El 26 de septiembre de 2014 no estuvo en Iguala con sus compañeros de Ayotzinapa de los primeros años. Pero Aquilino, entonces alumno de cuarto año de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, se enteró de los sucesos de La noche de Iguala desde las 20:00 horas de esa trágica jornada.

Tiempo después, en una marcha para exigir la aparición con vida de los 43, Aquilino conoció a Pablo Reyna, otrora académico de la IBERO, quien le habló de la beca Si Quieres Puedes --para personas de bajos recursos económicos--, y aprovechó esta oportunidad para seguir estudiando y preparándose.

A nuestra Universidad llegó con una idea en mente: demostrar que los de Ayotzi no son vándalos, como les han tachado autoridades y medios de comunicación, sino estudiantes excelentes que pueden aprender siempre, cuando les brindan oportunidades, como la que a Aquilino Florencio Mejía y a otros de sus compañeros normalistas le dieron la IBERO y el Mtro. David Fernández Dávalos, quien era Rector en el momento de su ingreso.

Hijo de campesinos pobres, como la mayoría de los estudiantes que ingresan a Ayotzinapa, Aquilino –náhuatl de la región de la montaña de Guerrero- culminó, su segunda licenciatura, en la IBERO. Le resultó difícil, por proceder de un pueblo indígena, por la pandemia y por dificultades económicas; “pero lo logramos”.

Eligió la Licenciatura en Psicología porque en las reuniones sobre el caso de desaparición forzada de los 43 notó mucha insensibilidad y una ausencia de empatía hacia las víctimas, por parte de las entonces autoridades: Jesús Murillo Karam, Procurador General de la República; Tomás Zerón, titular de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR; y Enrique Peña Nieto, Presidente de México. “De ahí me nació la idea de comenzar esta carrera, para ofrecer mis servicios a ese grupo vulnerable”.

¿Cuáles fueron tus mayores retos como estudiante de la IBERO?

Venir de un contexto rural y llegar a un mundo desconocido para mí. Me encontré con otro tipo de personas, con distinto nivel socioeconómico; pero aprendí de ellas y ellas de mí.

¿Qué fue lo mejor?

Ser amigo de varios compañeros y compañeras que conocí. En las aulas, recibir una formación de excelencia académica y, sobre todo, aprender a observar los problemas sociales y la realidad desde otras miradas.

¿Qué alegrías te llevas?

Haber concluido y demostrado que sí se puede, que sólo hacen falta oportunidades. Mi satisfacción más grande es que hoy –sábado 8 de octubre, día de la Ceremonia de Egreso de Licenciatura- me acompaña mi familia: mi mamá, mi papá --que en paz descanse y a quien mando un saludo hasta el cielo--, mis hermanos y mi novia. Estoy contento y orgulloso de formar parte de la IBERO, y de Ayotzinapa.

¿Qué te deja la IBERO, ahora como egresado?

Un compromiso social grande: ser empático con las luchas sociales, apoyar las causas justas, ver por los demás y compartir con las poblaciones vulnerables los conocimientos adquiridos. En particular, estoy conformando un grupo de acompañamiento psicosocial a víctimas de desaparición forzada y tortura.

¿Qué le dejas a la Universidad?

Conocimientos distintos a partir de mi experiencia en Ayotzinapa. La IBERO me ofreció espacios de conferencias para mostrar la lucha social y traer a los ayotzinapos, y montar una exposición fotográfica de los 43 compañeros desaparecidos. Diría que fue un aprendizaje mutuo y recíproco.

¿Qué posibilidades te dará tener un título de la IBERO?

La de tocar y abrir otras puertas para entrar a trabajar. La IBERO es una Universidad muy prestigiosa y a donde quiera que vaya un egresado/a es bien recibido; esa es una gran ventaja. Pero, sobre todo, usar los aprendizajes y habilidades que me otorgó la Universidad para luchar por una vida justa y por el respeto a los derechos humanos de todas y todos.

¿Qué sigue para ti?

Voy a estudiar la Maestría en Antropología Social en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, para seguirme preparando. 

La señora María Inés Mejía, madre de Aquilino, contenta de que su hijo ya se graduó en la IBERO, dijo: “Le gustó el estudio, está bien, ya salió de su carrera, ¡qué gusto!”. Asimismo, reconoció su felicidad por poder acompañar a Aquilino en su graduación: “me habló, me dijo: mami, vente, todavía vives; y por eso vinimos desde Guerrero”.

El Mtro. David Fernández también externó su sentir porque Aquilino concluyó la licenciatura. “Me da mucho orgullo, la verdad, que haya podido lograr esta meta. Mi reconocimiento para él, porque tuvo que remontar muchas dificultades estructurales que existen en el país para personas provenientes de comunidades campesinas e indígenas. La verdad es que tienen todo en contra para poder, con éxito, cursar una carrera de calidad, y Aquilino, con su esfuerzo, con el apoyo de la institución, lo logró”.

Por su parte, Aquilino y su familia agradecen “de todo corazón” al Maestro Fernández, “porque sin su ayuda y de la institución yo no hubiese terminado. Gracias por todo el apoyo y también por acompañarme, por ser una especie de asesor, por ser como un padre, pues después de que falleció mi papá él asumió el rol de un padre para mí”.

Ese agradecimiento lo hizo extensivo a muchos compañeros, a todas las personas que le apoyaron y también al Dr. Luis Arriaga Valenzuela, en cuyo actual Rectorado ha logrado cerrar este ciclo académico.

Texto y fotos: PEDRO RENDÓN