Fundamental, incluir a individuos y territorio en mediciones de bienestar

Jue, 3 Mar 2022
El Dr. Rodrigo Ignacio Yáñez Rojas, investigador del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, dicta el seminario virtual ‘Medición del bienestar: una perspectiva territorial’
  • Dr. Rodrigo Ignacio Yáñez Rojas, investigador principal del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (RIMISP).

El Dr. Rodrigo Ignacio Yáñez Rojas, investigador principal del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (RIMISP), impartió por invitación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México el seminario virtual Medición del bienestar: una perspectiva territorial.

En su disertación dijo que desde 1990 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha ido construyendo un Índice de Desarrollo Humano, que tiene a la multidimensionalidad como uno de sus grandes avances, es decir, haber dejado de pensar la idea de un mayor bienestar, progreso social, calidad de vida y desarrollo sólo con base en el producto interno bruto, y haber integrado nuevas dimensiones, como salud y educación.

Años después, en 2009, el gobierno de Francia encargó al economista y sociólogo Jean-Paul Fitoussi y a los Premios Nobel de Economía Joseph Stiglitz y Amartya Sen integrar una comisión para elaborar un reporte sobre cómo medir el desempeño económico y el progreso social. Dicha comisión señaló que el progreso social y el crecimiento económico son medidas de bienestar que, además de la multidimensionalidad, integran indicadores subjetivos.

Desde dicha subjetividad se componen tres de los indicadores de bienestar de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): salud, en el autorreporte donde las personas indican si tienen buena o mala salud; satisfacción ante la vida, medida en una escala del 1 al 10; y seguridad, que existe si hay un sentimiento de seguridad al caminar solo por la noche.

Pero, a pesar de que indicadores estandarizados como los enunciados emplean la multidimensionalidad y la subjetividad para la medición y el entendimiento de la calidad de vida, hay una distancia “entre lo que se muestra con estos indicadores tradicionales y lo que la gente piensa de lo que es su calidad de vida”, señaló Yáñez.

Por ejemplo, en el Handbook of Happiness Research in Latinamerica se trabaja mucho la paradoja latinoamericana, que es esta idea de que a pesar de que la región por lo general puntea abajo en ciertos indicadores, como acceso a bienes y servicios, calidad de vivienda, transporte y seguridad, presenta siempre altos niveles de bienestar y felicidad en comparación con otras regiones del mundo.

Aunado a esto, en la experiencia de trabajo de campo en terrenos de ruralidad en México, Chile, Colombia, Perú y Ecuador, los investigadores del RIMISP han observado, en los resultados arrojados por este tipo de indicadores, que existe una distancia entre el saber experto de los científicos y el saber que tienen los individuos en su vida cotidiana, debido a una pérdida de confianza en las ciencias sociales.

Esta distancia entre el trabajo de los cientistas sociales y cómo las comunidades aceptan lo que ellos hacen es necesario recomponerla. Para el RIMISP, la apuesta es continuar empleando la multidimensionalidad y las subjetividades, y en estas últimas integrar las de segunda generación, que son los mismos individuos que consideran deberían ser parte de las mediciones. Para eso, es fundamental integrar a los individuos no sólo en la construcción de la investigación, sino también en la interpretación de los datos.

Y en la multidimensionalidad, es importante generar un diálogo entre miradas asociadas a métodos, porque los trabajos sobre bienestar no pueden ser únicamente hechos por economistas y sociólogos, sino que se requiere de grupos multidisciplinarios que pongan miradas en contraste; asimismo, que se hagan entrevistas, que se trabaje con encuestas, con fotografías y con mapas satelitales.

A lo anterior, comentó Yáñez, el enfoque del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural añade el territorializar la discusión sobre bienestar, “porque los indicadores estandarizados, muchas veces metropolitanos y a nivel nacional, pierden de la mirada lo que está sucediendo en el territorio”.

Eso no implica falsear completamente lo que ya se está haciendo, que se está haciendo bien y que ha permitido un gran avance, sino lograr generar indicadores complementarios y poner énfasis en lo que se está haciendo con grupos excluidos, que no siempre tienen un espacio en estos indicadores, como son las mujeres, los pueblos indígenas o los jóvenes de espacios rurales.

Territorios en diálogo, inclusión y bienestar rural

A modo de ejemplo de lo mencionado, Yáñez Rojas dijo que con su proyecto Territorios en diálogo, inclusión y bienestar rural el RIMISP ha abierto una agenda de investigación sobre bienestar. Para eso, el Centro abrió la discusión en siete territorios de cuatro países: México –en la sierra norte de Puebla-, Perú, Colombia y El Salvador.

En esta construcción del nivel de bienestar se ha elaborado un enfoque de la información desde abajo y altamente participativo. “Trabajamos con las y los socios en los territorios, donde hemos hecho trabajo con entrevista y fotografía, para que los jóvenes, que muchas veces trabajan más con celulares que con discursos, puedan ir contándonos cómo ellos imaginan el bienestar”.

Los cientistas sociales han trabajado junto con las comunidades en la identificación de las dimensiones de bienestar que, posteriormente, se han sometido a diálogo en talleres, para socializar, validar y priorizar cuáles de ellas tienen más relevancia que las otras.

Además, han construido un cuestionario de manera participativa y colectiva, para poder generar una encuesta “aplicada por los mismos individuos que trabajan con nosotros en las coaliciones”. De esta manera se realiza una transferencia de capacidades, para que los mismos individuos que forman parte de estas comunidades entiendan cómo se ejecuta la encuesta y cómo con ésta se creará una base de datos.

Este proceso de participación en el que se integra a la investigación a los socios de los territorios complejiza las cosas y alarga los tiempos, “pero vemos que hay un enriquecimiento de los actores locales, que se abren a compartir sus experiencias con el proyecto”.

Por su parte, los jóvenes que participan en las actividades del proyecto “conectan con los resultados preliminares, se abren al mundo de la investigación, entienden mejor qué hacemos los cientistas sociales y con eso también van adquiriendo herramientas para incidir en otros”.

Esta perspectiva que el RIMISP intenta abrir y respaldar no busca falsear lo que ya se ha hecho, sino enriquecer el trabajo de medición sobre desarrollo y bienestar, a partir de la premisa de que es necesario cuestionar la forma en que se está representando la realidad social.  

Lo segundo, es que es necesario integrar las subjetividades que los individuos consideran importantes, “y eso es para nosotros la territorialización de las narrativas de bienestar”. Y, además, el integrar las voces que están excluidas de ciertos indicadores estandarizados, como son las de los territorios, va a permitir generar más y mejor calidad de información para construir agendas de escala local, pero también para ir a generar incidencia en políticas públicas de mayor envergadura.

El seminario virtual sobre Medición del bienestar: una perspectiva territorial fue organizado por la Iberoamericana, universidad jesuita de la Ciudad de México, a través de su Departamento de Economía, su Centro Internacional de Investigación de Economía Social y Solidaria (CIIESS), su Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica (GeoLab) y su grupo de investigación para la incidencia Territorio y Bienestar.

PEDRO RENDÓN/ICM

 

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