Para el filósofo francés Jacques Rancière hay confianza en el populismo renovado, pues ha sido retomado y reivindicado de forma práctica, y recordó los movimientos europeos en España, Grecia y los varios intentos en Francia que quieren plantear una nueva noción de populismo.

Rancière recordó que la noción del populismo tiene una historia larga en América Latina, pero sufrió en años recientes una serie de transformaciones que merece ser estudiada. Con el triunfo de la ofensiva neoliberal, la visión del populismo se volvió estigmatizaste, las élites dominantes y sus ideólogos utilizaron masivamente la palabra de populismo para estigmatizar todo lo que se oponía al orden capitalista estatal.

“La lucha contra la desaparición de las conquistas sociales se estigmatizó con el nombre de populismo. El populismo remite a un pueblo retrasado, retrógrada, incapaz de adaptarse a las tecnologías, a las nuevas formas de gestión y a las nuevas formas de vida y pensamiento esta palabra amalgamó a la izquierda con la extrema derecha”, puntualizó. 

Alertó que existen varios equívocos y contradicciones en la noción de populismo renovado. Por una parte, la idea parte de un pueblo que hay que constituir y reinventar bajo una modalidad nueva, uniendo las energías desplegadas en los movimientos democráticos recientes. Y por otro lado, la de un pueblo abandonado y traicionado por sus representantes que los partidos de extrema derecha tratan de captar.

Rancière coincide con el populismo en cuanto a que el pueblo que está mal representado es un artefacto creado por el sistema representativo. "Efectivamente, en la medida en que el sistema representativo se designe a sí mismo como representante de un pueblo, en realidad lo que persiguen estos partidos es una alternancia política".

El filósofo francés explicó que los populismos de derecha y de izquierda pretenden colmar una brecha entre los intereses del pueblo y sus representantes. El populismo ha creado, implícitamente, la encarnación de lo verídico opuesto a la representación falsa. Se habla de un acercamiento entre el representante y el pueblo. “Hubo una confiscación del poder por parte de la democracia representativa”, agregó.

El profesor de política y estética, quien ofreció una conferencia magistral en la IBERO, explicó que la visión populista habla de retomar el poder con respecto a la producción o recursos naturales, apoyándose eventualmente en la movilización de organizaciones de base. Sin embargo, esto presupone validar la hipótesis de que hay un poder globalizante del capital y un Estado nacional que tendría como cometido proteger a la población contra ofensivas globalizantes.

“Las experiencias del siglo pasado y de este siglo nos lleva a cuestionar seriamente esta hipótesis, la supuesta limitación de los Estados nacionales por parte de los capitales internacionales no ve la complicidad de estos mismos Estados”, señaló Rancière.

En ese sentido, agregó que el Estado monopoliza la política y funciona cada vez más con la oligarquía económica. Esta fusión se lleva a cabo mediante las instituciones que racionalizan las categorías del capitalismo. A veces, mediante la corrupción y el poder del Estado sobre los recursos naturales que ha servido para extender el poder de una casta estatal, siempre dispuesta a convertirse en oligarquía económica y, eventualmente, otorga ciertas ventajas a la población que se trasforma en clientela.

Valentina González/ICM