19 ya se estaba cuestionando a nivel mundial el modelo educativo, “toda la cuestión técnica, todo aquello que nos ha enseñado este tiempo educativo de virtualidad, nos tiene que llevar a mantenerlo en el futuro para poder seguir abriendo espacios a nivel de globalidad”.
El Dr. Cuautle también recordó que quienes más han sufrido en sus ingresos los estragos del confinamiento provocado por la pandemia han sido las familias que viven de trabajar en las calles, por lo que en análisis económicos se ha dicho que en breve se estará enfrentando una situación de hambruna.
De cara a todas estas problemáticas, y ante lo mucho que falta por hacer en defensa de los derechos humanos, resulta muy importante el curso que imparten la DEC y la PADF, ya que permitirá reflexionar, desde América Latina, sobre el impacto de la pandemia en los derechos humanos y, “ser capaces de dar una palabra, dar una opinión, sobre lo que está ocurriendo en nuestra región, y a partir de esto generar una postura, generar una acción, en donde todos y todas podamos movernos”.
Pandemia demostró la fragilidad del estado de derecho
Gustavo Alberto D´angelo, director regional para México y Centroamérica de la Fundación Panamericana para el Desarrollo, dijo que el curso Los Impactos de la pandemia en los Derechos Humanos, una visión desde Centroamérica, se realiza en el marco de ejecución del Proyecto Regional de Derechos Humanos y Democracia implementado por la PADF en México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés).
Manifestó que el tema del curso es de absoluta centralidad y urgencia, ya que la pandemia ha exacerbado los múltiples problemas sociales, económicos y políticos de carácter estructural que hace muchos años afectan a Centroamérica: pobreza, desigualdad, corrupción, fragilidad institucional y la resultante incapacidad de los Estados para atender las más elementales demandas de la población.
Asimismo, la pandemia demostró la fragilidad del Estado de Derecho en todos los países de la región y la precariedad de los sistemas de salud, “desfinanciados y desatendidos por décadas, cuando no saqueados impunemente por la corrupción”.
Subrayó que, la necesidad de protección contra la pandemia fue invocada de manera persistente por los gobiernos de Centroamérica como argumento suficiente para la violación de derechos fundamentales, entre los cuales los más frecuentemente violados fueron: la libertad de asociación, la libertad para reunirse pacíficamente, el acceso a la información pública y la libertad de expresión. Ejemplo de estas violaciones, es que en El Salvador y Honduras se detuvo a miles de personas por no respetar el toque de queda, sin distinguir a quienes salían a comprar comida o por una emergencia.
“Muchas de estas vulneraciones de derechos fueron utilizadas para reprimir a enemigos políticos, evitar la rendición de cuentas sobre compras públicas de emergencia realizadas al amparo de la pandemia sin pasar por los requisitos de ley, pero también para sofocar el legítimo derecho a la protesta ciudadana, que se desató precisamente por las recurrentes transgresiones de derechos establecidos en las constituciones de todos los países. La militarización de la seguridad pública fue el recurso privilegiado que se utilizó para alcanzar estos fines”.
Otras maneras más silenciosas, pero no por ello menos devastadoras, de violaciones de los derechos humanos, afectaron de manera desmedida a las poblaciones más vulnerables, entre ellas: indígenas, afrodescendientes, mujeres, niñas y jóvenes, personas con discapacidad, poblaciones LGTBI, personas privadas de la libertad y migrantes.
El confinamiento obligatorio en el hogar exacerbó la discriminación por razones de género, que aumentó las labores domésticas de mujeres y niñas, y diversas modalidades de violencia contra ellas.
En tanto que, “quizá la prueba más clara de desesperación ante la profundización de la crisis, es la continuación de los flujos migratorios transnacionales hacia el norte, incluidas las caravanas de migrantes, a pesar del cierre de fronteras y del aumento de las restricciones migratorias recientemente introducidas”.
Ante este panorama desolador, que probablemente se prolongará por un tiempo, se ha dado paso a iniciativas como el curso Los Impactos de la pandemia en los Derechos Humanos, una visión desde Centroamérica, que ofrecen de manera conjunta el PADF y la IBERO, universidad jesuita de la Ciudad de México.
Respecto a este programa de capacitación, D´angelo dijo que generar conocimiento sobre las causas y efectos de la pandemia es sin duda el punto de partida para empezar a pensar en la posibilidad de, diseñar primero, e introducir después, cambios de legislación, políticas públicas y programas de atención, que apunten a mitigar los impactos adversos en las poblaciones más vulnerables, pero siempre en el marco el cumplimento de los derechos humanos y del fortalecimiento del estado de derecho.
“Éstas, son las garantías mínimas para el mejoramiento sostenible de las condiciones de vida de aquella inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas centroamericanas que ahora sufren los embates más perniciosos de la pandemia”.
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PEDRO RENDÓN/ICM
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