El programa educativo IBERO Niños, impulsado por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, concluyó su labor después de una semana de actividades enfocadas a los hijos de los integrantes de la comunidad universitaria que se quedaron sin clases, tras el sismo del pasado 19 de septiembre.

Bajo la coordinación de la Dra. Luz María Moreno Medrano, del Departamento de Educación, y la Dra. Araceli Martínez Arroyo, de la Dirección de Servicios para la Formación Integral, se promovió un espacio de cuidado comunitario en donde las y los niños vivieron una experiencia recreativa y didáctica, con un eje transversal en la atención socioemocional.

De acuerdo con la directora del Departamento de Educación de la IBERO, Dra. Hilda Patiño Domínguez, el lunes 2 de octubre se recibieron a 45 niñas y niños, entre los 3 y 15 años de edad. Como el regreso a las aulas fue paulatino, según la determinación de la SEP, el viernes 6 de octubre cerraron este ciclo 13 menores de edad.

“Estamos profundamente agradecidos por la confianza que depositaron las autoridades educativas, los departamentos, estudiantes y maestros voluntarios, y los papás, mamás y mentores, a lo largo de esta semana”, detalló la académica universitaria en un correo electrónico difundido a la Comunidad IBERO.

Como no todos el alumnado de educación básica regresó a clases, esta semana se estará ofreciendo un esquema de tutorías individuales para aquellos niños que siguen sin escuela, a cargo de alumnas de Pedagogía, quienes estarán laborando con algunos menores en tareas de regularización académica.

Patiño Domínguez agradeció el apoyo del Departamento de Servicios para la Formación Integral, Difusión Cultural, Arquitectura, Educación Continua, Psicología, Proyectos de Cómputo, Servicios para la Formación Integral, Centro Astronómico, Cine, Deportes, Protección Civil, Servicios Médicos, Nutrición, el Huerto, el salón de Meditación, la Biblioteca y el programa de Somos Uno Más.

El programa IBERO Niños contó con la participación de 15 profesores voluntarios, quienes ofrecieron talleres y prepararon materiales para los distintos grupos formados de acuerdo con la edad. En promedio, las y los menores tuvieron siete actividades diarias.

“El trabajo en equipo se realizó gracias al gran liderazgo de más de 40 estudiantes de licenciatura y posgrado de distintos programas, quienes además gestaron el proyecto desde el primer día de regreso a clases después del sismo.

“Agradecemos mucho a los alumnos voluntarios de los programas de Educación, Psicología, Arquitectura, Computación, entre otras, que de manera generosa y cálida crearon y acompañaron las actividades de aprendizaje de los pequeños”, refirió la Dra. Hilda Patiño.

Iván Cabrera